Charles Simic y el ángel de la muerte

Charles Simic y el ángel de la muerte
– Alejandro García Abreu –

La Jornada Semanal

Charles Simic

En este ensayo se exploran los conceptos de la muerte y del insomnio en la obra de Charles Simic (Belgrado, 1938), uno de los mayores poetas y ensayistas de la lengua inglesa.
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Refugio, incertidumbre e identidad
Charles Simic (Belgrado, 1938) se refugia, durante la crisis generada por el SARS-Cov-2, en una casa en Strafford rodeada de árboles. Ha estado “releyendo a muchísimos escritores que había disfrutado antes, como Dickens, Joyce, Dostoyevski, Rabelais, Cervantes, Chéjov y Melville. Ellos me hacen olvidar nuestro encierro y la pandemia que nos acecha”.

El poeta y ensayista encuentra un refugio en los clásicos, según Nuria Azancot, jefa de redacción de El Cultural de España, en una entrevista con Simic. Confiesa: “Publiqué mis primeros poemas en Chicago Review. Pero, ¿qué quiere?, con una treintena de libros editados y la gran variedad de poemas que he escrito desde entonces, le confieso que no tengo ni idea de quién soy.”

En Acércate y escucha –traducido en 2020 por Nieves García Prados para Vaso Roto–, Simic escribió: “El destino incierto dirige aquí el espectáculo.” El poeta, al publicar su más reciente libro en 2019, se adelantó y describió atinadamente la situación global.

En el extraordinario ensayo “Poesía e historia”, traducido por Rafael Vargas, Simic asevera: “Comienza a preocuparme el que tal vez historia no sea la palabra que mejor convenga al caso, que más bien me refiera a la presión de la realidad en el poeta contemporáneo, a la manera en que las tragedias cotidianas del mundo nos son traídas cada mañana y cada noche. Los crudos hechos de la historia se nos brindan con tal detalle y tan poco tiempo después de que han sucedido, que nos convierten en voyeurs, en mirones de la cámara de la muerte. Por un lado, tenemos la mul­tiplicación de imágenes de sufrimientos y atrocidades y, por el otro, la irrealidad que acarrean a nuestras vidas con la sospecha concomitante de que el sufrimiento carece de sentido.”

 

Ese otro invisible que nos observa
El ensayista reflexiona sobre la muerte en “Emily Dickinson. Cajas chinas y teatros de títeres”, traducido por Rafael Vargas, como los otros ensayos: “La muerte es una especie de maestro de ceremonias que abre cajas mientras oculta otras en sus bolsillos. El yo está dividido. Dickinson se encuentra tanto en el escenario como entre el público, mirándose a sí misma. ‘La batalla librada entre el Alma y Ningún Hombre’ es lo que todos miramos.” En “Acerca de los sueños” discurre: “Mi felicidad estaba a la vuelta de la esquina al igual que mi muerte.” Y en “Roberto Calasso. Paraíso perdido”, Simic escribió: “Ese otro invisible que nos observa dentro de nosotros no es otro que nuestra muerte.”

 

El insomnio: donde se sopesa la vida y la muerte
El ensayo “Yo y mi insomnio” contiene la siguiente imagen: “El ángel de la muerte se ponía sus gruesos lentes para atisbar por encima de nuestros hombros.” Insomne, el poeta se asoma a los abismos de la muerte en gran parte de su obra. En “Temporada de muertos”, incluido en el libro de poemas El amo de los disfraces –traducido también por Rafael Vargas, al igual que los demás poemas referidos–, Simic escribió: “La vida es un sueño dentro de un sueño,/ murmuran las hojas caídas bajo nuestros pies,/ la vieja casa, tenuemente iluminada desde el interior/ por sus jarras de cobre y sus espejos/ parece más abandonada que nunca este anochecer./ ¿Qué pasaría si llamara a su puerta?/ Teniendo en mente, al empujarla para que se abra/ y entrar con toda cautela, que para Poe/ la belleza podía ser la causa de una muerte repentina.”

En “De paseo por la capital”, perteneciente al mismo libro, Simic recuerda grandiosos edificios antiguos con sus espaciosos salones “donde se sopesa la vida y la muerte.” El poema “Dulcísima”, incluido en Mi silencioso séquito, incluye la seducción de la fatalidad: “Pequeña golosina en la dulcería de la muerte,/ te di una lamida/ cuando nadie miraba.” Se refiere a un lecho de muerte en “Nancy Jane”, poema de El amo de los disfraces: “La eternidad, esa callada intrusa, escucha.”

En una conversación que sostuvimos hace algunos años, Charles Simic, quien aludió al insomnio en los ensayos “Leyendo filosofía de noche”, “En el comienzo…”, “Poesía e historia”, “El renegado” y “Yo y mi insomnio”, y en los libros de poemas La voz a las tres de la madrugada y Hotel Insomnio, me reveló: “Soy insomne, nunca duermo bien, lo cual es conveniente ya que de noche es cuando mejor pienso. En algunos de mis ensayos y poemas no podía evitar tocar un tema que es la base o fundamento de mi vida psíquica: el hecho de que no puedo dormir.”

Antes de concluir nuestro encuentro le pregunté:

–En una entrevista con Mark Ford publicada en The Paris Review mencionó que escribe para hacer reír a la Muerte. ¿Qué agregaría a esta idea?

Me contestó:

–No hay nada más que decir, excepto que espero que a la Muerte le gusten mis bromas. Si no, estaré en problemas.

Al finalizar la conversación excepcional sonrió afectuosamente.

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