Al filo del agua

Al filo del agua

José Cueli

Las elecciones en Estados Unidos nos tienen al filo del agua, solía decir un viejecito al que nadie hacía caso en la profética novela de ese gran escritor que fue Agustín Yáñez.

Al filo del agua estamos en México en espera de que acaben sus negociaciones o pleitos judiciales Donald Trump y Joe Biden. ¿Qué pasará si Donald Trump decide no salir de la Casa Blanca? Al grito de: ¡Sáquenme si pueden!, a tono con su forma de ser.

Mientras, los mexicanos desfavorecidos por el miedo: sea por la difícil situación o por la crisis sanitaria de Covid-19, caminamos entre brujas desdentadas llorando tormentas tabasqueñas, aguaceros e inundaciones. Maestras del aquelarre con sus máscaras para cubrir la desnutrición y la de sus hijos. Maquillaje de magia-misterio que desborda la defensa de los desamparados contra el hambre que aprieta, viejas brujas que andan por los caminos rumbo a Estados Unidos, pulidas y bien untadas bajo el cielo emborronado de pesadilla.

Urgencia vital ante el problema, pozo de sabiduría que entiende de sortilegios y postizos, remiendos y bebedizos, y requiere le hile estopa y toquen extrañas sonajerías a ritmo infernal de diabólica armonía, conjuro y exorcismo del hambre. Pueblos que se revuelven entre nubes de lodo por comida, trabajo y vivienda. Viejas brujas y su amante el Zincuatle de aullidos lastimeros y ayes. Cantares de viejos amores que no se encuentran, cabalgando en aerodinámicas escobas que por aspiradoras quieren cambiar, como augurio de la desgracia en su conjuro y maleficio.

Magia azteca que no entienden los racionales norteamericanos que nos ordenan cambiar.

Lechugas de olor a azufre, lepra de enigma y miedo, símbolo de los pecados de los desheredados de contra, reflujo indefinible de sombras tan sucias que ya contaminan las ciudades con olor a rata muerta y, quieras o no, a todos nos llevan a… hoy que agua, luz, predial y comida, ya no se podrán pagar.

Caminantes de azul verdoso, carrera loca y días eternos rebotados por un muro. Instalados después de carrera loca y días eternos en negra caverna. Nubes para aumentar la nostalgia hidráulica de los brujos antiguos de acento cachondo, suave y añejo, ojos de luz morena, pelo oscuro y mate sobre color quebrado. Caminos llenos de ramas que se mecen en el aire quieto de las palmeras. Hablar de cosas de hoy con la gracia de lo antiguo en dolorosa melancolía, pálida flor ranchera, perfume a campo que se volvió polvo que rueda y rueda.

Adivinador del más allá que cambian casa por caverna y fácil mudan de lugar. Caverna donde la vida se mece en la misma cuna. Cambiaste alegría, pasión, locura por celos, envidias, reproches, quejas y amarguras.

Fórmula inequívoca de miseria y hambre. La que visualizó Agustín Yáñez antes de la Revolución Mexicana. Tristeza de amor en noche estrellada. Reina del hambre, se muere el hijo de tu sangre y mi sangre si alguna vez te olvida.

 

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