Sundance ha tenido que reinventarse como una experiencia mayormente virtual.

Sundance se calienta con distribuidores sedientos

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La Jornada

Los Ángeles.

Hace tres años, las cineastas Julie Cohen y Betsy West tuvieron su debut soñado en Sundance. Estrenaron su película RBG ante una sala abarrotada con la magistrada Ruth Bader Ginsburg no sólo presente sino viendo el filme por primera vez. Recibieron una ovación, los distribuidores lucharon por ella y la vendieron muy bien. También pasó a competir en grandes ceremonias de premios. Es el tipo de experiencia en Sundance con la que fantasean muchos realizadores.

Este año regresan al festival con My name is Pauli Murray, sobre la pionera legal y defensora de los derechos civiles, y aunque están igual de emocionadas, el festival mismo será muy diferente. Como muchos otros en el pasado año, Sundance ha tenido que reinventarse como una experiencia mayormente virtual.

Aun así, la edición de 2021 que comienza el jueves se perfila como un robusto mercado para empresas en busca de contenido. Más de 72 largometrajes se estrenarán a lo largo de siete días. El programa es más pequeño que el de los casi 120 filmes de años previos y algunos ya tienen previsto exhibirse al público, como Land de Robin Wright y Judas and the black messiah que estarán disponibles para las masas en las próximas semanas. Pero muchos títulos están en busca de distribución.

Los compradores y vendedores han encontrado el ritmo para conducir negocios en mercados virtuales con gran éxito, y los consumidores siguen pidiendo más contenido, indicó Deb McIntosh, vicepresidenta en Endeavor Content. Confío en que conseguiremos socios distribuidores para todas nuestras películas.

Julie Dansker, ejecutiva en Shout! Studios, asistirá al festival en busca de películas que comprar y Sundance, mencionó, siempre ofrece una variedad de filmes de talentos establecidos y emergentes.

Proyectos de alto perfil

Este año hay proyectos de alto perfil de figuras conocidas como la actriz Rebecca Hall en su debut como directora con Passing, protagonizada por Ruth Negga y Tessa Thompson como dos mujeres negras de piel clara que eligen vivir en lados opuestos de la línea de color en Nueva York en 1929. Jerrod Carmichael debuta con la sátira oscura On the count of three, con Christopher Abbott y Tiffany Haddish. Questlove lo hace con el documental Summer of soul (…Or, when the revolution could not be televised), que inaugura el festival. Zoe Lister-Jones se reúne con su estrella de Craft: legacy Cailee Spaeny en How it ends, con Olivia Wilde y Fred Armisen. Y se anticipa que Coda, una película de Sian Heder con Eugenio Derbez sobre la hija de una pareja sorda, sea una de las grandes sensaciones.

Como siempre, la sección de documentales es tierra fértil para los compradores. My name is Pauli Murray de Cohen y West está entre los títulos en venta, al igual que Rita Moreno: just a girl who decided to go for it de la realizadora puertorriqueña Mariem Pérez Riera, que examina cómo la artista combatió el racismo para llegar a ser una de las pocas personas en ganar los premios Emmy, Grammy, Óscar y Tony. Lucy Walker tiene un documental sobre la historia de los incendios forestales, Bring your own brigade, y Jonas Poher Rasmussen el documental animado sobre refugiados Flee.

Y también hay esfuerzos menos convencionales, como la sicodélica Cryptozoo del animador Dash Shaw, con las voces de Lake Bell, Michael Cera y Grace Zabriskie. O el drama de Nattawut Poonpiriya producido por Wong Kar-Wai One for the road y la adaptación de Romeo y Julieta a la era de las redes sociales, R#J, de Timur Bekmambetov.

Las oportunidades de descubrimiento abundan en Sundance: Uno realmente no sabe qué son estas películas hasta que las ve, dijo Kim Yutani, programadora del festival.

Sin embargo, el entusiasmo de la audiencia por una cinta particular será más difícil de medir esta vez.

Es difícil de trasladar a un ambiente virtual toda esta energía que ocurre en un festival cuando estás en persona, señaló Jordan Fields, jefe de Adquisiciones para Shout! Studios. Pero la ventaja es que esto nos da la capacidad de juzgar las películas de una manera un poco más objetiva al no estar necesariamente influenciados por un público que se para a aplaudir al final.

 

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