Cronista del barrio de Tepito, escritor, investigador y promotor cultural, Alfonso Hernández

Murió Alfonso Hernández, cronista y defensor del barrio de Tepito

Hernández tuvo pasión por “la dialéctica del albur y su fenomenología del relajo”, y fundó el Taller de Albures Finos junto con Lourdes Ruiz, que ofrece la Galería desde 2014, como parte de sus actividades cotidianas.
Murió Alfonso Hernández, cronista y defensor del barrio de Tepito

Por Judith Amador Tello

CIUDAD DE MÉXICO

(apro).-

Cronista oficial del barrio de Tepito, escritor, investigador y promotor cultural, Alfonso Hernández Hernández falleció ayer a los 75 años.

A través de su cuenta de Twitter, la Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México lamentó el fallecimiento del también fundador del Centro de Estudios Tepiteños. Igualmente lo hizo su titular, José Alfonso Suárez del Real, quien agradeció la generosidad de Hernández, pues le “brindó la oportunidad de conocer el valor extraordinario de su barrio, de su vida y personajes”.

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La Galería José María Velasco, ubicada en el barrio, recordó a través de su cuenta de Facebook que el cronista dedicó su vida a la difusión del arte y la cultura del lugar.

Fue en el colectivo Tepito Arte Acá, creado por el también fallecido artista plástico Daniel Manrique, donde descubrió su vocación de “hojalatero social” (como se autonombraba) y posteriormente se dedicó a la investigación y fundó el Centro de Estudios Tepiteños, que enriqueció con un gran acervo sobre el barrio.

La Galería del Instituto Nacional de Bellas Artes añadió que Alfonso Hernández también fue impulsor del turismo con “su famoso tepitour” que daba recorridos a mexicanos y extranjeros para dar a conocer los lugares más representativos y el valor cultural de la zona.

En el ensayo “El lado o-culto de Tepito. Odisea urbana del Homo-Tepitecus al Ñero-en-La-Cultura”, que forma parte del libro ‘Antología de la gestión cultural. Episodios de vida’, coordinado por el periodista Eduardo Cruz Vázquez, Hernández escribió:

“Tepito es mi espacio barrial primordial, en el que vivo desde hace 73 años. Y mi quehacer cultural ha consistido en privilegiar el carisma vecinal contra el estigma delincuencial. Por ello, mi noviciado transcurrió en una de tantas matrilocalidades prodigiosas, convertidas en columna vertebral del barrio con vecindades, rizomáticas, en cuyas azoteas aprendes a mamarle la miel a las estrellas o a jalarle duro al cáñamo de tu papalote”.

Hernández tuvo pasión por “la dialéctica del albur y su fenomenología del relajo”, y fundó el Taller de Albures Finos junto con Lourdes Ruiz, que ofrece la Galería desde 2014, como parte de sus actividades cotidianas.

Al respecto, el cronista mencionó también en su texto:

“En este contexto histórico y cultural nos la rifamos ejercitando el lenguaje corporal, visual y verbal. La práctica del albur fino es un ajedrez mental con el que calibramos los pocos reflejos de quienes tienen muchos complejos, en un duelo de ingenuos contra ingeniosos. Porque si a México ya lo convirtieron en el Tepito del mundo, Tepito se significa como la síntesis de los mexicanos.

“Tepito es uno de los epicentros de esta ciudad caótica, en la que un barrio sin sombra no infunde respeto. Para nosotros, ser barrio constituye una forma de vida, un estado de ánimo, una forma de ser y un estado mental para estar siempre al tiro de todo lo que atente contra el barrio”.

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