Soledad Ruiz a 10 años de su partida
Soledad Ruiz formó parte del Grupo de los 13, en el que participaban también Seki Sano, Arnold Belkin, Jorge Ibargüengoitia e Hilda Vilalta, y en 1952 se inició como actriz a los 16 años, cuando el primero, su maestro, la incluyó en el grupo de campesinos de la obra «Un alfiler en los ojos».
Por Estela Leñero Franco
(apro).-
Poco se conoce de la vida de Soledad Ruiz en el teatro, pero muchos son los alumnos y teatristas que la recuerdan como maestra, actriz, directora y una mujer activa. Formó a muchas generaciones en el Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM –del cual fue coordinadora–, en la escuela del INBA y en la de la ANDA. Sobresalió su trabajo en el teatro comunitario y recorrió diferentes partes de la República Mexicana.
Soledad Ruiz (1936-2011) formó parte del Grupo de los 13, en el que participaban también Seki Sano, Arnold Belkin, Jorge Ibargüengoitia e Hilda Vilalta, y en 1952 se inició como actriz a los 16 años, cuando el primero, su maestro, la incluyó en el grupo de campesinos de la obra Un alfiler en los ojos, de Edmundo Báez, en la Sala Chopin. Al año siguiente ya interpretó el papel de una criada en la obra de Luisa Josefina Hernández, Los sordomudos, y en 1955 varios personajes en Cinco preciosidades francesas, con el Grupo de los 13; todas dirigidas por Seki Sano.
Las inquietudes actorales de Soledad Ruiz en los cincuenta cambiaron de rumbo al obtener una beca para estudiar en la Escuela de Actuación de Praga y obtener el título en Dirección Escénica. En los sesenta vivió ahí, viajó a diferentes ciudades de Europa y fue a La Habana para asistir a Otomar Krej^ca, director del Teatro Nacional de Praga, en su controvertido montaje de Romeo y Julieto.
A su regreso se incorporó al proyecto del Teatro Conasupo de Orientación Campesina que dirigió Rodolfo Valencia en los setenta, e inició su actividad como maestra de teatro, tanto en las escuelas universitarias, públicas y privadas como al interior del teatro campesino donde creó una metodología para enseñar actuación en las comunidades con las que trabajaba, en particular en Tlaxcala, donde dirigió la Brigada Xicoténcatl.
Fundó, junto con Miguel Sabido y su hermana Irene Sabido y José Solé, el grupo Teatro de México, interesado en rescatar tanto el teatro del siglo de oro español como el teatro ritual popular mexicano. De ahí su coautoría con Miguel Sabido de la Pastorela de Sor Juanita.
Interesada en el personaje de Don Juan, dirigió El burlador de Sevilla de Tirso de Molina en 1967, Don Juan Tenorio de José Zorrilla en 1971 y en 1993, además de obras como Las paredes oyen de Juan Ruiz de Alarcón, La zapatera prodigiosa de Federico García Lorca y El violinista en el tejado de Joseph Stein, en 1970.
En los ochenta dirigió e impulsó las obras de los dramaturgos Carlos Olmos y Óscar Liera, y con este último consiguió que se realizara la Muestra de Teatro del Noroeste. Fue actriz en más de 10 películas, como El regreso a Aztlán, Zapata y Rito terminal, y en un par de telenovelas, como En carne propia de Carlos Olmos, en la que también fue directora adjunta.
En su blog, Bruja de la luna cuenta que Soledad Ruiz formaba parte de los concheros, danzantes que conservan la tradición de los linajes de brujos de México; que ella tenía el rango de capitana y su área de incidencia era como sanadora. Una mujer de conocimiento que compartía su saber. Su maestra de sanación, Magdalena Ortega, le presentó a Don Juan y a Carlos Castaneda, y de este último se hizo su amiga. En 2007 dejó la cátedra, y el 18 de febrero de 2011 sufrió un paro respiratorio.
Para Arturo Adriano, su asistente en sus últimos años, estar con ella, dice, era como la parábola de las semillas: las avienta y germinan en quien tienen que germinar.