En México existen cerca de 19 mil iglesias, con obras de arte que resguardan

Un recorrido por el arte sacro, «tesoro» infinito de México

En México existen cerca de 19 mil iglesias, sin saberse completamente la dimensión de las obras que guardan

Jesús Zempoalteca

El Sol de Tlaxcala

Existe un trabajo coordinado entre los tres órdenes de Gobierno para resguardar el arte sacro en los templos católicos ubicados en territorio tlaxcalteca, sobre todo de las autoridades eclesiásticas, quienes vigilan los templos y sus bienes.

El rector del seminario de Tlaxcala Nuestra Señora de Ocotlán, Ranulfo Rojas Bretón, señaló que, en el caso de las parroquias y conventos, los encargados de vigilar esos bienes nacionales son los párrocos, el personal operativo y, en otros casos, el personal que tiene cargos monásticos.

El Sol de México reveló que las autoridades federales consideran a Tlaxcala como una entidad susceptible de robo de ese tipo de arte, pues fuentes al interior del catolicismo relataron que, a raíz de los sismos de septiembre de 2017, algunas piezas quedaron en el abandono.

Señaló que los daños provocados en los templos de Puebla, Morelos y Tlaxcala dejaron en el abandono ciertas piezas artísticas del periodo novohispano, lo que provocó su desaparición, pues no se encontraban en catálogos.

Por otro lado, Rojas Bretón enfatizó que la pandemia golpeó la economía de la Iglesia, lo cual ha reconocido e informado puntualmente, por lo que algunas personas han comentado que la venta de arte sacro remediaría su situación.

“Son comentarios sin fundamento, pues la Iglesia solamente los tiene a resguardo, son propiedad del Estado y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) vela por ellos, así que nosotros no podemos disponer de las esculturas, lienzos e incluso de las propias iglesias (templos)”, aseveró.

Por ello, reconoció el trabajo de los civiles por cuidar las imágenes religiosas, pues independiente del valor económico que alcanzan en el mercado negro, para la fe católica tienn un valor moral incalculable.

Por su lado, Nazario Sánchez Mastranzo, historiador, profesor-investigador adscrito al Centro INAH-Tlaxcala, estableció que las comunidades tienen a su cuidado las imágenes, objetos litúrgicos y documentos, los cuales poseen un peso cultural especial que los identifica.

“Se trata del patrimonio cultural de cada pueblo, y al que podemos llamar patrimonio cultural material que, junto con las creencias, prácticas, ritos, mitos, esto es el patrimonio cultural inmaterial, le dan vida y conforman la identidad de los pueblos”, aseveró.

Por último, estableció que las imágenes de los santos en escultura, pintura y grabados obedecen a una serie de características específicas que es necesario considerar para su identificación en el catálogo del INAH.

De acuerdo con la Fiscalía General de la República, desde 2015 disminuyó la incidencia de robo de arte sacro en el país, gracias a que se mantiene una coordinación entre los tres ámbitos de gobierno.

Zacatecas

Los retablos de Santo Domingo

En pleno centro histórico de la capital del estado de Zacatecas, se localiza el templo de Santo Domingo, un edificio de cantera rosa levantado con fondos de la Compañía de Jesús y donativos particulares, cuya construcción terminó en 1749, según informó el historiador Bernardo del Hoyo Calzada.

Después de la catedral basílica de Zacatecas, muchos lo consideran como el templo más importante del estado en el ámbito del turismo cultural, tanto por su historia y ubicación, como por la riqueza de su arte sacro.

Propios y extraños no pueden evitar maravillarse con el detalle, complejidad y gran dimensión de los retablos ubicados en el interior. Sobresale el nivel de conservación de estas piezas artísticas gracias a las restauraciones que se han realizado durante las últimas dos décadas, en las que se respetó la cobertura de hojas de oro auténtico.

Según el inventario del año de 1773 en el antiguo templo se encuentran: el altar mayor, dedicado a la Inmaculada Concepción; el altar de San Ignacio de Loyola, de San Sebastián, de Nuestra Señora de la Luz, de San Francisco de Borja, de San José, de San Francisco Javier, de Nuestra Señora de Loreto, de Nuestra Señora de los Dolores, de la Santísima Trinidad o de la “Trinidad Beatísima” y Altar de Animas.

Bernardo del Hoyo relata que dicho altar de Nuestra Señora de Loreto estaba dentro de su capilla a un lado del presbiterio, y ahora tiene al Sagrado Corazón de Jesús, conservando una escultura de cantera de la Virgen de Loreto.

El templo de Santo Domingo se ubica en la calle Genaro Codina y se puede llegar fácilmente subiendo por el callejón de Veyna, frente a la catedral de Zacatecas.

Hidalgo

Óleo de San Miguel Arcángel, en Huasca

En el primer Pueblo Mágico de México, ubicado en Hidalgo, está la iglesia de San Juan Bautista y al interior de este recinto, hay varias pinturas al óleo además de esculturas, como en numerosos recintos de la entidad.

En la parroquia ubicada en la zona centro de Huasca de Ocampo se venera al arcángel San Miguel. De hecho, hay un relieve tallado en el portal principal.

El espacio fue edificado en el siglo XVI por los frailes agustinos del Monasterio de Atotonilco el Grande, explicó Arturo Copca, titular de Cultura del municipio.

Una de las pinturas más icónicas, añade, es la del Arcángel Miguel. Se desconoce la fecha en que fue elaborada, aunque se ha hablado que fue en el siglo XVIII, indicó.

El recinto de estilo barroco, está abierto a todo público, y como en toda iglesia católica, no se cobra por el ingreso.

Turistas pueden observar las obras que están en el interior de este recinto eclesiástico, custodiado por el sacerdote del lugar.

Por otra parte, la Iglesia del Señor de Singuilucan, edificada en el siglo XVI por los Agustinos, alberga nueve piezas al óleo, pero es la que data de 1748 ubicada en el ala derecha del recinto, la más antigua; en ella se muestra el origen de la fe en este municipio considerado dentro del altiplano hidalguense.

Se le titula “El milagro del Señor de Singuilucan” y se desconoce el autor quien plasmó en el lienzo dos fechas claves. La primera de ellas, explica que el Jueves Santo de 1651 la población salió en procesión y vieron cómo el Cristo sudaba, lo limpiaban y nuevamente salía sudor de él, lo que consideraron como un milagro pues además se lee “estaba renovado”.

La otra fecha es el 17 de julio de 1711 en el antes conocido como “Tzinguilocan” cuando vieron que la cruz estaba muy deteriorada y quisieron cambiarla, así como el Cristo, surgió “una vara sagrada de la cabeza a los pies” aunado a que las manos le habían crecido.

La gente puede acudir a ver la obra la cual no se conoce en cuánto esté valuada. Y cómo todas las que se encuentran al interior de los recintos eclesiásticos, no se cobra por verlas.

Ésta y todas las de Hidalgo, están bajo el resguardo por los párrocos en turno y forman parte del acervo de la Arquidiócesis de Tulancingo, sede de la Provincia Eclesiástica de Hidalgo.

Aguascalientes

Las obras y sus benefactores

En algunos templos de Aguascalientes se pueden encontrar grandes obras de arte sacro, tal es el caso del templo de San José, donde actualmente se alberga la obra el “Patrocinio de San José”, elaborada por José de Alcíbar, a finales del año 1700, para la que empleó la técnica de óleo sobre tela.

En ella se plasma a San José, patrono de la Nueva España, al momento en que cubre con su manto a los dos poderes, al de la Iglesia y a los del rey, que en aquel entonces era Carlos III; el santo viste una túnica que simula un manto estofado, en la parte inferior del lienzo se observan tanto la mitra papal, como la corona real que se encuentran a sus pies, en señal de respeto ante su devoción.

El actual custodio del lugar, señaló que dicha pintura fue llevada por la familia Rincón Gallardo, la primer acaudalada de la ciudad, principal benefactora de la orden de los juaninos, ya que al ser en su mayoría, expertos en medicina, patrocinaban el convento y panteón que formaban parte del templo. Esta obra está protegida por el fondo Banamex y cabe mencionar que en aquel entonces tenía un valor de 700 mil dólares.

Otras obras que se encuentran en este templo son “La designación de San José como esposo de María”, “La muerte de San José”, “La huída a Egipto”, “Nacimiento de la Virgen María”, “La circunsición”, “Presentación del Niño Jesús”, entre otras, que forman una colección de alrededor de 25 obras, algunas de ellas atribuídas a José de Alcibar.

Además. bajo resguardo se encuentran cáliz de oro y de cristal, entre otras reliquias de personajes religiosos importantes, las cuales no pueden ser puestas a la vista del público.

Michoacán

La reina de Morelia

A 350 kilómetros de distancia de la Ciudad de México, la capital del estado de Michoacán cuenta con una catedral de estilo neoclásico que fue concluida a mediados del siglo XVIII y los retablos que guarda en su interior “son de una exquisitez inigualable”.

Enclavada justo en el primer cuadro de la ciudad, la catedral de Morelia se alza majestuosa en bloques de cantera rosa, que a su vez rematan dos enormes torres, que no tienen competencia.

“Así fue diseñada, como una de las cuatro catedrales del país, con las torres más altas; nada es más alto que las torres de la catedral, la reina de la ciudad”, describe entusiasta Deborha López, especialista en patrimonio y turismo cultural, con una trayectoria de más de 25 años, quién admite que la pandemia disminuyó significativamente el turismo grupal.

De estilo barroco, las torres de la catedral miden 66.8 metros de altura. En su interior, de estilo dórico, se encuentran tres naves, de las cuales la principal esta sostenida por 14 columnas de cantera pulida y bien labrada de casi 20 metros.

En el altar mayor, se encuentra un baldequín conformado por cuatro columnas que soportan una hermosa bóveda, que a su vez en su interior resguarda a un Manifestador.

La escultura del Cristo crucificado llamado el Señor de la Sacristía, se encuentra en una capilla a la izquierda del altar principal. Esta hermosa pieza está hecha en un estilo influenciado por el arte precristiano de la “pasta de caña de maíz”, del siglo XVI.

Posee una corona de oro regalada a la iglesia por el rey español Felipe II en el siglo XVI.

En las orillas del centro histórico de la ciudad de Morelia, se encuentra el Santuario Guadalupano, una construcción del siglo XVIII, revestida de una sobria fachada del más puro estilo barroco. Su construcción inició en 1708 y concluyó en 1716, que originalmente perteneció a la orden Franciscana de la rama de los Dieguinos.

El historiador Ricardo Espejel Cruz, especializado en este templo, señala que “para el último cuarto del siglo XVIII, la ciudad de Valladolid (hoy Morelia) estaba circundada por templos dedicados a santas patronas: al norte, Santa María de los Urdiales, al sur, Santa Catarina Mártir, al poniente Nuestra Señora de la Merced y al oriente Nuestra Señora de Guadalupe”.

Su interior esta completamente detallado y decorado con adornos florales, donde resalta el rojo, el rosa y el dorado.

“La opulenta decoración que se observa en sus muros, bóvedas y cúpulas es una combinación de la técnica de escultura en barro de la tradición indígena con la técnica europea de yesería, según cita el sitio web de Ciudades Patrimonio Mundial, sobre este templo.

Espejel Cruz resalta otro de los secretos que esconde el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. “En la cruz ochavada que está en el jardín al norte del templo, que según algunos autores, es la cruz que se ubicaba en el panteón municipal de Morelia, en ella amarraban a los condenados a muerte para su fusilamiento”.

El Sol de Zacatecas / Concepción Ocádiz

El Sol de Tulancingo / Andrea Esparza

El Sol del Centro / Dalia Martínez

El Sol de Morelia

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