Apenitas arriba y a punto de caer

Apenitas arriba y a punto de caer
Gustavo Gordillo
¿Adónde tiran las clases medias? En términos de comportamientos políticos la incertidumbre económica a la que están sujetos estos estratos medios junto con la desconfianza en las instituciones democráticas básicas –partidos, congreso, tribunales– lleva a configurar un electorado extremadamente volátil, proclive a depositar su confianza más en personalidades que en partidos y muy sensible a narrativas emocionales y de corte conspirativo.

Expansión precaria. Con cambios demográficos significativos como la baja en la tasa de fertilidad y en el índice de dependencia debido a una mayor participación de la mujer en el mercado laboral, se sentaron las bases para que aún con una tasa de crecimiento muy baja del PIB por habitante, se ampliaran estos estratos medios; expansión fuertemente impulsada por el crecimiento del crédito al consumo –muy importante el crédito a la vivienda– en condiciones no sólo de estabilidad relativa de precios, sino sobre todo de caída de precios en artículos que conforman el patrón de consumo de estratos medios –electrodomésticos, por ejemplo. Esta es una expansión precaria porque depende del ingreso agregado de la familia, de la estabilidad de precios y, muy importante, de la ausencia de eventos personales –enfermedades, accidentes, etcétera– o nacionales, como los impactos de las crisis económicas.

Clases medias apenas. En un trabajo sobre las clases medias en América Latina patrocinado por CEPAL y la Secretaría General Iberoamericana (2010), Franco y Hopenhayn recuerdan la importancia que tuvo durante la etapa de sustitución de importaciones, el desarrollo de la clase media. La diferencia con esta etapa caracterizada por la globalización tiene varias aristas. Una de ellas tiene que ver con un tipo de movilidad social que lleva a lo que denominan tercerización espuria cuyas características son la informalidad, la precariedad y la inseguridad laboral.

Estratos. Por lo anterior resulta interesante la propuesta de Mora y Araujo (2007) para desagregar el conglomerado de estratos medios combinando las variables de empleo formal o por cuenta propia, y trabajo sindicalizado y no sindicalizado. De ahí surgirían cinco grandes segmentos: un estrato alto (cultura de la afluencia), un segmento medio compuesto de asalariados no sindicalizados (clase media competitiva), sindicalizados (cultura del sindicalismo activo), empleados por cuenta propia (clase media tradicional) y un estrato pobre inmerso en la cultura de la pobreza.

Cómo volverse clase media. El acceso al crédito al consumo jugó un papel importantísimo en este ensanchamiento de los estratos medios y en el advenimiento de una sociedad de bajo costo vinculada con el acceso a bienes de consumo duradero –televisores y lavadoras–, a una mayor conectividad –computadoras y celulares–, a paquetes recreativos –vacaciones y bienes culturales. La contraparte se expresa en niveles de endeudamiento que refuerzan la vulnerabilidad de estos sectores. Por ello resulta relevante el corolario que plantean Franco y Hopenhayn: Entre el entusiasmo de entrar, y el temor a caer, se columpia el imaginario de la clase media.

En el estudio México: país de pobres, no de clases medias. Un análisis de las clases medias entre 2000 y 2014, Graciela Teruel y sus colegas encuentran que México no es un país de clases medias, sino que sigue siendo mayoritariamente de pobres. Los niveles de vida adecuados para no ser pobre sólo se garantizan para 27.5% de la población mexicana. En este mismo panorama, la población en pobreza supera 2.3 veces a la considerada como clase media. Esta última, si bien es clasificada como no pobre, no deja de estar vinculada fuertemente con la situación de vulnerabilidad y, por lo tanto, con el riesgo de caer en situación de pobreza o de carencias múltiples.

Seguiré con este tema en mi siguiente entrega.

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