Tienditas: condiciones adversas
Según la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec), en los últimos meses sólo han reabierto 150 mil de las 300 mil tienditas que cerraron a consecuencia de la pandemia de Covid-19.
Además de haberse perdido la mitad de estos establecimientos, los que permanecieron en operación o se reincorporaron encaran un desplome en las ventas y las utilidades, lo que se traduce en que en la actualidad perciban únicamente entre 7 y 8 mil pesos de ganancias mensuales en promedio, frente a los 10 mil pesos registrados antes de la emergencia sanitaria.
La noticia es lamentable, pues las tiendas “de barrio” o “de la esquina” son un sector muy importante del comercio, tanto por representar puntos de venta de proximidad para millones de personas, e incluso el único medio de abastecimiento para los habitantes de zonas rurales o marginales, como por su papel de fuentes de autoempleo para alrededor de 750 mil familias, de acuerdo con datos publicados por la Anpec en 2018.
No puede soslayarse que antes de la pandemia los estanquillos ya enfrentaban diversas amenazas. En primer lugar, la depredación y la competencia desleal de los establecimientos de conveniencia; un estudio realizado por la Anpec en la ciudad de Monterrey, concluyó que por cada sucursal de una gran cadena de este tipo que abre, cinco tienditas de la esquina cierran de manera definitiva, y las que logran subsistir enfrentan una caída de 25 por ciento en sus ventas.
A ello se suman las prácticas monopólicas de compañías refresqueras y productoras de comida chatarra, las cuales usan su poderío económico para condicionarlas a vender únicamente sus mercancías.
A través de contratos de exclusividad draconianos, estas firmas reducen las ventas de los micronegocios, atentan contra las opciones de los consumidores, e impiden que los comercios locales sirvan de palanca para el desarrollo comunitario al cerrar la puerta a la producción artesanal y de las pequeñas industrias.
Ante la imposibilidad de las tienditas de la esquina para competir con las trasnacionales en despliegue publicitario y estrategias de posicionamiento, no queda sino llamar a los ciudadanos a hacer un consumo solidario que mantenga viva esta vital fuente de ingresos que es, adicionalmente, una pieza importante del tejido social de barrios y colonias.