Otro día, a la 1:51, desperté, mientras tosía y me asfixiaba, tras un sorbo de agua, con ojos entrecerrados de sueño, atenta, y escuché entonces a Leonard Cohen, que surgió, para rescatarme, con Like a Bird, On the Wire, yo, suelta y cómoda contra el respaldo acojinado y una almohada, vertical, escucho, digo, a Cohen, en Londres, en vivo, ya cerca de morir, tanto como en otra ejecución, joven, voz, guitarra, coro, banda, de 1979. Todas, canciones que los últimos días escucho, como digo, estrujada, una y otra vez, y que ignoro a quién me conducirán mañana, espero que al atardecer, aun cuando tormentoso. A quién me conducirán, Lennon, Dylan, Cohen, indispensables poetas, letra y composición musical propias, Elvis, que es la voz, estrujadora, voz única, unos y otros, que me estrujarán, y que me arrobarán, unos y otros, sin justificación que yo reconozca, confundida entre los tirones de tantas emociones, de tanta emoción. Ignoro quién, quiénes, se incorporarán a los llamados mientras yo siga buscando, sé bien a quién, y siga añorando, sé muy bien a quién, y a la expectativa: Surjan, amigos míos, Pavaroti; surjan amigas mías, María Callas; preséntenseme, arróbenme, acompáñenme, estrújenme, les suplico, ustedes no se arranquen de mi vida, no se me desprendan, no me dejen, sorpresiva, abrupta, injustificadamente, por favor, les suplico, yo, sin mayor poder, sin mesura; desbocados ustedes, como los recibo abierta, a lo que dicten mis emociones al escucharlos, a mi ánimo, a mi día a día, a lo que dispongan de mí, de mi vida
. Aquí debo, porque soy honesta, porque soy indiferente a todo lo que no sea seguir buscando a quién busco, seguir añorando a quien busco, a quien necesito a mi lado, quien es indispensable para que yo siga sonriendo, para que siga en acción. Aquí registro, no callo ni oculto, que, a quien busco y añoro, está conmigo, permanentemente, en forma de una nota musical que sube y baja, sin mayor ánimo de desarrollarse más allá, con la sola intención de acompañarme, de no abandonarme nunca.