Ana García Bergua describe en 18 relatos la experiencia de ‘Leer en los aviones’
Estos tiempos que pensamos muertos, en el trayecto de un lugar a otro, es cuando ocurren los sucesos inesperados en su libro de relatos Leer en los aviones.
La suerte perdida al abordar un barco en el Mediterráneo, el amor furtivo en un tren, el silencio incómodo al atravesar una autopista, son algunos de los puntos de partida de las historias de travesía y transición que suceden en medios de transporte.
“Todo ha cambiado muchísimo en estos dos años. Ahora que salen estos cuentos escritos antes de la pandemia, digo: ‘este mundo ya no está’”, señala en entrevista Ana García Bergua.
Es un libro prepándemico, hace notar la autora, “desde luego la dinámica de los viajes era muy distinta. Es como cuando piensas en antes de 2001 y las Torres Gemelas, cuando no te revisaban, ni te tenías que sacar los zapatos ni había control de los líquidos. Ahora, a raíz de la pandemia, hay controles de otro tipo; viajar se ha convertido en algo más complicado de lo que ya era”.
En el primer relato, titulado “Crimen y castigo”, un guiño al celebrado Dostoyevski, inicia el vuelo del libro publicado por Ediciones Era. “Era tratar de describir con cierta precisión el arte de la lectura, la posibilidad de perderse”. Y se le ocurrió este personaje que llevó la afición placentera por la lectura a un extremo. “Sí, es un homenaje a la lectura. Voy a decir un lugar común: toda lectura es un viaje; de alguna manera en el libro están imbricadas estas ideas”.
Los 18 relatos contenidos en la reciente publicación fueron escritos en un largo espacio de tiempo, que se inició aproximadamente en 2017, pero pensados con la finalidad de reunirlos. Tardaron en salir. Leer en los aviones se presentará el 10 de diciembre a las 19 horas en la Casa de Ediciones Era (Mérida 4, colonia Roma), con aforo limitado y medidas sanitarias habituales; además, se transmitirá por Facebook.
“En los trayectos pasan muchas cosas, era justo lo que quería hacer ver en estos cuentos: darnos cuenta de que tantas cosas pasan mientras lo que piensas es un tiempo muerto, y no sé si la idea sea que lo aprovechemos, porque luego suceden cosas horrendas, pero por lo menos que pongamos atención, que la vida no se nos vaya sin fijarnos.”
La narradora y cronista García Bergua ha transitado entre los géneros de novela y cuento. Ha publicado El umbral, Rosas negras e Isla de bobos, y obtuvo el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz por La bomba de San José, en la que evoca de manera divertida el humor de una urbe en que la autora apenas nacía.
Paisajes por pantallas
“Los pasajeros habían cambiado el paisaje por las pantallas de sus teléfonos”, advierte una voz omnipresente en uno de los cuentos. Al respecto, opina la escritora: “En un viaje que estaba haciendo me di cuenta de que estaba muy preocupada por fotografiar todo lo que veía y en mandarlo”. De repente, se detuvo con la idea: “¿Qué estoy haciendo? No estoy aquí, quién sabe dónde estoy, en mi celular, pensando en las personas que verán mis fotos, y me horroricé un poco. ¡Qué fuerte que nos arrastre esa cosa de las pantallas, la virtualidad y estar interconectados!
“A partir de la pandemia es hasta peor; asustados de ir a lugares, nos ha cambiado incluso el cerebro”, y ríe la entrevistada, con un sentido del humor que se percibe también en las páginas que nos hablan de personajes en transición.
El mundo cambió, y también la forma de describirlo, “pero no quiero ponerle mascarilla a todos mis personajes”, bromea. “Estamos observando el mundo de forma muy distinta, y escribir también es una manera de observar. Vamos a contar cosas distintas. Yo veo, por ejemplo, que mucho de la vida de los jóvenes está en lo que publicaron en Instagram y en WhatsApp. Es parte de la vida y va a aparecer más en las narrativas. Es curioso, no me mata. Toda esta experiencia de estar tan conectados de otras maneras por fuerza nos va a cambiar”. Eso sí, “toda la literatura y el arte buscarán ir más lejos, más allá de lo obvio. También de salir de nosotros mismos. Ahora sí que abrir horizontes”.