El I N P I Alberga una colección importante de arte tradicional indígena

Podrían ser cerca de 20 mil obras

Está arrumbado en el INPI desde hace años el valioso acervo de arte indígena

Otomíes que mantienen tomada la sede del instituto desde 2019 señalan que las piezas se hallan bajo llave

Hermann Bellinghausen
La Jornada

El edificio donde estaban las oficinas centrales del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), ocupado por la comunidad otomí residente en la Ciudad de México desde el 12 de octubre de 2019 por demandas no atendidas de vivienda y servicios básicos, ahora resulta que alberga una colección importante de arte tradicional indígena mexicano. El titular de la dependencia, Adelfo Regino Montes, lo destacó en una entrevista periodística, misma que aprovechó para informar que había levantado una demanda ante la Fiscalía General de Justicia de la CDMX contra el dirigente popular urbano Diego García, donde lo responsabiliza de los daños que pudiera sufrir el inmueble, y en particular el hasta ahora olvidado acervo artístico de la institución.

El origen de la colección de arte tradicional indígena data de hace al menos siete décadas, en el seno del desaparecido Instituto Nacional Indigenista, y terminó a cargo de la Comisión Nacional de Pueblos Indígenas (CDI) en el gobierno peñanietista, el cual la dotó de estas instalaciones en el pueblo de Xoco. El actual INPI habría heredado dicha colección. La Jornada visitó el inmueble ocupado y recabó información sobre dicho acervo, en su mayor parte inaccesible dentro de un almacén que no ha sido abierto por sus actuales ocupantes.

Los voceros de la comunidad otomí que ocupa y habita el edificio de seis pisos en el extremo sur de la alcaldía Benito Juárez, dicen desconocer si existe un catálogo completo de lo que podrían sumar miles; se habla de hasta 20 mil piezas, obra de artistas de pueblos originarios durante un siglo. Aunque no se ha exhibido nunca públicamente, tampoco era un secreto su existencia. El director del INPI, quien apenas si ha atendido las demandas de los, y, particularmente, las otomíes, procedentes de Santiago Mextititlán, Querétaro, ahora argumenta que la valiosa colección estaría en peligro.

El discurso y las demandas de los ocupantes, miembros del Congreso Nacional Indígena (CNI), se han difundido internacionalmente a partir de la reciente gira de los zapatistas de Chiapas por Europa, en la cual participaron algunas mujeres otomíes de este movimiento.

Entre los guías de La Jornada al recorrer hoy el edificio, está el propio Diego García, quien ha acompañado a las familias otomíes durante años, en sus luchas por predios en la colonia Roma.

García muestra una lujosa edición con piezas del acervo, publicada en 2016 por la CDI, que entonces dirigía la olvidable Nubia Mayorga. El libro Arte y memoria indígena de México da una idea aproximada de dicha reserva de notables obras de arte, que se compone de cerámica, textiles, lacas, miniaturas, fibras, instrumentos musicales, instrumentos de tecnología tradicional, joyería, lapidaria, orfebrería, herrería, esculturas, mobiliario, vidrio, impresos, piezas de madera y alfarería, entre otros.

Una mínima parte puede ser vista en las vitrinas del vestíbulo y el piso superior del edificio, donde despachaba el director del INPI hasta hace año y medio. Éstas permanecen intactas. En algunos casos, las vitrinas están cubiertas con carteles sobre las luchas indígenas, de los mismos que recubren los muros del edificio. En la planta, que da a la azotea, se localizan unas cinco vitrinas vacías que los ocupantes dicen haber encontrado así. Alguna conserva la ficha de la pieza ausente.

En ciertas partes del edificio permanecen como ornamento manteles y bordados tzotziles, piezas otomíes de 1948, ben’zaa de Atzompa, creaciones y pinturas sobre papel amate de Guerrero, máscaras de madera de diversa procedencia.

En su actual condición de vivienda y, desde agosto pasado, Casa de los Pueblos y Comunidades Indígenas Samir Flores Soberanes, las instalaciones se encuentran muy limpias y todo en perfecto orden. En los pisos intermedios, los cubículos sirven de vivienda a las familias otomíes, y en el quinto piso se acondicionó un auditorio y sala de juntas, aprovechando el mobiliario existente.

El citado acervo se encuentra bajo llave, tras una puerta que nadie ha abierto desde que las familias otomíes ocuparon la sede nacional del INPI. Los indígenas convocaron este viernes al director del instituto, Regino Montes, y al legislador Martí Batres, para insistir en sus demandas no cumplidas por las autoridades. También están invitados el CNI, los Doce Pueblos de Tecámac, el movimiento contra Bonafont en Puebla, el pueblo de Xoco, invadido por las inmobiliarias, y el Frente de Colonias de Ecatepec.

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