México y la democracia: centenario de Pablo González Casanova
Alberto Saladino García
Pablo González Casanova del Valle nació en la ciudad de Toluca el 11 de febrero de 1922, vivió su infancia en la Hacienda de Doña Rosa, propiedad de su familia. Hijo de Pablo González Casanova y Concepción del Valle Romo, obtuvo un título de contador privado, luego inició estudios de derecho que no concluyó por su interés en la historia de las ideas políticas al convertirse en becario de El Colegio de México, donde obtuvo el grado de maestro en historia con la guía y apoyo de Silvio Zavala y Alfonso Reyes. Coadyuvaron a su formación y lo influenciaron intelectuales del exilio español como José Gaos y José Miranda. Después viajó a Europa a continuar sus estudios; en la Universidad de la Sorbona, París, se doctoró en letras, con una tesis relativa a la sociología del conocimiento de la América española a través de la historiografía francesa, dirigida por Fernand Braudel, y además cultivó ideas filosóficas bajo la enseñanza de académicos como Jean Hipolytte y Étienne Gilson; allí conoció y se interesó en los planteamientos de Antonio Gramsci.
González Casanova es autor de los libros El misoneísmo y la modernidad cristiana en el siglo xviii (1948); Una utopía de América (1953); La ideología norteamericana sobre inversiones extranjeras (1955); La literatura perseguida en la crisis de la Colonia (1958); La democracia en México (1965); Sociología de la explotación (1969); Las categorías del desarrollo económico y la investigación en ciencias sociales (1977); Imperialismo y liberación en América Latina. Una introducción a la historia contemporánea de América Latina (1978); La nueva metafísica y el socialismo (1982); El poder al pueblo (1985); Estudio de la técnica social (1987); El Estado y los partidos políticos en México (1999); La universidad necesaria en el siglo xxi (2001); Las nuevas ciencias y las humanidades. De la academia a la política (2005).
En estas obras pueden localizarse planteamientos diversos, originales, complementados y enriquecidos con su amplísima obra de coordinación editorial y su producción hemerográfica. Aquí centraré mi atención en el tema germinal que ampara su posicionamiento de prominente intelectual comprometido con las mejores causas sociales: el tema de la democracia.
Antidogmático y popular
Las novedades de sus aportes estriban en haber realizado estudios acerca de la democracia con base en la perspectiva marxista, al abordarla, conceptualizarla, explicarla y vincularla al desarrollo del país, para lo cual la relaciona con tópicos como el autoritarismo, el colonialismo interno, la explotación, la ideología, el imperialismo, la lucha de clases, el nacionalismo, la revolución y el socialismo.
El aprendizaje de su marxismo fue un proceso que provino de la academia –en Francia aprendió sobre la democracia en textos de Antonio Gramsci–; de la familia –su padre simpatizó con el socialismo y él tuvo parentesco político con Vicente Lombardo Toledano–, y sobre todo de las influencias y exigencias de comprensión de las luchas sociales.
La virtud de su interpretación marxista no se redujo al cuestionamiento de la práctica del marxismo-leninismo, con lo cual se deslindó de posiciones dogmáticas, sino a apreciar tal corriente de pensamiento como producto teórico susceptible de ser enriquecido con la práctica y el conocimiento de la realidad.
Para probar sus contribuciones teóricas como marxista consumado, resulta pertinente ejemplificarlo con el tema de la democracia, asunto central en sus estudios y práctica social. En efecto, su propuesta de precisar la alternativa popular de la democracia es consecuencia de largas, rigurosas y sistemáticas investigaciones al respecto. La praxis de su accionar intelectual y político ha tenido como eje vertebrador el estudio y promoción de la práctica de la democracia popular.
Inició la revisión del tema de la democracia con el conocimiento e investigación de la situación de los pobres; luego arribó a la comprensión de que sin el empoderamiento de éstos es imposible la práctica de la soberanía, y sin la soberanía del pueblo no puede haber democracia; por eso culmina el perfil de su utopía con el planteamiento de que sólo con los pobres del mundo podrá lograrse la liberación de la humanidad.
Pablo González Casanova es pionero en el estudio académico de la democracia y de su compromiso intelectual con su práctica. Tres testimonios lo pueden confirmar: 1) La rigurosa y original investigación sobre la situación de la democracia en el país que le permitió sustanciar el libro –ya un clásico– La democracia en México; 2) su compromiso con la edificación de un régimen político auténticamente democrático, para lo cual se ha esforzado en apoyar iniciativas orientadas a la participación y fortalecimiento de organizaciones progresistas, específicamente al coadyuvar en la necesaria unidad de la izquierda electoral, para participar con éxito y posicionar esa orientación ideológica entre la ciudadanía. Así llegó apreciar la participación de la coalición de izquierda en el proceso electoral de 1979, que tuvo como organización articuladora al Partido Comunista Mexicano, en el marco de la reforma política de 1977 y, sobre todo, el proyecto de fusión de organizaciones políticas progresistas que dio origen al Partido Socialista Unificado de México (psum), al cual visualizó como instrumento capaz de encabezar el cambio revolucionario mediante la acumulación de fuerzas a largo plazo para la toma del poder popular; 3) apuntaló los resultados de su obra La democracia en México con sus esfuerzos de coordinación de estudios de caso en cada una de las entidades federativas y, específicamente, mediante el impulso de investigaciones relativas a la práctica de la democracia entre las organizaciones del pueblo, para dar cuenta de la emergencia popular, porque aprecia que el presidencialismo impedía la democracia desde abajo, cuyo declive parecía evidente a partir de la
década de los años ochenta del siglo xx y, en correspondencia, intuyó la emergencia de organizaciones populares donde sus formas
de organización delatan la práctica de la democracia desde abajo, testimonios del ejercicio de la democracia directa.
Democracia incluyente vs. democracia de los caciques
Varios de sus estudios, productos de la observación de esa praxis, le permitieron advertir otro tipo de democracia, contraria a la exclusionista, directa e incluyente, que lo llevó a concluir: “la falta de una democracia incluyente explica el fracaso de cada uno y de todos los proyectos humanistas”. Más aún, esa percepción le posibilitó esclarecer que el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994 en Chiapas tuvo como consecuencia exhibir la “democracia de los caciques”. Su concepción sobre la democracia resulta amplia, al trascender la visión formal o electoral y abarcar aspectos culturales, económicos, políticos y sociales, de carácter incluyente y sin injusticias. Así, a Pablo González Casanova le cabe el mérito de ser el primer intelectual mexicano en teorizar la idea de democracia a partir del estudio y conocimiento de la realidad nacional.
Reivindicar la democracia directa, participativa, que está imponiendo la ciudadanía en el México de hoy, tiene en Pablo González Casanova su pionero y precursor –el intelectual mexicano de mayor influencia, por lo que sobran motivos para homenajearlo en el centenario de su nacimiento–; su legado es expresión dialéctica del sentimiento del pueblo en el amanecer de una nueva época histórica de la nación.