Bemol sostenido
Alonso Arreola
La Jornada Semanal
Algunos años antes de morir, nuestro padre nos dijo que estaba trabajando en una biografía de don Rubén Fuentes, hijo preclaro y predilecto de Ciudad Guzmán, otrora Zapotlán el Grande, Jalisco. Ello tenía sentido pues ya había escrito y publicado muchas cosas sobre su propio padre, también nacido en aquellas tierras donde abundaron gentes notables. José Clemente Orozco y Consuelito Velázquez, verbigracia, encontraron su impulso natal allí mismo, entre campos de maíz y una delgada laguna.
Incluso nos pidió que nos involucráramos en el proyecto biográfico, nuestro padre. Pero la relación que teníamos con él venía averiada de tiempo atrás y desistimos. Eso no impidió que en algunas ocasiones compartiera su impresión de aquellos encuentros con el músico longevo a quien tanto debe el sonido del mariachi contemporáneo. Porque de allí viene la polémica sobre don Rubén, recién fallecido el 5 de febrero; de la manera como transformó la dotación instrumental para conseguir arreglos de estridencia internacional.
Claro que no fue el único ni el primero en añadir trompetas y violines extra a los conjuntos que sonaban principalmente en zonas urbanas. Pero sí fue quien más aprovechó los dividendos que daba el traje de gala de los charros una vez que portaban guitarra y cantaban tras entonarse con un trago de tequila. Mucho antes de esa estampa, la música del Bajío ocurría con bandas reducidas y atuendos más sencillos, de trabajo y campo. Pero con la venida de la época del cine de oro en México todo cambió, lectora, lector.
Aquel fue el entorno perfecto para que don Rubén compusiera, arreglara o dirigiera numerosas partituras y agrupaciones que veían en él a un descubridor, visionario y adalid de la música nacional. ¿Quiere ejemplos? Comencemos por algunas de sus canciones e intérpretes más conocidos, luego señalemos a la legendaria agrupación que comandó desde la juventud y hasta su muerte.
¿Ha escuchado “La Bikina” con Luis Miguel y “100 años” con Pedro Infante? ¿O qué tal “Ni princesa ni esclava” con Vikki Carr? ¿Le suena “Qué linda es mi tierra” con Javier Solís? Tal vez recuerda el disco Canciones de mi padre, de Linda Ronstadt, ganador de un Grammy… Hablamos de centenares de piezas con las que llegó a la cima del género vernáculo, muchas veces en sabia coautoría. Lo grabaron José José, Pepe Jara, Miguel Aceves Mejía, Jorge Negrete, Flor Silvestre, Lola Beltrán, Marco Antonio Muñiz, Julio Iglesias, Estela Núñez, Rocío Dúrcal, Fernando de la Mora y Los Tres Huastecos, por nombrar algunos.
Ahora bien, no podemos soslayar que su relación con muchos de estos nombres comenzó en los años cincuenta, cuando fue director general y luego director artístico del mítico sello RCA Victor. Allí dejó de tocar para abocarse a la producción musical, por lo que no es extraño que años después dirigiera el Encuentro Nacional del Mariachi y la Charrería, en Guadalajara. Esto le permitió sobrevolar y dominar todo cuanto ocurría en el mundo ranchero.
Ahora, ¿le suena el nombre de Mariachi Vargas de Tecalitlán? Fundado hace 125 años, es el conjunto más longevo de su especie. Pues bien, Rubén Fuentes entró a sus filas en 1944, cuando llegó a Ciudad de México. Tenía dieciocho años. De pianista pasó a arreglista y director musical para luego ser director artístico y general, cargo que ostentó hasta su muerte, contando ya noventa y cinco de edad. Estando allí le puso el sobrenombre de “El mejor mariachi del mundo”, integrándolo con un arpa, una vihuela, una guitarra, un guitarrón, tres trompetas y no uno, ni dos, ni tres sino siete violines.
Dicho todo esto, nos preguntamos qué habría sucedido si hacemos caso a nuestro padre y terminamos trabajando en la vida de don Rubén. Qué gusto hubiera sido conocerlo. Pero de nada sirve imaginarlo. Tal vez el pendiente que sentíamos con él debía acabar aquí, en este reconocimiento y con este punto final. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.