De barrio de esclavos, al más famoso de Veracruz; esta es su historia
Es una mujer de semblante fuerte, que desborda energía mientras conversa. Su distintiva cabellera blanca, muestra los años que ha dedicado al activismo social en el puerto
Veracruz, Ver.-
Noemí Palomino Galván, es una mujer de semblante fuerte, que desborda energía mientras conversa. Su distintiva cabellera blanca muestra los años que ha dedicado al activismo social en el puerto de Veracruz.
Su principal lucha, la de toda la vida, es para que el tradicional barrio de La Huaca y su gente sea reconocido como uno de los mayores tesoros de la cultura y el folklor jarocho.
La maestra Palomino, es integrante de una familia con más de cien años de arraigo en el barrio de la Huaca, heredera en tercera generación de su hogar, que ahora deja a sus hijos y nietos.
En la lucha social y el activismo, recuerda que empezó desde muy joven, influenciada por su madre, empleada telefonista que lucho para que a las mujeres les pagarán los mismos sueldos que a sus compañeros hombres.
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“En el activismo empecé desde muy joven, yo me formo en una familia en donde mi mamá fue teléfonista y la actividad social la aprendimos desde casa, porque mi familia siempre luchó por los derechos de La Huaca”.
Desde entonces, dice que le fue sembrada la semilla de hacer un cambio en su barrio. Justamente fue con su madre con quién se propuso cambiar las condiciones de sus vecinos.
Lo primero que hizo fue procurar un cambio en la educación de las personas.
Ella se propuso cambiar eso y comenzó a luchar por acercar la educación a sus vecinos. Para cumplir su meta se preparó como maestra de primaria, desde donde alentó a varios alumnos a seguir adelante con sus estudios.
Noemí Palomino, siguió su carrera profesional a la par de mantener su activismo social, de ser maestra de primaria pasó a ser directora y, posteriormente Comisionada de la Secretaría de Educación para el programa de Apicultura en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río.
“Cada que tenía oportunidad de pararme frente a un candidato siempre le llevaba la misma cantaleta del Barrio de La Huaca”.
Lo anterior le trajo frustraciones en muchas ocasiones, pero su lucha incansable hizo que los políticos voltearan a ver sus exigencias.
Acompañada de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así como de investigadores de la Universidad Veracruzana (UV), logró integrar un proyecto de reconocimiento de la memoria histórica de La Huaca.
El primer gran avance que considera en todo lo anterior, fue el reconocimiento para que se reconociera al patio La Favorita, como el más antiguo de todo el barrio, y con ello la protección sobre sus edificios.
Los siguientes pasos fueron incansables gestiones con autoridades desde el 2008 a la fecha, ante quienes se logró la construcción de lo que hoy en día es un corredor turístico que abarca todo el callejón Toña La Negra, desde Emiliano Zapata a Doblado y de Doblado a Víctimas.
Sin embargo su trabajo en favor de sus vecinos no ha parado ahí, platica que también ha logrado convenios diversos con distintas universidades, entre ellas la Universidad Veracruzana y la Universidad Colón, donde ha llevado brigadas de salud en beneficio de los habitantes.
Conocedora del lugar donde nació y creció, recuerda la importancia histórica y cultural que tiene el barrio de La Huaca, al ser uno de los asentamientos populares más representativos del folklore jarocho y reservorio de una identidad forjada a través de 300 años de historia.
Habitado desde la Colonia por esclavos de origen africano que levantaron sus viviendas en las márgenes del río Tenoya utilizando los maderos provenientes de los naufragios, el barrio de La Huaca, constituyó el único hogar posible para las miles de personas que, a partir de 1800, arribaron al Puerto de Veracruz para incorporarse a las actividades portuarias y al comercio, huyendo del hambre, la esclavitud y la miseria rural.
De ser un bohío contiguo al cementerio de los menesterosos, poblado apenas por 500 esclavos negros y mulatos durante el siglo XVII, La Huaca se convirtió, al finalizar la fortificación de Veracruz en 1790, en el barrio de los pescadores, de los jornaleros y cargadores, de los pregoneros, de las lavanderas, de los artesanos y los músicos, de los inmigrantes que empeñaron la fuerza de sus cuerpos en los muelles y posicionaron al puerto como uno de los más importantes de América.
Ha sido escenario de algunos de los sucesos más relevantes del siglo XX.