En esta revolucionaria era digital, tan justamente celebrada por las posibilidades de comunicación que ofrece: teléfono gratuito a países lejanos por WhatsApp como por teléfono fijo a muchas naciones, correo electrónico, la telecomunicación que permite el trabajo a domicilio tan útil durante el apogeo de la pandemia, compras con entrega a domicilio, juegos, películas, música…, en esta nueva era, pues, ya no responde una voz humana al teléfono en ningún servicio. Después de dejar sonar la llamada un lapso más o menos largo antes de escuchar una voz grabada con fondo musical que indica un tiempo de espera o sugiera telefonear más tarde, otra grabación propone varias alternativas que podrían responder a las necesidades del cliente: urgencias médicas, pasaportes, matrimonios, divorcios, defunciones, quejas. Cuando se ha marcado la cifra propuesta para acceder al servicio que se busca y se cree que, al fin, alguien va a contestar, otra voz grabada ordena que se envíe un correo electrónico indicando lo que se desea para obtener una cita. Desde luego, la cita es digital y, para obtener una respuesta, se solicita un papelerío administrativo con los datos indispensables. En cuanto a horarios y tarifas de trenes o aviones, se avisa que se debe pasar por internet para obtener la información. Y punto final para quien no tiene una computadora o muchas personas de edad para quienes es muy difícil manipular los modernos aparatos. Kafka quedó atrás.
Así, hemos entrado en una nueva era, la de la revolución numérica. La Historia retiene que el descubrimiento de la imprenta por Gutenberg representó una revolución capital en la época cuando su aparición transformó el mundo. Hoy asistimos quizá a una revolución tan importante que modificará profundamente todo nuestro sistema de intercambio y de comunicación. Las nuevas generaciones son formadas para usar el lenguaje numérico. En vez de aprender las lenguas antiguas, latín o griego, los jóvenes aprenden a servirse de una computadora para comunicar e incluso para leer. El libro impreso puede ser remplazado por aquel que puede leerse en la pantalla de su propio aparato portable o fijo. Es posible consultar una biblioteca entera por internet. Este progreso de la técnica puede tener consecuencias tan importantes como el progreso de la invención de la imprenta en la época de Gutenberg. Es necesario examinar con atención toda evolución para distinguir sus avances y sus retrocesos, sus ventajas y sus defectos.