Variedad de títulos brinda la semana de cine alemán con un total 16 largometrajes y cortometrajes

La 21 semana de cine alemán
Carlos Bonfil
Comúnmente agosto suele ser para muchos cinéfilos un mes particularmente ingrato. Con las vacaciones escolares, la cartelera comercial suele saturarse (más todavía que en tiempos normales) con películas de superhéroes y otras grandes producciones hollywoodenses, reservando un espacio muy reducido y una promoción escasa a las cintas de mayor calidad artística que algunas distribuidoras liberan a cuentagotas. Precisamente por esa escasa difusión de ofertas alternativas, se vive la sensación durante el fin de verano que no hay nada nuevo que ver en cine y por ello pudiera ser preferible permanecer en casa, zapeando las propuestas de las plataformas digitales o aventurándose a una temporada más de alguna serie favorita.

Por fortuna, la sensación de toparse con sólo nulidad artística al revisar las carteleras, resulta engañosa si se considera ese otro tipo de saturación, más estimulante, que ofrece el circuito fílmico alternativo en varias salas pequeñas y de modo especial en la muy concurrida Cineteca Nacional. Una muestra elocuente de esta gran diversidad de opciones de entretenimiento cultural es la exhibición paralela de una semana de cine japonés, con copias muy raras, algunas excelentes, de cintas clásicas de Naruse, Mizoguchi, Yamanaka, Ozu, entre otros, y la tradicional semana de cine alemán con películas muy recientes, algunas premiadas en festivales internacionales. Si a ello se añade la buena programación durante este mes del festival MicGénero y del festival de cine infantil Matatena, se entiende que es imposible aseverar, a estas alturas, que no hay nada nuevo en el panorama de exhibiciones de buen cine o la falta de espectadores, sobre todo cuando una cinta como El hijo único (Yasujiro Ozu, 1936) es aplaudida al final, en una sala llena, con un público predominantemente joven. Algo realmente notable.

Un fenómeno parecido de recepción exitosa podría suscitar la gran variedad de títulos muy sugerentes que brinda la semana de cine alemán con un total 16 largometrajes (12 de ficción, dos documentales y dos cintas infantiles), y cortometrajes y proyecciones especiales como Nosferatu, una sinfonía del horror (F.W. Murnau, 1922), en excelente copia restaurada y musicalización en vivo a cargo del compositor Julián Lede, una experiencia única que convendría repetir en algún nuevo espacio. Como cada año, la programación incluye un tributo fílmico a una figura literaria alemana. El año pasado fue el turno de la escritora, militante de izquierda y exiliada en México, Anna Seghers; esta vez, se trata del enigmático escritor B. Traven (para algunos de nacionalidad alemana; para otros, estadunidense), que también vivió en México, y de quien se llevaron a la pantalla varias obras de ficción. El ciclo que se le dedica proyecta El tesoro de la sierra madre (John Huston, 1948), El barco de la muerte Das Totenschiff, Georg Tressler, 1959 –estreno en México), y tres cintas de Roberto Gavaldón: Macario, 1959; Días de otoño, 1963, y Rosa blanca, 1972.

La selección de largometrajes de ficción y documentales gira esta vez en torno del tema Identidades, como un reflejo sintomático de la crisis moral por la que atraviesa una Europa aquejada por la proliferación de tentaciones políticas autoritarias, producto de una xenofobia racista a menudo incontrolable. Las tensiones entre una fuerte presencia de inmigrantes y una población local que teme verse demográficamente rebasada, cuando no remplazada (según las paranoias de una extrema derecha vociferante), alimentan más de un relato, ya de manera explícita, ya de un modo simbólico. Así, en Bien podríamos estar muertos (Natalia Sinelnikova, 2022), los vecinos de un enorme conjunto habitacional le hacen la vida imposible a la mujer de origen polaco encargada de la vigilancia. Su respuesta será fulminante. En El príncipe (Lisa Bierwith, 2021), la protagonista de 40 años sucumbe a la infatuación sexual y amorosa por un hombre congolés, misterioso negociante de diamantes, quien a sus ojos brilla soberanamente, sólo para descubrir que ella es la única fabricante de ilusiones tóxicas. Dos documentales bien armados, Detrás de los titulares (Daniel Andreas Sager, 2021), sobre la revelación periodística de escándalos de la ultradederecha gubernamental austriaca, y Amor, marcos alemanes y muerte (Cem Kaya, 2022), sobre la historia musical de la inmigración turca a Alemania, se añaden a una buena programación de contrastes interesantes, cuyas funciones concluyen el próximo 21 de agosto. Imperdible.

Sinopsis, horarios y sedes: www.goethe.de/cinefest y www.cinetecanacional.net

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