La detención del felón estelar de la masacre de Ayotzinapa y la jaula de oro para la primera actriz

Tomar la palabra

Agustín Ramos

Bajo el signo de Marte

La detención del felón estelar de la masacre de Ayotzinapa, en conjunción con el otorgamiento de una jaula de oro para la primera actriz de la Estafa Maestra, ejerce influencias favorables para la impunidad y representa un signo nefasto para la justicia. El aspecto empeora cuando se agrega a tal alineación la entrada de la Suprema Corte intentando eliminar la prisión preventiva oficiosa. En paralelo, abarcando todo el espectro de la buena y la mala fe, el traslado de la Guardia Nacional (GN) al Ejército propicia toda suerte de augurios.

 

* * *

Cuando la partidocracia y los poderes fácticos tenían la sartén por el mango, propugnaban aumentar las funciones militares de las fuerzas armadas para perpetuarse en el gobierno aun contra la voluntad mayoritaria. Pero cuando el cartel electoral no tuvo de otra que reconocer como presidente constitucional a AMLO, éste no restringió las funciones de las fuerzas armadas a la seguridad pública sino que las extendió a otros ámbitos civiles. Así, mientras la derecha quería aumentar las funciones militares de las fuerzas armadas, el gobierno federal presente les aumentó sus funciones civiles. Esta clara diferencia de propósitos, empero, no les basta a quienes, por impostura o por convicción, alertan sobre la militarización y sus consiguientes riesgos.

 

* * *

Lo primero que sobresale es la consigna presente en el espectro radiofónico y televisivo de la derecha, que ayer editorializaba hasta con las cejas y hoy es además un vertedero de mentiras casi químicamente puras; en el vociferar de las y los legisladores Mcprianistas y, desde luego, en la propaganda unánime de la prensa escrita y de las élites académicas. Sobresale porque es voluminosa, es decir estridente, hipócrita y masiva. Y su mejor síntesis es la frase sibilina de Luis Carlos Ugalde: “Militarización, victoria pasajera”, que por un lado contiene la amenaza de otro “haiga sido como haiga sido” para el futuro y, por otro, omite la génesis, el desarrollo y el móvil que sacó de los cuarteles a los militares: la urgencia de legitimidad tras el fraude electoral de 2006.

 

* * *

Hay quienes, pese a apoyar al gobierno de AMLO, critican severamente el traslado de la GN al mando militar. En mi opinión, sus voces representan el “pesimismo de la razón” que puede –y debe– complementarse con el “optimismo de la voluntad” expresado sin fines de publicación por el poeta Javier Contreras Villaseñor, quien pone en su dimensión justa el triunfo electoral de López Obrador, tomando en cuenta que los poderes del capitalismo delincuencial aún conservan la fuerza en la que éste basa su lógica de terror y explotación. El poeta expone las limitaciones de la GN, en tanto fuerzas armadas que no son pueblo en armas; así mismo, califica la actual situación de “peligrosísima en sus potenciales derivaciones”, pues la articulación de la GN al ejército sucede a falta de un desplazamiento a favor de “las lógicas sociales populares”. Su luminosa reflexión concluye así: “Creo que la tarea nuestra, abajo y a la izquierda, es construir la articulación política de los sujetos sociales que produzca ese desplazamiento necesario.”

 

* * *

Todo propósito político parece benéfico o perjudicial según los intereses y el discurso de las clases que lo proponen o se le oponen. Amén de ello, es un hecho incontrovertible que el actual gobierno partió de una catástrofe en salud, economía, educación, seguridad… Lo ideal sería no militarizar los ámbitos civiles sino civilizar los ámbitos militares –con milicias populares, por ejemplo–, pero una victoria electoral, aun siendo tan grande como la de 2018, no es suficiente.

Esta entrada fue publicada en Mundo.