Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2022.
Mircea C?rt?rescu y la cartografía de la memoria
Alejandro García Abreu
Los recuerdos
Navegante del mundo onírico, devoto de Mnemosyne, Mircea C?rt?rescu (Bucarest, 1956) ha desarrollado una obra exquisita, depositaria de sueños y de recuerdos. El escritor rumano fue galardonado con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2022.
De su obra destacan El Levante (1990), Nostalgia (1993), Lulu (1994), la trilogía Cegador (1996-2007), Las Bellas Extranjeras (2010), El ojo castaño de nuestro amor (2012) y Solenoide (2015), libros publicados en español por Impedimenta –editorial madrileña– y traducidos por Marian Ochoa de Eribe.
El mundo onírico
En el ensayo “Mircea C?rt?rescu et la carte de la mémoire et des rêves” [Mircea C?rt?rescu y el mapa de la memoria y de los sueños], la cartógrafa e historiadora Nathalie des Palmes citó el siguiente pasaje del acta del jurado del Premio Formentor de las Letras 2018: “En su obra [C?rt?rescu] evidencia la realidad de la cartografía de la memoria, la libertad de la imaginación y la pulsión de los deseos.” Des Palmes trazó un mapa mental del escritor rumano. La autora sabe, como me dijo C?rt?rescu en una ocasión, que primero “deberíamos vincular la memoria con el sueño. Nuestros recuerdos más remotos se parecen a los sueños. Tienen la misma raíz.
Los poetas intentan recuperar esa memoria
primordial.”
Una conversación
Durante una entrevista que sostuve con Mircea C?rt?rescu, su obra se iluminó. Reproduzco cuatro fragmentos.
–“Luego partiremos hacia el Levante. He hablado con Irina y ya hemos decidido lo que vamos a hacer”, escribiste casi al final de Solenoide. ¿Qué significa la partida hacia el Oriente?
–La partida hacia el Oriente es la renuncia a la salvación individual del protagonista. Él prefiere compartir el destino de sus seres queridos. Y en general el destino de la humanidad, aunque sea un destino trágico.
–En El Levante y en Solenoide la última página queda mojada con lágrimas. ¿Cuál es el motivo del llanto final en los dos libros?
–Es el llanto del autor. El mio, personal. Acabar un libro es un evento extremadamente traumatizante. Concluí los libros con lágrimas en los ojos porque yo escribo para vivir en ellos, por eso también los escribo tan extensos para poder vivir ahí cuanto más tiempo sea posible. Finalizar un libro es similar a la expulsión del paraíso.
–¿Entras en una etapa de duelo?
–Cuando acabo un libro entro en un período en el que ya no puedo escribir, de desgaste total. Es muy complicado para mí atravesar esos desiertos. Felizmente hasta ahora también he encontrado oasis en esos desiertos y espero que los siga hallando en el futuro.
–Borges es uno de tus autores predilectos, como Nabokov. ¿Quiénes conforman tu canon personal?
–Lo conforman aquellos escritores a los que yo considero los más grandes y los más verdaderos: Dostoievski, Kafka, Sábato. Los grandes clásicos: Dante, Homero, Shakespeare. Esos son los escritores que no ascendieron a la ciudadela de la literatura, sino que nacieron en ella.
Poesía y Naturphilosophie
Días después del anuncio del galardón, recibí una carta de la botánica Camille Arroyo, investigadora, como Adrià Casinos, del marco histórico-cultural en el que se desarrollaron Georges Cuvier –considerado fundador de la anatomía comparada– y el filósofo Georg Wilhelm Friedrich Hegel, y del fenómeno de conexión que estableció entre ellos la Naturphilosophie.
En la misiva reprodujo fragmentos de poemas de Mircea C?rt?rescu –uno de ellos dedicado a Cuvier, referido por Arroyo como “el anhelo de las flores y de las plantas”–, incluidos en Poesía esencial (traducción de Marian Ochoa de Eribe y Eta Hrubaru, Impedimenta, Madrid, 2021), antología realizada por el propio autor de sus poemas escritos durante la primera etapa de su oficio. En Todo (1985) se lee: “quédate a mi lado, piensa en mí,/ trátame con ternura […]. quédate a mi lado, apóyame.// compréndeme, ámame […], sé mi amada permanente./ olvidemos las reglas del juego, olvidemos que el sexo es una jungla./ acerquémonos, lleguemos a un equilibrio”. Y en Amor (1994) escribió: “sólo distingo el mundo/ como desde el remolino de Borges./ me he despertado del sueño en el que/ los colores hablaban/ los olores iluminaban/ y el mundo era/ una estructura de cristal y turrón/ una vértebra de terciopelo/ descubierta por un Cuvier vegetal”.
A sus treinta y ocho años de edad, Mircea C?rt?rescu constató en un poema que su destino sería el laberinto de Borges, después de estudiar a un naturalista francés del siglo XVIII y la Naturphilosophie, y de comprender la poesía que atañe al extraordinario mundo de los seres fotosintéticos y autótrofos.