Joan Manuel Serrat De la nova cançó al fin de la dictadura
Xabier F. Coronado
Enraizado biológica y socialmente en lo popular, estuvo en condición de encontrar palabras comunicantes para expresarse al nivel de miles y miles de personas.
Manuel Vázquez Montalbán
La vida profesional de un artista parte siempre de un origen y tiene un desarrollo posterior que lleva a la madurez creativa. La uniformidad de ese proceso se individualiza al contrastar el momento en que el autor alcanza el pináculo de su creatividad. Aunque la lógica nos induce a pensar que éste llega tras haber recorrido buena parte de su trayectoria, son habituales los ejemplos que no encajan en este patrón.
Lo dicho anteriormente se confirma al estudiar el amplio legado, urdido durante sesenta años de vida profesional, del cantante y compositor Joan Manuel Serrat. Cuando lo analizamos, nos damos cuenta de que alcanzó el esplendor creativo mucho más cerca del origen que del final de su larga singladura. Para comprobarlo basta con repasar los comienzos de su carrera, un ciclo que abarca la primera de las seis décadas de su actividad artística.
Orígenes y Nova Cançó
Tenía una casa sombría que madre vistió de ternura y una almohada que hablaba y sabía de mi ambición de ser cura…
Joan Manuel Serrat
Juan Manuel Serrat Teresa nace el 27 de diciembre de 1943 en el Poble-sec, barrio popular de Barcelona situado en las laderas de Montjuïc; hijo de un obrero catalán y una campesina originaria de Aragón. Sus primeros años están evocados en la canción “Mi niñez”, donde devela nostálgicos reflejos de su infancia. En la adolescencia cursa el bachillerato laboral, se titula como tornero fresador y, después, estudia una ingeniería técnica en la Universidad Laboral de Tarragona, donde se gradúa como perito agrícola.
Joan Manuel Serrat se presenta por primera vez al público en 1964, cuando canta en el programa “Radioscope”, un magazín musical que dirige Salvador Escamilla en Radio Barcelona. El periodista contacta al cantautor con Edigsa, la compañía discográfica fundada en 1961 por el empresario Ermengol Passola para grabar a los integrantes de la Nova Cançó. Años después, en un libro homenaje a la labor de Salvador Escamilla, aparece un texto de Serrat, “Postdata”, dedicado a quien le había ayudado a dar a conocer sus canciones:
Gracias, amigo. Por darme la primera, la segunda y la tercera oportunidad de cantar en público. Por ayudarme a aprender el oficio de cantar. Por confiar en mí. Por reconocerme cuando me han negado. Por defenderme cuando me han proscrito. Por tu fuerza, que aún me hace caminar…
En 1965, Serrat se suma al grupo Els Setze Jutges (los dieciséis jueces), que reúne a los fundadores de la Nova Cançó, y participa en un festival celebrado en Espulgues de Llobregat junto a otros integrantes del movimiento cultural catalanista. Ese año graba su primer ep (Una guitarra) con los temas “Ella em deixa”, “La mort de l’avi” y “El mocador”. En 1966 aparece el segundo, Ara que tinc vint anys, con “Quan arriba el fred”, “El drapaire” y “Sota un cirerer florit”; y en 1967 publica su tercer ep, Cançó de matinada, que incluye “Me’n vaig a peu”, “Paraules d’amor” y “Les sabates”. También lanza un lp recopilatorio que contiene nuevas canciones: “La tieta”, “Balada per un trobador”, “Els titelles” y “Cançó de bressol”. En 1968 graba con Edigsa un trabajo de diez temas, Cançons tradicionals, la mayoría en versión de Antoni Ros-Marbá.
Joan Manuel Serrat promociona su música en recitales con otros integrantes de la Nova Cançó; el director de Edigsa, Claudio Martí, se aventura a darlos a conocer en Madrid y consigue que el Colegio Universitario Lasalle brinde sus instalaciones para presentar a los cantantes catalanes. Es la oportunidad de promocionar el movimiento musical que se está desarrollando en Catalunya y sus canciones comienzan a escucharse entre la juventud madrileña. En uno de aquellos conciertos se presenta Serrat y, al día siguiente del recital, el responsable de los programas El gran musical y Los 40 principales, Rafael Revert, aprovecha la ocasión para invitarlo a cantar en los estudios de Radio Madrid; es la primera vez que se escuchan sus canciones en una cadena nacional.
Popularidad: el trance de Eurovisión
Serrat tenía el don de contarnos lo que conocíamos y lo desconocido, lo deseado, lo inalcanzable.
Antonio Muñoz Molina
El año de 1968 supone para Serrat el salto a la popularidad. Su música se difunde en emisoras de radio de todo el país, le hacen entrevistas en la prensa especializada y tanto su nombre como su voz se van filtrando en los hogares de la España franquista. En esa época, uno de los eventos musicales de más repercusión en Europa era la celebración del festival de Eurovisión, un concurso de canciones donde competían las televisiones públicas europeas presentando un cantante nacional.
En la España del tardofranquismo –término que se acuña para referirse a la segunda fase de la dictadura (1959-1975)–, el festival de Eurovisión posee una alta cota de interés, tanto para el gobierno, que quiere promocionar una España diferente, como para la ciudadanía, que aprovecha el evento para echar una mirada al exterior y descubrir las modas que se imponen en los países europeos. Desde el comienzo de la década de los sesenta los cantantes españoles en el festival de Eurovisión eran afines al régimen; Conchita Bautista y Raphael habían representado dos veces al país en los últimos años, pero en 1968, tras una encuesta realizada entre personas vinculadas al medio artístico, la creciente popularidad de Serrat avala la candidatura para su elección como representante español en el xiii Festival de Eurovisión, que se iba a celebrar el 6 de abril en el Royal Albert Hall de Londres.
Después del nombramiento, Televisión Española emite un programa especial para justificar la nominación de un joven que canta en catalán como abanderado nacional en el festival europeo, un hecho que para muchos resultaba inconcebible (https://www.youtube.com/watch?v=Q-vq6J8rBUE). Durante el programa, “Juan Manuel Serrat” interpreta cuatro canciones en catalán y tres en castellano de reciente composición: “El titiritero”, “Mis gaviotas” y “Poema de amor”. El cantante es promocionado con una imagen de joven normal con aire melancólico, de pelo corto y ataviado con pantalón de pana, trenca y bufanda. Para su lanzamiento graba el tema que va a cantar en el festival: “La, la, la”, una pegadiza composición del dúo Dinámico.
A pesar de la controversia suscitada por su designación todo parece ir sobre ruedas, pero tres semanas antes del festival surge el conflicto: el cantante sorprende a todos al manifestar que quiere interpretar en catalán la canción compuesta originalmente en español. La dirección de la cadena televisiva rechaza tajantemente su pretensión y es sustituido de inmediato por la cantante Massiel. A partir de ese momento, Serrat entra en la lista negra de la censura franquista, siendo sus grabaciones vetadas en los medios de comunicación.
El camino propio: maduración y exilio
Siempre he condenado la postura represora del gobierno franquista, por eso aplaudo la decisión
del señor Echeverría de romper todo tipo de relaciones con el gobierno de Franco.
Joan Manuel Serrat, México, septiembre de 1975.
El episodio de Eurovisión produce en el cantautor catalán un efecto detonante, una catarsis que le permite afianzarse en su propio camino. También entre los integrantes de Els Setze Jutges se suscita una crisis, provocada por la profesionalización de los artistas que se habían ido incorporando y la iniciativa de algunos de grabar canciones en castellano. Los que habían comenzado a finales de los cincuenta con el movimiento catalanista se fueron apartando y los nuevos componentes ampliaron y diversificaron la propuesta original.
A pesar del veto, la popularidad de Serrat sigue creciendo y son cada vez más frecuentes las actuaciones ante el público para presentar sus nuevas composiciones. En 1969 graba La paloma, un disco memorable con canciones en español que cosecha gran éxito. A finales del mismo año aparece Dedicado a Machado, uno de los hitos más importantes de su carrera por la repercusión que tiene en los países de habla hispana. A lo largo de este período, adapta y musicaliza poemas de varios autores: León Felipe (“Vencidos”), Joan Vergés (“El vell”), Ernesto Cardenal (“Epitafio para Joaquín Pasos”). En 1972 graba su primer disco de homenaje a Miguel Hernández, que completaría años después con un segundo trabajo dedicado al poeta de Orihuela. Durante su larga trayectoria, Serrat seguirá poniendo música a los versos de poetas españoles y latinoamericanos: José Agustín Goytisolo; Sabines, Benedetti, Cernuda, García Lorca y Neruda, entre otros. También compone un disco con poemas de Joan Salvat-Papasseit: Res no és mesquí (1977).
Siguiendo con la discografía de sus primeros años, en 1970 aparece el “disco blanco”, Mi niñez, con temas entrañables (“Señora”, “Como un gorrión”, “Fiesta”, etcétera) y el mismo año graba con Edigsa Serrat/4, con canciones en catalán,
En el ’71 ve la luz uno de los trabajos más apreciados de su carrera musical, Mediterráneo, que resulta definitivo para afianzar su popularidad a nivel internacional. En los años siguientes graba discos tanto en catalán (Per al meu amic, 1973) como en castellano: Canción infantil, (1974) y Para piel de manzana (1975), donde plasma muchos temas relevantes. En 1976 sale Canciones de amor, que incluye “Penélope”, “Lucía” y otras canciones inolvidables.
La madurez de Serrat como compositor y cantante se va forjando a base de trabajo y creatividad, los discos se suceden y realiza giras exitosas. La relación con sus compañeros de la Nova Cançó nunca se rompe, pero desde el ’68 Serrat recorre una senda propia que lo convierte en uno de los cantautores más reconocidos y apreciados tanto en España como en América.
En 1975, el dictador español Francisco Franco da su último coletazo al firmar la pena de muerte por garrote vil a cinco luchadores antifascistas. La noticia sorprende a Joan Manuel Serrat en México y el cantante condena públicamente los hechos. Esas declaraciones le impiden regresar a su país y permanece exiliado en Latinoamérica durante un año, hasta la definitiva desaparición del generalísimo.
Este hecho histórico sirve para marcar el final de la primera de las seis décadas que integran la larga trayectoria profesional de Joan Manuel Serrat, la etapa más importante y prolífica de su camino. Un período temprano e intenso donde el artista nos dejó una docena de discos con sus mejores obras, moduladas por una voz especial amparada en su sensibilidad musical y su tacto poético. Son canciones que permanecen en el consciente colectivo de varias generaciones, ligadas a nuestros recuerdos más entrañables. Para terminar, es preciso agradecerle al Nano el habernos regalado ese precioso bagaje que, liviano como una pluma de sus gaviotas, refrescante como el agua del Mediterráneo o melancólico como el deshojado chopo otoñal, cargamos en un compartimento profundo de nuestros corazones.