Fue el primer jugador del orbe en disputar cinco mundiales
Acudió a los JO de Londres 1948 //Compartió posición con el cantautor José Alfredo Jiménez
Cinco Copas. Así llamaban al portero Antonio La Tota Carbajal, quien murió ayer a los 93 años y cuyo récord de Mundiales jugados en las décadas de los años 50 y 60 lo hicieron uno de los inolvidables del futbol mexicano. La Tota, como se le decía de manera campechana durante sus largos años en activo, fue el primero en todo el planeta que acudió a cinco Copas del Mundo, marca alcanzada por el alemán Lothar Matthäus en Francia 1998.
Fue el portero tricolor en Brasil 1950, Suiza 1954, Suecia 1958, Chile 1962 e Inglaterra 1966. En esta última edición, la primera que se transmitió vía satelital, La Tota salió por primera vez con unos guantes de portero, algo inédito para los guardametas de la época. Ni siquiera le pertenecían, el arquero inglés se los prestó para el partido contra Uruguay, en el estadio Wembley, en un acto de solidaridad gremial. Apenas los probó durante el juego y terminó botándolos, porque ese no era su estilo, lo suyo era el futbol de antes, un acontecimiento con resabios de juego primitivo donde se peleaba por la pelota hasta enlodarse y a mano limpia.
El 19 de julio de 1966, La Tota Carbajal se despidió de los Mundiales en el pasto del estadio de Wembley. La Copa de Inglaterra fue memorable por diversas razones. No sólo porque fue el tránsito del futbol como juego que conservaba la inspiración amateur para convertirse en fenómeno de masas e industria. Fue también el último acto de un héroe de época, Garrincha, el artista con la piernas torcidas, quien también se despidió ahí. Como si hiciera falta para la historia, el trofeo Jules Rimet fue robado, pero el olfato de un sabueso de nombre Pickles lo encontró a tiempo en un jardín de Londres para que se le entregara al campeón, que no fue otro sino el equipo local. Ese escenario fue donde nació la leyenda del Cinco Copas, donde al mismo tiempo se despidió de estos torneos con un partido sin goles ante Uruguay.
Una época terminaba ese día. Los balones dejarían de ser de cuero crudo, se permitirían cambios en los partidos, las transmisiones serían a color, los árbitros usarían tarjetas
, escribe Juan Villoro en su libro más reciente, La figura del mundo (Random House, 2023).
La Tota quedó instalado así en la nostalgia en blanco y negro; de portero legendario con la selección mexicana y poseedor de un récord por el número de participaciones mundialistas, adquirió el valor de emblema de algo que cambió para siempre.
Carbajal nació en Ciudad de México el 7 de junio de 1929 y su relación con la pelota surgió desde pequeño. Las calles eran su terreno de juego. Sin embargo, la muerte de su hermano, quien fue atropellado, propició que su papá le prohibiera jugar a la pelota. Para fortuna de la historia, el pequeño Antonio no siguió las reglas y se aferró a su sueño, hasta que logró debutar profesionalmente con el Real Club España en 1948, pero la consagración llegó con el equipo de sus amores, el León, donde estuvo hasta 1966.
Carbajal fue campeón con los esmeraldas en dos torneos (1951-1952 y 1955-1956) y ganó una Copa. Además fue seleccionado para los Juegos Olímpicos de Londres 1948. Después de retirarse de las canchas como jugador, fue director técnico, donde también tuvo un paso por sus queridos Panzas Verdes.
En Chile 1962, en su penúltima Copa del Mundo, el cancerbero fue parte de la primera victoria que logró el Tricolor en esta competencia. El 7 de junio de 1962, La Tota al fin pudo conocer la gloria. En Viña del Mar, Antonio celebró el histórico triunfo ante Checoslovaquia, que posteriormente perdió la final contra Brasil.
Como cualquier estrella del deporte, también tuvo amistad con la gente de la farándula. Pero La Tota se codeó con personajes que hoy tienen ecos de mito, como José Alfredo Jiménez, uno de los máximos exponentes de la música mexicana y amigo cercano. Antes de arribar al Real España, Carbajal compartió posición con José Alfredo en el Real Oviedo. El Rey dejó pronto el futbol para dedicarse a la música. Se perdió un portero, pero se ganó al rapsoda del dolor y el abandono. El lazo que fortalecieron en su paso por el Oviedo, equipo amateur en ese entonces, fue tan sólido que culminó en el acto que simboliza la máxima fraternidad entre mexicanos, se hicieron compadres.
La Tota también fue un crítico de nuestro futbol. En una entrevista que le realizó este diario en 2020, Carbajal lamentó que el mote de enanitos mexicanos
siguiera vigente a consecuencia del estancamiento del balompié nacional.
Nos apodaron así y no estaban equivocados, pues los enanos no crecen. Han pasado décadas, hemos asistido a muchos Mundiales y seguimos en las mismas, con un juego más o menos regular y resultados mediocres
, apuntó el inolvidable Antonio Carbajal, el Cinco Copas eterno.