Takiji Kobayashi (1903-1933), escritor japonés de la llamada “literatura proletaria”, escribió «Kanik?sen, El pesquero».

Kanik?sen, de Takiji Kobayashi, una novela rescatada por la crisis

Alejandro Badillo

Kanik?sen se publicó por primera vez en 1929. El libro narra las desventuras de un grupo de pescadores de cangrejo en el mar de Ojotsk, entre las islas de Japón y la península de Kamchatka perteneciente a Rusia. No es claro si Kobayashi conocía de primera mano la experiencia de los trabajadores en los barcos. Se sabe que se desempeñó como empleado en un banco antes de afiliarse al Partido Comunista y dedicarse al activismo político a través de su escritura. Más allá de eso, es destacable la capacidad que tiene su prosa para elaborar un retrato coral –no hay un protagonista principal– que no cede en tensión en las poco más de 150 páginas de la historia. “Vamos hacia el infierno”, es la primera frase del texto y, justamente, el resto de la obra es una prueba de esto: los pescadores se enfrentan a un trabajo que, de facto, es una amenaza a su existencia. En condiciones de esclavitud no sólo deben sufrir en carne propia la explotación brutal del dueño del barco y del capitán sino ser testigos de la suerte de otros barcos cangrejeros. En un pasaje de la novela, se enteran de que hay marineros a la deriva, a punto de ahogarse, pero el capitán decide no acudir a su rescate. Los trabajadores son prescindibles, como lo pueden comprobar en cada momento de su existencia en el barco.

No es gratuito que Takiji Kobayashi haya escogido a la industria pesquera para darle vida a su pesadilla. Es de suponer que sabía, muy bien, el origen de muchos pescadores que acababan trabajando en los barcos. En años recientes se ha documentado la historia de los marineros que vivían y morían en su labor durante los siglos XVIII y XIX, en pleno auge de la industria marítima. Marcus Rediker, académico especializado en estos trabajadores, examina en libros como Entre el deber y el motín: lucha de clases en mar abierto (2019) las dinámicas económicas y sociales que estaban atrás del comercio en el mar. Idealizada en novelas y en el cine, la vida del marinero era, en realidad, la culminación de un proceso de explotación y despojo que empezaba con la pérdida de su modus vivendi como agricultor. Expulsado por la expansión de la propiedad privada en sus ciudades de origen, sin el capital social ni la preparación para intentar otra cosa, el campesino se convertía en trabajador
en una empresa que no le daba ningún derecho
y, por supuesto, lo sometía a jornadas interminables de esfuerzo físico además de los peligros propios de la navegación. Sin embargo, como documenta el mismo Rediker, esto no fue impedimento para que los marineros se organizaran para defenderse o buscaran estrategias y así escapar de la explotación ininterrumpida.

Después de la publicación de Kanik?sen el libro fue prohibido. La suerte de Kobayashi no fue mejor. Detenido por la policía el 21 de febrero 1933, murió poco después víctima de la tortura. En aquella época los militantes comunistas eran perseguidos y cualquier manifestación de izquierda era considerada ilegal. Se inventó el término tenk? (traducido como “cambio de dirección”) para nombrar a aquellos escritores proletarios que habían renunciado a sus ideales para salvar la vida en la cárcel. Algunos, por supuesto, fingían darle la espalda a su activismo, aunque tendrían que mantenerse en la clandestinidad una vez liberados. Después de la segunda guerra mundial, Japón se convirtió en una versión hiperbolizada del capitalismo estadunidense. Además, diferentes grupos políticos conservadores –algunos de ellos con raíces en el Japón feudal– han monopolizado el poder desde entonces. Sin embargo, a pesar de este panorama, la crisis financiera de 2009 le dio una inesperada popularidad a la novela de Kobayashi. Según los últimos reportes, el libro prohibido y olvidado durante largas décadas, registra ventas superiores al millón y medio de ejemplares. Además, Kanik?sen ya tiene adaptaciones cinematográficas y en manga. Seguramente, las nuevas generaciones de japoneses –sometidos al llamado burnout laboral y a la extinción de su futuro– encuentran muy cercanas las voces de los marineros del barco cangrejero .

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