Heidegger, José Gaos y el pensamiento hispanoamericano
Guillermo Martínez
Evodio Escalante ha publicado José Gaos, traductor de poesía (Bonilla Artigas, Editores, Ciudad de México, 2023), un ensayo sobre la traducción de José Gaos, desconocida hasta hace poco, y la traducción misma del Aus der Erfahrung des Denkens (Desde la experiencia del pensamiento), de Martin Heidegger. Por tratarse de un autor de tal magnitud como la que Escalante tiene en la vida cultural del país, por la naturaleza del texto en cuestión y por las circunstancias en que se realizó su descubrimiento, este hecho resulta ser, para el pensamiento hispanoamericano –como el mismo Gaos lo concibió–, un hecho de suma relevancia, en el que su importancia y realce se bifurca por varios senderos. Quiero, pues, tratar solamente algunos.
Evodio Escalante, quien en la década de los noventa participara con entusiasmo y de manera activa en el Seminario de Ontología de Ricardo Guerra (justo donde pudo estudiar la obra no sólo de Heidegger, también las de Hegel y Kant), se
ha destacado en el desarrollo de la filosofía mexicana como un notable filósofo que ha precisado varios ensayos sobre la relación entre metafísica, ontología y poesía, desde donde se puede pensar y reflexionar la mayoría de su crítica literaria y de poesía. Su trabajo filosófico no sólo llega a ese límite de por sí complicado, también admite una propuesta novedosa desde los estudios marxistas con su ensayo José Revueltas. Una literatura del “lado moridor” (1979). Él, también autor de una introducción a Heidegger, Breve introducción al pensamiento de Heidegger (2007), encontró un extraño documento en una librería de viejo: “Así hemos tenido la fortuna de encontrarla en el volumen que perteneció alguna vez a la biblioteca de José Gaos, y que un hallazgo afortunado en una librería de viejo ha puesto a nuestra disposición.”
Ciertamente, el descubrimiento no es fortuito. Escalante es no solamente un distinguido lector, sino un notable estudioso de la filosofía y el pensamiento en nuestro país. Se le ve seguido, como público, en los coloquios que realizan varios cuerpos de investigación tanto en los espacios académicos como culturales. Siempre participando, otorgando datos que los ponentes no precisaron o criticando posturas. Pero este pequeño repaso de su itinerario en la filosofía no es más que para demostrar la tesis complicada que ensaya Gaos sobre la naturaleza de la filosofía en México (y que ahora la siguen desarrollando personajes tan dispares como Aureliano Ortega y Ambrosio Velasco, entre otros), la cual asume que la filosofía, en el pensamiento hispanoamericano, es de inclinación estética y artística, y que se expresa no sólo en el ensayo filosófico, sino en muchas manifestaciones artísticas y literarias. Tal como trabaja el mismo Evodio Escalante. Así que podremos asegurar que aquél que encarna la hipótesis de Gaos (y que tal vez por lo mismo, no ha sido considerado dentro de las historias “oficiales” de la filosofía en México), ha encontrado un texto de esta misma naturaleza filosófica que nos hace entender, a la vez, desde dónde pudo Gaos basar o desarrollar su hipótesis sobre las formas de expresión de la filosofía en nuestro país. Tal vez por ello nos diga el mismo Escalante que “de cierto modo, esta libro es una invitación a la filosofía, una forma de ingresar en ella”.
Este personaje particular es el que ahora nos otorga una traducción igualmente particular en muchos aspectos. Se trata de uno de los textos más extraños en el corpus heideggeriano. En primera instancia, se trata de una serie de poemas y aforismos que parecen ser la redención literaria de su autor. Escrito en 1947, después de los años en que sufre la crisis nerviosa ocasionada por su paso por el nacionalsocialismo y su consecuente expulsión de la Academia, el texto, en diferentes momentos, parece redimirlo. En la traducción de Gaos, dice de varias maneras: “Anda y sufre/ Yerra y duda/ A lo largo de tu vida.” Más adelante: “El dolor escancia su virtud curativa/ ahí donde no la sospechamos.” Y, ya de manera contundente: “Quien piensa en grande, tiene que errar en grande.” La traducción de Gaos, es, nos dice Escalante, una traducción no pensada para su publicación sino hecho por divertimiento, por delectación. Una traducción que, si hacemos caso a la nota del mismo Gaos, se realiza en el mismo momento de su recepción y lectura: “Recibido y traducido el 29 de abril de 1957.”
De algo adolece el pequeño estudio introductorio. Si bien hace un corto intento por realizar un estudio comparativo con las traducciones que se han realizado al español, es cierto que sólo da algunas guías para ponderar como mejor la
traducción de Gaos sobre la de Félix Duque: “Estimo que la de José Gaos es mucho mejor, y diré por qué: porque el lenguaje de Gaos es un lenguaje por decirlo así ‘laico’, que elude los peligros de la ‘trascendentalidad’ y no quiere incurrir, como se estila mucho hoy día, en los privilegios de lo sagrado o de lo ‘inefable’”. Esta pequeña parte de su escrito parece ser una de las más críticas y contundentes. Sin embargo, no está completo su trabajo comparativo y no llega siquiera a mencionar las demás traducciones con que se cuenta ahora en español. Es cierto que menciona la que realizaron Alberto Constante y Ricardo Horneffer, pero no la somete a crítica. Y no menciona para nada las de J. B. Llinares, la de Arturo García Astrada, ni la de R. Barce l