Cuando un rarámuri fallece, su alma se va al cielo y se transforma en estrella. «La mujer de estrellas y montañas» 

Pese a tabúes occidentales, la rarámuri Rita Patiño siempre peleó por su libertad

Este jueves se estrenará el documental La mujer de estrellas y montañas, de Santiago Esteineu

Juan José Olivares
La Jornada

Cuando un rarámuri fallece, su alma se va al cielo y se transforma en estrella.

El pensamiento anterior es parte de una leyenda de esa cultura y, precisamente, lo que retrató Santiago Esteineu en La mujer de estrellas y montañas, documental en el que, más que mostrar la injusticia vivida por una tarahumara que pasó años internada en un hospital siquiátrico de Kansas, Estados Unidos, ofrece la bella fotografía de un espíritu libertario.

Rita Patiño salió de su comunidad, en el Cañón de Urique. Emprendió un viaje desde la Sierra Tarahumara hasta Kansas, donde fue detenida por la policía mientras se refugiaba adentro de una iglesia.

Huyó exiliada por las ideas misóginas y occidentalizadas y, tras caminar y caminar cientos de kilómetros por el desierto, terminó en un lugar lejos de su tierra, donde la frialdad la estigmatizó.

En algunos momentos del filme, Patiño es encarnada por la actriz y directora Ángeles Cruz. Esos fragmentos ficcionales son la esencia en el largometraje porque dan la idea de cómo esta amante del yúmari (rituales de danza y canto) viajó casi sin ser detectada, durmiendo en la salvaje intemperie del desierto, cubierta sólo con una cobija de cosmovisión que quizá le dio invisibilidad.

Rita Quintero López Patiño fue una mujer rebelde que luchó toda su vida por ser libre, indomable, comenta a La Jornada Santiago Esteineu, a propósito del estreno de su película esta semana.

Comenta que comenzó su historia desde una visión más legal, de exigencia por los derechos humanos, basado en lo que había sido una violación contra Rita cuando estuvo internada contra su voluntad. El caso se conoció incluso periodísticamente y se hizo popular con una obra de teatro de Victor Hugo Rascón Banda, que tituló La mujer que cayó del cielo.

Conforme fueron avanzando en el proceso de creación, afirma el cineasta, descubrieron quién era ella, cómo había sido su vida, y por qué había llegado hasta Kansas. También quién era en el presente, y a partir de eso se fue construyendo el relato. Y no hay una respuesta, sino muchas, pero intentamos aproximarnos a lo que fue su vida.

Tras el tema jurídico, se hallaron con una mujer de carácter, y lo que quisimos fue mostrar parte de todas sus tragedias porque muchas veces no se permite tanta libertad a una indígena.

Seguir o no

El documental está lleno de sopresas, adelanta el realizador, “porque a veces, lo que piensas que va a ser lo central, cambia. En este caso pensábamos hacer una cinta más observacional, cercana al documental directo, pero en el proceso y tras dos años, Rita falleció y nos surgió la pegunta de si seguir o no porque, ¿cómo haces una película en la que tu protagonista no está? Fue ahí que Pablo Tamez, el sonidista, me comentó que había hecho una película con Ángeles Cruz, y de ahí salió la idea de contactarla y proponerle sumarse (para representar a Rita).

Ángeles enriqueció el proyecto porque tuve la ventaja de poder trabajar con una extraordinaria actriz y directora, una mujer indígena que es un punto de referencia.

Por todas las vivencias que tuvo en la comunidad, de la que se tuvo que ganar la confianza, el director señala que esta película fue toda una vivencia. Al tiempo de conocer una parte de nuestro país que a veces nos puede resultar distante.

Parte fundamental en la historia de Rita es su sobrina Juanita, el personaje más iluminador del filme. Al final de los días de Rita, la cuida y procura y recuerda que cuando era niña veía a su tía “bajo un árbol, tejiendo, cantanto, siendo libre…”

Juanita y yo nos hicimos grandes amigos, comparte Santiago. “Una de las primeras preguntas que le hice fue: ‘¿por qué cuidas de tu tía?’ Su respuesta fue simple pero destellante: ‘nada más porque es mi tía’. Ella tenía esta cuestión de cumplir con lo que debía hacer”.

Ambas “vivieron circustancias muy difíciles, de mucha violencia dentro de su comunidad, no sólo en la sierra, sino en la ciudad de Chihuahua, donde prácticamente tuvieron que abandonar su casa, la cual habían hecho con esfuerzo, y pese a esto volvieron a la sierra juntas. Creo eso da muchas lecciones…”, asegura el director.

Dar voz a personas como Juanita, que dan su vida para apoyar al otro parece heroico, pero por eso está en el filme y tienen la partipación que tiene. Si no hubiera una Juanita, Rita no hubiera llegado a los 83 años.

La mujer de estrellas y montañas, distribuida por Piano, cuya cinefotografía es de Axel Pedraza, abre su corrida comercial a partir de este jueves.

Esta entrada fue publicada en Mundo.

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