El Río de La Cañada: 42 ojos de agua

El Río de La Cañada, los 42 ojos de agua del Capulín y el Acueducto de Querétaro.  

1738 –   30 litros por segundo  “Trazo del Marqués” (166 años)1904 _   60 litros por segundo   “Trazo porfiriano”  (42 años)1946 _   90 litros por segundo    Gobierno de Agapito Pozo (15 años)1949 _   Se tapa el caño del acueducto para evitar la contaminación del agua1961 _   Se excava el primer pozo en La Alberca 

Por el poniente las corrientes que bajan de La Machorra, de Palo Alto, de Calamanda, El Ahorcado, sumándose las que bajan del Pinal del Zamorano, pasando por Chichimequillas, Presa de Rayas, Atongo, Amazcala, La Griega, El Colorado, y Saldarriaga, forman el Río de La Cañada, que pasando por Querétaro, se incorpora al Río La Laja, afluente de la laguna de Chapala, que después con el nombre de Río Lerma desemboca en el Océano Pacífico. 

Documento de testigos de vista señalan allá por el 11 de enero de 1572 que se dotó a cada uno de los habitantes de Querétaro de solares para construir sus casas y de acequias derivadas del Río de La cañada para el riego de sus huertos. 

A principios del siglo XVlll, el sistema reticular de Querétaro, provocó que la peste cundiera en forma rápida en la población, que la ropa infectada se lavara en el río, contaminándolo, agregando que allí eran arrojados los rehechos químicos de los colorantes de los obrajes, de las tenerías y de las fábrica de tabaco, acabando con el agua potable en la ciudad. 

Debido a esas circunstancias llegó a Querétaro del Regidor vitalicio de la ciudad de México, Obrero Mayor y Alcalde de La Alameda, Juan Antonio de Urrutia y Arana, Pérez de Ironiza y Echávarri, Guerrero y Dávila, Marqués de la Villa del Villar del Águila, miembro de la orden militar de Alcántara, con conocimientos de acueductos y arcadas de estilo romano en España, principalmente en las ciudades de Segovia, Mérida y Terragona, por haber intervenido en la conservación y funcionamiento del Acueducto de Chapultepec y de Los Arcos de Belem y de Los Remedios. 

El Marqués concibió la construcción de los maravillosos Arcos de Querétaro, para salvar la hondonada de Carretas, , localizar un sitio elevado en el barrio de La Cruz, que asentara un tanque de distribución que hiciera llegar por gravedad el agua a la ciudad. 

El manantial de agua del Capulín, con 42 ojos de agua, la Cantera y la mano de obra de los habitantes indígenas de La Cañada, esta obra hubiera sido imposible para Querétaro, urgido de agua potable. 

Este manantial se conocerá como La Alberca, porque a su alrededor se construyó un alto muro que servía para contener al agua y desviarla hacia el poniente o hacia Querétaro atravesando las huertas por medio de un caño estrecho y hondo, construido con piedra bola y mezcla de cal viva tratada con baba de nopal, usual en la época y se le conoce como “Trazo del Marqués”. 

Desde 1738 el trazo del acueducto operó satisfactoriamente, por  166 años, conduciendo 30 litros por segundo ala ciudad de Querétaro. 

En el dictamen geológico del Ing. en minas, Juan de Dios Villarello,  del 30 de diciembre de 1904, que para satisfacer la demanda de agua potable para Querétaro se instalara una compuerta en la parte norte de La Alberca y se realizó un nuevo trazo del acueducto, logrando llevar el doble del volumen de agua, o sea 60 litros por segundo, a esta obra se le conoce como “Trazo porfiriano del Acueducto”. 

Debido a nuevas exigencias de la ciudad, siendo gobernador del estado Agapito Pozo Balbás, EN 1946 se levantó el peralte del caño 40 centímetros permitiendo incrementar el volumen de agua hacia Querétaro, en 90 litros por segundo. 

Durante el gobierno de Octavio S Mondragón Guerra (1949-19559, se colocó un lomo de cemento arriba y a lo largo del Acueducto. 

Durante el gobierno e Manuel González Cosío (1961-1967) se perforó el primer pozo en La Alberca, dando comienzo al desequilibrio ecológico, con la extracción de agua del subsuelo que ha continuado hasta la fecha en forma grave. 

Al abatirse los mantos friáticos dejaron reverterse los excedentes de agua al Río de La Cañada y la desaparición de múltiples manantiales empleaos para diferentes usos. 

Diego de Tapia, hijo de Conín, construyó El Molino Colorado, con la intención de construir tres molinos escalonados y de allí surgió lo que ahora conocemos como la población de “El Hércules” , obra que se comenzó en 1634 después de la muerte de éste, con la construcción de la llamada  “Presa del Diablo”. Sobre el río de La cañada. 

En 1838 Cayetano Rubio adquirió el Molino Colorado, con todos sus anexos: Tierras, manantial, presa, y los molinos de La Purísima y San Antonio. 

El acuífero de Los Socavones que vertía más de 690 litros por segundo al río de La cañada, se le controló con la famosa “Data”, estrechamiento del río, para cuando llegaba fuerte el agua del Zamorano,  poder controlar la rueda hidráulica que movía la maquinaria de 106 caballos de fuerza, ayudados con dos máquinas de vapor de 115 caballos de potencia.