El Jazz en Querétaro

Apuntes en torno al jazz en Querétaro

Diario de Querétaro30 de junio de 2008 

Carlos Campos

Querétaro, Querétaro. La oferta musical en nuestro estado se despliega de una manera cada vez más heterogénea. Dentro de la amplia gama de posibilidades el jazz se hace presente de la mano de agrupaciones locales y de origen foráneo, un tanto por la influencia de músicos de otras latitudes a nivel nacional como internacional, así como por consecuencia del impulso comercial. Si bien es cierto que la escena del jazz a nivel nacional no es tan fuerte como debería ser, lo importante es que se ha acrecentado. Pero en México se ha hecho jazz desde los años cincuenta, con grandes exponentes como Mario Patrón, Chilo Morán, Víctor Ruiz Pasos, entre otros. «Hay un movimiento, va creciendo el gusto por el jazz, pero creo que a la mayoría de gente le gusta sin saber qué es, ha veces etiquetamos sin saber lo que estamos escuchando», detalló el pianista Jorge Estrada, músico nacido en Pachuca, Hidalgo y avecindado recientemente en nuestra ciudad.

Pero ¿existe un movimiento de jazz en nuestro Estado? Para el percusionista Alfonso López no lo hay «lo que ha habido en los últimos meses son eventos aislados», afirma en entrevista, y opina que las posibles causas se deban principalmente a que «hay un desconocimiento muy grande respecto al jazz. La apertura de La Encrucijada Jazz» un club de jazz ubicado en Calzada Los Arcos «pudiera ser un parteaguas, bajo la dirección musical de Gabriel Hernández: el hecho de que haya un lugar exclusivamente para el jazz es un gran paso para el jazz en Querétaro». Gabriel Hernández es un reconocido pianista cubano, que después de vivir en Cancún reside desde hace ocho años en San Miguel de Allende y ahora viene cada fin de semana a La Encrucijada Jazz para programar la oferta de jazz en ese lugar.

Agrupaciones como Taxi Jazz, Made in Jazz, Jazz son 4 y Plasta Jazz son recurrentes en la escena del jazz en Querétaro, con la particularidad de que sus integrantes pertenecen a más de una agrupación, como es el caso del baterista ruso, Serguei Sokolov. Sin embargo, a decir de Alfonso López, «no hay músicos de jazz aquí en Querétaro, como tales y desarrollando un movimiento jazzístico no lo hay, no hay una corriente, no hay medios ni músicos para desarrollarlo». Por su parte, Jorge Estrada reconoce que lo que ha podido escuchar en Querétaro «es gente entusiasta de la música no a nivel profesional, que está dedicada a tocar rock o pop, de repente agarran el Real Book (libro de repertorio de standards del jazz) y ejecutan piezas».

Los foros para el jazz en Querétaro son muy variados. El bar del hotel Mirage, el extinto Big Ben, restaurantes como Neblinas, Trastévere, Harrys, entre otros. Sin embargo, «no existe un lugar similar a La Encrucijada Jazz, que le da la importancia y seriedad que el género del jazz merece, en el estado de Querétaro», señaló Karla Avilés, gerente de dicho lugar, restaurante que ofrece como principal atractivo al jazz. Todo surgió a partir de «la idea del dueño, que desde hace mucho tiempo pretendía poner un lugar del culto al jazz, con excelentes músicos, de enorme calidad, con una excelente carta, en un buen ambiente, muy a la idea del jazz norteamericano, como Nueva Orleans o Nueva York», detalla Avilés.

Para Alfonso López, «la apertura de La Encrucijada Jazz pudiera ser un parteaguas; el hecho de que haya un lugar exclusivamente para el jazz es un gran paso en Querétaro». Sin embargo, López evidencia una vicisitud latente: «el jazz exige ser escuchado y debe ser escuchado, se le debe tener tanto respeto al jazz como cualquier música que se manifieste como auténtica, pero todavía la gente va a comer, a hablar y a gritar» lo que aún no supera La Encrucijada Jazz, «eso me parece una falta de respeto para el músico». No obstante la culpa no es del lugar sino, según López, de los procesos inconclusos de culturización de la gente.

A propósito de los espacios, Jorge Estrada, quien acaba de regresar del Festival de Jazz de Puerto Vallarta, destaca: «los espacios los vamos generando y proponiendo nosotros mismos». A manera de ejemplo detalla «un concierto en el Exconvento de Molango, en Hidalgo, donde la gente, que llegaba de la labor con todo y sombrero, pasaba a escuchar muy atenta al concierto. Cómo músico y artista tienes que adecuar tu material para acercar a la gente, para hacer adeptos al jazz».

Pero ¿qué se necesita para que un movimiento de jazz sea considerado como tal? Jorge Estrada, quien en la actualidad realiza un proyecto con el baterista Cody Muffett, declara: «La raíz de todo sería la comunicación entre los mismos músicos y el apoyo que nosotros mismos demos a nuestra música y a nuestro compañerismo. Muchos le podemos echar la culpa a las instituciones, es la queja de la mayoría, pero tendríamos qué preguntarnos: ‘qué hago yo como artista para captar al público’. Creo que todos los artistas tenemos el compromiso implícito de acercar al público a nuestro arte».

A decir de Alfonso López, quien se dedica de tiempo completo a la investigación del jazz desde los diecisiete años, se necesitan satisfacer cuatro puntos: «primero que los músicos se la tomaran en serio y que supieran hacia dónde se dirigen. En segundo lugar, que los músicos nos quitemos la envidia que permea al medio; si hubiera una asociación donde los músicos interesados en el jazz realmente invirtieran su tiempo para aprender, escuchar, discernir y polemizar inclusive en torno al jazz. En tercer lugar que existiera una verdadera escuela de música, que no la hay. La escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Querétaro deja mucho que desear, de ahí lo único que quieren sacar son maestros, ya no músicos. Y en cuarto lugar que los mismos músicos tuviéramos la apertura y la disponibilidad para traer músicos de otros lados, de alguna manera este esfuerzo se está realizando con La Encrucijada Jazz y los eventos aislados que realiza en Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, lo cual nos permitiría darnos cuenta de la música que se realiza en otros lados».

En torno a una eventual conformación de una comunidad queretana de músicos de jazz, Jorge Estrada comenta: «No hay nada más vil que ser altivo con el humilde, ocurre con algunos músicos que he encontrado tanto Querétaro como en otras ciudades donde me he presentado. Ya sea por ignorancia o por inseguridad, varios músicos que se dicen jazzistas delatan una actitud hermética en torno al jazz, se cierran y no comparten su música con los demás músicos, lo que promueve un ambiente distendido basado en el egoísmo y la desintegración. Si los músicos de enorme calidad, no oponen resistencia y, al contrario de lo que se pueda esperar, ofrecen su amistad y su música al que se le acerque, se esperaría entonces que los músicos locales tuvieran una actitud similar». Como arte, el jazz no puede sugerir división, «no concibo una música que pregone sentimientos que no surjan del amor, el jazz es para compartir, de ahí la incongruencia con la actitud de ignorancia e inseguridad que algunos músicos toman en torno al jazz», concluye.

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