Dansa de la Mort de Verges
Las danzas macabras de la Edad Media eran tan liberadoras como didácticas sin dejar de ser un instrumento de la Iglesia para inducir a los fieles al arrepentimiento ante la implacable presencia de la muerte. Esta contundencia del destino ha igualado a arzobispos con mendigos, a reyes con campesinos. Del polvo venimos y al polvo regresamos. Verges, una población pequeñísima de Cataluña, recuerda las danzas macabras caracterizadas por la representación del esqueleto humano. Las plagas y guerras de los siglos XIV y XV sembraron en las mentes de los creyentes la semilla de un ritual que los liberara de la angustia.
Con ritmos y tambores, fuego y cantos, danzas y máscaras se burlaron y se reconciliaron con su inevitable destino. Esta danza popular es una reliquia de la historia, y Verges, por cierto, es uno de los pocos puntos del planeta donde se representa también la pasión de Cristo. Todos los jueves santo a las 12 de la noche, frente a miles de turistas, 10 bailarines y actores se encargan de invocar y representar a la muerte con bailes, música y antorchas. Entonces todos retornan a su estado primitivo. Y creen en la sombra.