El Beso…

EL BESO

augustogarciaramirez@hotmail.com

Te voy a dar un beso algo fácil de recordar. Un beso en el mantel mojado. Un beso con su mismo color. Un beso que hará nido en tu pelo. Te voy a dar un beso que tiene de voluntad, el don de volverse invisible al mundanal ruido. Te voy a dar un beso con sabor a estrella líquida y tierra inocente. Un beso siempre ascendente. Donde un poema nace, un poema muere. Un beso enmielado y lustroso. Un beso conforme al plan. Un beso más vivo que nunca. Te voy a dar un beso porque sigo vivo en movimiento. Un beso que su espacio reclama. Un beso que deja de ser fatal. Un beso que pueda entrar en una recamara cuadrada. Lo que hay de más bello en la existencia. Te voy a dar un beso henchido de música. Te voy a dar un beso tal para cual. Un beso nada más comprometedor. Te voy a dar un beso sin tutela y paternalismo de ninguna clase. Donde no haya duda. Contra lo que solemos pensar. Un beso irrenunciable porque nos constituye, sobre tu piel. Porque solo frente a el descubrimos que estamos vivos. Te voy a dar un beso y nada más hacia adentro. Ahì en el ojo sucio. Te voy a dar un beso dentro y fuera de las fronteras. Te voy a dar un beso que separe con fuerza los hemisferios. Te voy a dar un beso cuando cansados de leer y buscar explicación para lo que aún no dominamos. Te voy a dar un beso de cualquier modo hacia la madrugada en esa pócima de amor que guardas en la magia terribles de tus piernas.  A guitarra limpia. De ignota idealidad. Algo mágico.

  

Te voy a dar un beso sin apuro, sin avergonzarte, sin escándalo. Hasta ahora. Cerca de la medianoche. Un beso que me obligue a atropellar algunas palabras. Un beso con la seguridad de quien conoce de memoria el lugar. Un beso, gracias a Dios contra la Muerte. Un beso por un apremio profundo, como homenaje urgente, casi místico. Un beso que siembre luz de mis ojos. Un beso en ese fruto que yo contemplo como si fuera la primera vez. Un beso que cure mis heridas más invisibles. Te voy a dar un beso. Te voy a dar un beso de acera a acera. Un beso donde tus labios queden enmarcados en el doble azul del cielo y el agua marina. Te voy a dar un beso si no es molestia una vez más. Sin miedos ni rodeos. Un beso sin preocuparme por la cantidad, con una familiaridad sorprendida en el vientre de la tierra. Un poco desafiante, un poco inquieto, un poco seductor.  Un  beso  tan necesario como el agua y la sal. Con fibras de mi alma.

 

Con un gusto cauteloso, realmente. Un beso algo más cerca del instinto que de la retórica. Con parsimonia. Un beso que proceda de aquel sitio en una operación ágil e instintiva.

 

Un beso que consideramos todavía algo muy serio,  hecho verso. Te voy a dar un beso no muy lejos. Un beso con ganas. Primero con suavidad y luego con cierta violencia. Un beso donde al final nos quedemos abrazados, un rato, tranquilizados. Te voy a dar un beso cargado del deseo más intenso, tan delicado como ese sol que madura entre las piernas de las mujeres. Un beso desnudo, sin abrigo. Te voy a dar un beso alcahuete amorosa. Te voy a dar un beso como un derecho de Dios. Te voy a dar un beso en el jardín de tu casa. Ahí en el jardín del templo. En una de esas noches memorables de rara comunión, con la botella medio vacía, los ceniceros sucios, y después de agotado el tema de la vida. Un beso que feliz me desamarro de la rutina, de la gloria y de la nada. En el bosque incendiado. Te voy a dar un beso sin peros y sin reservas. De tal suerte que cuando ya no haya historias esta será nuestra historia y cuando ya no haya vida esta será nuestra vida.

 

Te voy a dar un beso porque quiero sentir toda la noche la presencia de estos raros elementos que también pueblan la Tierra.  Te voy a dar un beso agradecido. Destrozando todo a su paso en un movimiento imperativo, perpetuo. Te voy a dar un beso por esa ventana de mi casa. En la sangre vertida de narcótica humedad. Te voy a dar un beso que pueda revelar los goces de la encarnación. Con un particular toque de locura. Te voy a dar un beso para volvernos eternos. Donde la saliva se viste de rojo. Te voy a dar un beso en la gloria de tu intimidad. Te voy a dar un beso agradecido.

 

Te voy a dar un beso donde reinaba un silencio sepulcral. Te voy a dar un beso de aquí a la eternidad. Un beso en la Naturaleza de Mí. Te voy a dar un beso otra vez, como antes, como siempre, en alguna tarde sagrada. Un beso cual si este siglo hubiese sido un día. No sé decir cómo y cuando fue: solo se conozco los prados detrás de tu puerta. Te voy a dar un beso casi sin pausa para guerrero alguno  de la vida.

 

Un beso auroleado por  un halo de justicia poética. Un beso con la lluvia y los relámpagos. Con el sentimiento y con la muerte. Con Dios tanto si existe como si no existe. Un beso entre el corazón propio y el ajeno. Un beso escuchando en silencio sobre todo si es un cuarteto de Mozart. Un beso que arrastrara por fin la verdad por el mundo y esa verdad será que no hay olvido. Un beso por el santo y seña y el puente de la duda. Un beso inmortal por antonomasia. Un beso en el zaguán del infierno con sus brazos no cerrados. Un beso con irreverencia y gratitud. Un beso tan natural como hacer una canción. Te voy a dar un beso por que allá se encuentra mi casa. La verdadera.

 

Te voy a dar un beso aunque recuerdo que esto ya me ocurrió en otra ocasión. Te voy a dar un beso por caminos ignorados, por hendiduras secretas, por las misteriosas vetas. Te voy a dar un beso en esta humedad cubierta de pelo castaño, donde moran miles de pescados sin pescado. Pescado nutritivo: rico en hierro, vitamina A y fósforo. Destrozando todo a su paso en un movimiento imperativo, perpetuo para óptimos resultados.

 

Un beso no sé. Más allá el tiempo, según dicen. Un beso de donde beberé para saciar la sed. ¡Qué bueno es beber cuando uno está sediento!  Para esperar lo imprevisto. Sobre todo con el perfeccionamiento que he alcanzado a estas alturas. Un beso dónde encuentro las frases que completen mis huecos. Un beso aventurado y aventurero si se da hacia delante.

 

Un beso para la salvación plena. Un beso con insistencia, persistencia y consistencia. Un beso sin un gesto de más, con la palabra justa, con la gracia intangible y la más fina, indoblegable y agresiva ironía. Un beso que propone una acción espiritual que, desde luego, no desdeña su contrapartida, la acción carnal. Un beso que tiene la seguridad de que no será el último.  Un beso ya en la plena madurez, ya en la juventud plena. Un beso aquí y allá. Un beso no en balde. Polémico y sincero. Con resaltos y remansos, anchuras y reconditeces, ternuras y nostalgias, reminiscencias y afiladas declaraciones.  Un beso sin miedo a las modas ni a los modismos. Un beso por la línea recta que es ciertamente la distancia más corta entre dos puntos negros. Un beso de un punto negro a otro. Un beso tocado de cierto romanticismo trémulamente religioso. Un beso con sabor a milagro. Con la sabrosa y equivoca delicia de la concordancia. Un beso incapaz de pasar inadvertido por su cercanía a la perfección. Un beso confesional y audaz. Un beso sin llave y sin velos. Un beso para detener hemorragias que recorren febrero como autopista rota.

Un beso ni tardo ni perezoso. No solamente artístico. Con toda la fuerza de mi corazón. Para sentar cátedra. Único, irrepetible. Que se agiganta día tras día. Suave como el roce de una pluma, o como la furia de un ciclón. Con el viento y la lluvia. De placer y de alegría. En el momento apropiado. Pa´ complacerte yo a ti. Te voy a dar un beso es cierto lo que te digo. No crea que es un juego.  Dulce como la miel. Suave como la espuma. Lleno de pasión.  Un beso muchas veces mucho. Un poco chamagoso. Un beso de toda mar y toda tierra. Un beso cotidiano, burdo, jirón de mí, deshilachado. Con el fusil en la mano. Sencillo y muy cariñoso y con afecto amoroso.

 

Un beso como el pan que el Señor multiplico, lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro de cada día. Un beso para seguir amando a todo lo que nos rodea. Un beso que se prolongue hasta el infinito y desgrane versos y cantos demostrando la inutilidad de los relojes. Bajo fuertes temporales. Paso a paso, que no al trote. Sereno como agua de tanque. Con magia. No cualquier magia. Sólo la magia del fuego.  

 

Un beso envuelto en una perenne voluta de humo de un popular, con un tintineante ron habana siete años.  Un beso sin que ningún medio de cuenta. Un  beso nada más fácil, como bien se sabe. Contra toda lógica. Un beso bello de bello en el hecho de ser consecuente con las propias ideas. En las noches de luna llena y donde reina una paz envidiable durante todo el día. Un beso tan cínico como un jesuita. Te voy a dar un beso, más que en cualquier otro lugar por entre tus piernas. Un beso vivo,  dulcísimo, apretado. Por la gracia de Dios. Un beso embriagante, melodioso para siempre ahí en el imperio donde nunca se pone el sol. con todo lo que siente mi amante corazón. Para vivir tranquilos queriéndonos los dos. De buen talante y buena gana. Apostando a la noche. Habilidoso, disciplinado, atento y voraz. Poderoso y tozudo, extraordinario, audaz y desprendido. Sin aspavientos, sonriendo.  

 

Te voy a dar un beso con una historia tan fascinante como aterradora. Tan demoledor como un tornado que barre en línea recta una vasta llanura.  Un beso porque es la nuca religión verdadera y lo demás es lo demás.  Un beso alegre como una canción festiva. Un beso clásico y moderno, sin borrarse por mucho tiempo.  Como respuesta a la desdichada realidad social, política y económica. Te voy a dar un beso en cualquier idioma.     

 

Un beso que lleve tanto amor, que bañe el corazón de lágrimas. Munido de un fuego contagioso y voraz. Un beso aunque en las altas o en las bajas horas me siente a escribir de esto o de aquello (esto es prueba de ello). Un beso donde suelo meterme como un gusano solitario y será posible, acaso, vivir después de haber muerto. De el habré bebido, allí acudo nuevamente. Eso es lo mejor. Hasta que la muerte nos separe ya que sería inmortal por antonomasia. Con la implacable mordacidad. Un beso que, por otro lado, no promete amores ideales, sino humanos. Un beso hasta algún rincón del cielo. Ahí cerquita de Dios. con esa ternura inmensa y una ferviente pasión que mi corazón te adora. Para poder amarnos los dos. Qué va. Un beso que será una maravilla, estoy seguro. Con gran inteligencia y sensibilidad. Lo digo con irreverencia y gratitud.

 

Un beso ¡simplemente glorioso bella y feliz mujer!

 

(Dirás que ya era hora y con razón

Esta entrada fue publicada en Mundo.