De la transa y otras… por Julio Figueroa

   

De la cultura de la

transa institucional

a la cultura del narco  

 

Julio Figueroa

  1- De la cultura del sacrificio prehispánico a la cultura del hombre hazaña español a la cultura del patrimonialismo y la simulación coloniales a la cultura de la rebeldía y la anarquía del XIX a la gran revuelta de la Revolución a la cultura de la transa institucional del XX a la cultura del narco de las últimas décadas… ¿Dónde estamos y qué sigue? ¿De dónde venimos y a dónde vamos? ¿De ningún lado a ninguna parte?  

     2- El narco se alimenta de corrupción y de necesidad. Sin corrupción y sin necesidad no habría tanto narco. La corrupción la pone el gobierno, sobre todo, y la necesidad el pueblo, principalmente. Finalmente el narco es el único camino que tienen muchos para hacerla en un mundo que se mide por el éxito y el fracaso individuales. Poco importa si en vez de hacerla se encuentra la muerte o la cárcel. Si durante un minuto tienes en las manos la ley de la vida y la muerte y el principio del placer extremo chocando violentamente contra el principio de realidad. Nos guste o no, la violencia es una salida: ¿un minuto de peligro y gloria o un siglo de miseria anónima?   

     3- Vivir rápido y peligrosamente hasta el fin. Jugarse el todo por el todo por la vida, y de la noche a la mañana, si no amaneces muerto, tener millones y poder comprar todo: autos, casas, mujeres, joyas, parrandas, judiciales, vidas, muertes, todo. Menos tiempo. Pero más tiempo no es más vida. Más vida es vivir peligrosamente hasta el fin. Todo está permitido y los límites se mueven hasta donde se mueven la vida y la muerte. Todo lo que cabe en este espacio y en este tiempo es tuyo. Los valores se transmutan. Eres el Cobrador con armas, droga y dinero. Todo por todo. La vida es breve e intensa. Adrenalina pura.  

     4- Leo y releo el libro de Julio Scherer García: La Reina del Pacífico: es la hora de contar (México, Grijalbo, 2008, 174 pp.). Ojeo entre líneas, pienso, imagino, vuelo, veo los periódicos, aterrizo en la sociedad en la calle. La hora de contar es la hora de la ola de sangre que azota con violencia a todo el país, y el tiempo de la justicia infiltrada hasta el tuétano. Nada me engaña. El poder sin voluntad de servicio es una mierda y los instintos humanos son absolutamente egoístas. Individualismo puro.  

     5- Regreso a la ecuación narco-corrupción-droga-dinero-gobierno-necesidad-sociedad… Las páginas más duras de Scherer interrogando a la Reina (Sandra Ávila Beltrán, 1963) son pocas: 142-147. Y la señora se defiende bien, por eso sobrevive, literalmente (p. 145). Dice Scherer que

     –Dice Sandra Ávila que si voltea a un lado ve el narco, si voltea hacia el otro observa a las autoridades y si mira al frente los ve juntos. (p. 19).

     Dice la Reina:

     –El narcotráfico y la corrupción forman parte de un mismo problema. Se alimentan. (p. 145).

     –No hay manera de combatir el crimen organizado sin combatir la corrupción del gobierno. La guerra es una sola y no habrá manera de ganar media guerra. (p. 146).

     –En las sociedades narcas se aleja el Estado de derecho o se va extinguiendo. (p. 143).  

     Y acota Scherer:

     –Pienso que la corrupción está en el origen de los males que agravian a una nación que alguna vez soñó que podría acercarse a la equidad. La corrupción genera corrupción y en México ha sido imparable. Ha crecido, me parece, en proporciones geométricas. (p. 146).

     –Largo tiempo debió transcurrir para que el país descendiera a los niveles de corrupción en los que ahora se encuentra y muchos años habrán de transcurrir para que pueda limpiarse la costra dura que impide la salida de la sangre envenenada. (Ibid.).   

     6- Alejandro Junco de la Vega (presidente del Grupo Reforma), en el sentido testimonio de Carmen Aristegui (“Junco de la Vega”, Reforma, 24-X-2008), sintetiza en doce palabras la terrible ola de sangre que desde hace tiempo azota a México:

     –Crimen, violencia e impunidad, narcotráfico y ausencia de un Estado de derecho.  

     7- Gabriel Zaid, con su agudeza habitual, mete el clavo en el punto sensible: el flaco Estado de derecho mexicano. Escribe Zaid:

     –El Estado es la institución que garantiza la seguridad en su territorio, imponiendo el monopolio de la violencia legítima. Mas hoy ni siquiera en las cárceles hay seguridad: en la millonésima parte del territorio nacional (cerrada y vigilada), las cárceles, tampoco hay seguridad y tampoco impera allí el Estado de derecho. (“Por dónde empezar”, Reforma, 26-X-2008).

     ¡Por allí habría que empezar! Pues si ni tan siquiera allí adentro hay seguridad, ¿qué podemos esperar la ciudadanía en la calle en la sociedad abierta?  

     8- La Reina del Pacífico:

     –Del expediente puedo esperar lo que sea. La procuraduría ha sido y es fuente de corrupción. Los expedientes del gobierno responden a los intereses de las autoridades. No representan prueba alguna, pero influyen en el ánimo de las personas. Los expedientes los aprovecha el gobierno, sobre todo, para filtrarlos en los medios… (p. 144).

     Conozco por lo menos un caso de cerca: el expediente penal queretano 1/929/2004 del Caso BMW Querétaro, en las manos oscuras y manipuladoras del Ejecutivo queretano. No es confiable la justicia en esas manos invisibles y secretas.  

     9- ¿Qué busca Julio Scherer García en las cárceles y en los delincuentes significativos confinados? Experiencias cinceladas en tres libros: La Reina del Pacífico (op. cit.), Máxima seguridad. Almoloya y Puente Grande (México, Nuevo Siglo Aguilar, 2001, 199 pp.), Cárceles (México, Extra Alfaguara, 1998, 133 pp.). ¿Qué busca don Julio? Es periodista. Preguntar. Ver, saber. Conocer los sótanos de la sociedad, que son parte de la fábrica social, y hacerlos públicos. Los bajos fondos como en las altas esferas las redes y los sótanos del poder, extrañamente nos iluminan en las pasiones oscuras y siniestras. Son parte del edificio social y del conglomerado humano.

     Scherer por cierto no busca el testimonio efímero del habla; crea y recrea con su prosa dura el perfil y el relieve de sus personajes, como Rulfo inventa sus fantasmas reales, haciendo aflorar la realidad subterránea.    

     10- La Reina del Pacífico:

     –En México hay mucha violencia y no creo que el gobierno pueda acabar con ella. La violencia está en el propio gobierno. (p. 13). / La impunidad debiera incorporarse al texto de la Constitución. La impunidad, práctica común de tantos, podría figurar con honor entre los artículos más socorridos de nuestras leyes. (p. 91). / A esta guerra contra el narco el gobierno llega con las manos sucias. (Ibid.).  

     11- Julio Scherer:

     –Unos y otros, los hombres del orden y los de la delincuencia, viven vidas que se cruzan y han terminado por formar una única vida desgarrada. (p. 13).  

     12- ¿Y el Ejército? ¿La lucha del Ejército contra el narco ordenada por Fox y Calderón? ¿Es la salida el Ejército contra el crimen organizado del narco? Habla un especialista por la pluma de Scherer en tiempos de Salinas y Aspe:  

     –Sin una información completa acerca del narcotráfico, el Ejército iría al fracaso. Antes de iniciar un combate frontal, el Ejército como institución, soldados y generales en la misma férrea disciplina, deberían compenetrarse de la estrategia de los delincuentes, conocer sus refugios, cercar a los capos hasta su captura o la muerte en la lucha, penetrar en la clandestinidad que los envuelve y  protege, abrir perspectiva a los miles y miles de hombres y mujeres que se unen a ellos por la pobreza, destrabar el fluido contrabando de armas de alto poder. Una tarea de esta magnitud, sostuvo el especialista, debería prepararse con tiempo y como toda una acción del Estado mexicano, esto es, la nación comprometida. (p. 139).

     –La vida extenuante en los cuarteles seis días a la semana, hacía de los soldados hombres con virtudes propias, pero de alguna manera apartados de los modos y conductas de la sociedad civil. De aquí la dramática prepotencia de algunos, en especial con las mujeres, que tantas desdichas ha provocado. Los sueldos ínfimos para el 80% del personal del Ejército, la tropa, se confrontarían brutalmente con el dinero explosivo de los narcos, millonarios de la noche a la mañana. No les sería difícil atraer a soldados y oficiales deslumbrados por una vida que podían sentir a su alcance: el dinero y la impresionante presencia femenina. (p. 140). 

     Remata la Reina:

     –La solución contra el narcotráfico no está en el gobierno. La solución está en todos. Pero nosotros, los que no somos gobierno, no nos entendemos entre nosotros y el gobierno me parece que tampoco se entiende. No me gustan algunas palabras, pero creo que la corrupción ha penetrado en el país como una violación. Si no hay gobierno limpio, no hay gobierno eficaz. (p. 141). 

     13- La sociedad narca, escribe Scherer:

     –Escuchando a la señora me he ido haciendo una idea acerca de la sociedad narca: es expansiva y su dinero está por todos lados. Adentro son las intrigas, los chismes, las perversas acusaciones infantiles, los amores, los desamores, las pasiones que surgen porque sí y se apagan porque sí. También están ahí las lealtades a costa de la vida y los compromisos juramentados que duran poco o son para siempre. Junto a todo eso, las grandes fiestas, los grandes carros, las mansiones sólo unos días ocupadas, o ni eso, las señoras, siempre las señoras y la adrenalina, el riesgo que da luz fantasmagórica al presente. Y si la vida es como es, corta, no importa gran cosa el porvenir y no hay para qué hacerse de planes. En el narco importa el día a día. En cuanto a los capos, se miden por el tiempo que operan. Ellos son distintos. Tienen que vivir prendidos a la hora que viven. Y si van haciendo tiempo, se van volviendo poderosos. (pp. 98-99).

     Habla la Reina por la pluma de Scherer:

     –La sociedad narca es dura, cruel y en sus propios espacios es una sociedad en sí misma. No hay código que valga en la disputa por el poder. Tampoco hay leyes que resuelvan las disputas y no se ve autoridad que pudiera imponerse al caos que va y viene, siempre presente y haciéndose sentir. (p. 99).

     Continúa la Reina, Sandra Ávila:

     –En la sociedad narca la riqueza como que brota, un día eres pobre y al siguiente millonario. Pero cómo se hace el dinero sólo lo saben los que lo hacen. Tú no los escuchas a propósito ni averiguas qué tan serias podrían ser las relaciones entre ellos. Pero sí adviertes que de pronto lucen brillantes y piedras preciosas, mujeres de alto vuelo, que compran residencias que habitan y abandonan casi el mismo día, que se hacen dueños de edificios u hospitales, como en Guadalajara, o un hotel, como en Mazatlán, lleno de flores. Yo no sé cómo se arreglan con las autoridades, pero se arreglan. Un día cambian de estilo y se vuelven echadores. Te enteras de reuniones discretas, cerca del misterio, pero no más. Vas sabiendo sin saber que vas sabiendo. Y un día sabes. ¿Cómo es eso? No sé. Pero sé que es así. (pp. 85-86).

     Los narcos en labios de la Reina:

     –Son personas como cualquiera, no lo peor, como dice la prensa. Algunos ayudan en sus pueblos, son bondadosos y humildes y se preocupan por los pobres. Yo querría que no se mataran entre sí, que no se mataran con los soldados, que no arrastraran a la desgracia a tantos hombres, mujeres y niños. Pero no han llegado hasta donde han llegado porque sí. Han llegado por la fuerza de la droga en su mercado enorme, por la corrupción de los gobiernos priístas y panistas, por la miseria de millones de mexicanos. Muchos trabajan para el narco. Muertos de hambre, sin empleo, solos con su hambre, ¿qué van a hacer sino acudir a donde hay trabajo y dinero? (pp. 76-77).

     Puntualiza la Reina del Pacífico:

     –La pobreza extrema se da en muchas regiones del país y a mí me duele el sufrimiento. A ese abatimiento, el de la miseria extrema, como se le llama, no se llega en las sociedades narcas. En éstas hay dinero para empleos, para la siembra de la hierba, para construir, para el despilfarro. (p. 143).

     La economía del narco, según Sandra Ávila:

     –El narcotráfico existe y la droga está en todos lados, en el ambiente, en el aire. Son enormes los ríos de dinero que corren por su cuenta y sin ese dinero se extinguirían muchos lugares y padecerían aún más ciudades como Tijuana, Culiacán, Guadalajara. El narco se extiende y su dinero hace posible que pueblos y familias enteras del campo dejen el hambre. Habrá que aceptarlo. La realidad es como es. El narco crea fuentes de trabajo y son miles los que han salido de la desesperación que causa el desempleo por lo que la droga deja. (p. 44).

     La sociedad narca, la Reina:

     –La sociedad narca, enloquecida como es, frecuentemente, enloquece. Un día el cielo de la vida amanece negro y al día siguiente se torna azul. No se discute con palabras. Se discute de otra manera: la violencia, el poder, la vida que muchos se juegan al día a día, genera la enfermedad de las suspicacias, del miedo y la muerte. El poder y el pleito por la droga al precio que sea arrastran a muchos. (pp. 40-41).  

     14- Las preguntas del periodista a la doña:

     –¿Lavó dinero, señora?

     –¿No le ofende tanta riqueza en un país tan pobre?

     –¿Ha aprendido usted algo en la cárcel, sin calificarlo de bueno o malo?

     –¿Habla usted con rencor?

     –¿Le gusta el lenguaje del narco?

     –¿Hay temor de Dios?

     –¿Cómo son las mujeres en la sociedad narca?

     –¿Podría sostener que se ha mantenido al margen de las actividades delictuosas de algunos narcotraficantes o, acaso, que las desconoce?

     –¿Qué hace usted en ese mundo narco, señora?

     –¿Cuál sería el monto aproximado de su fortuna?

     –¿Cómo vive la vida ahora?

     –¿Qué es la libertad, señora?  

     15- ¿Julio Scherer seduce y es seducido por la Reina del Pacífico? ¿Escribe un libro casi apologético? ¿Maquilla y transfigura la cruda realidad del mundo narco: un poder criminal, violento, amenazante, expandido, diversificado; un extraño poder desbordado que amenaza con devorarnos a todos? Crimen, narco, secuestros, niños y jóvenes envenenados por la droga, violaciones, asesinatos, decapitados, impunidad, inmundicia, ausencia del flaco y pulgoso Estado de derecho, corrupto. ¿Qué diría Alejandro Junco de la Vega?  

     16- Modos de producción y formas culturales. Carlos Marx decía que en cada época coexisten varios modos de producción en disputa (con su correspondiente explotación), hasta que uno de ellos acaba siendo el dominante: el régimen esclavista, el feudal, el capitalista… ¿Y ahora el narco-capitalismo, al lado del capitalismo virtual financiero? Así quizá igualmente sucede en el ámbito cultural: la cultura es acumulación, ruptura y combate, y en cada tiempo coexisten varias formas culturales en disputa, una es la dominante pero las otras nunca desaparecen del todo y siempre aparecen otras formas nuevas. Octavio Paz lo decía así al principio de El laberinto de la soledad:

     –En nuestro territorio conviven no sólo distintas razas y lenguas, sino varios niveles históricos. Hay quienes viven ates de la historia; otros, como los otomíes, desplazados por sucesivas invasiones, al margen de ella. Y sin acudir a estos extremos, varias épocas se enfrentan, se ignoran o se entredevoran sobre una misma tierra o separadas apenas por unos kilómetros. Bajo un mismo cielo, con héroes, costumbres, calendarios y nociones morales diferentes, viven “católicos de Pedro el Ermitaño y jacobinos de la Era Terciaria”. Las épocas viejas nunca desaparecen completamente y todas las heridas, aun las más antiguas, manan sangre todavía. A veces, como las pirámides precortesianas que ocultan casi siempre otras, en una sola ciudad o en una sola alma se mezclan y superponen nociones y sensibilidades enemigas o distantes.  

     17- La corrupción en México no es sólo priísta o panista o perredista, empresarial o sindical o católica, es humana: la de los hombres y mujeres en el poder y con poder sin contrapoderes democráticos. La democracia imperial personal: poderosos individuos autoritarios sin vigilancia pública y sin contrapesos democráticos. Por eso sostengo que la democracia es también cuidarnos (en todas las acepciones de esta palabra) y cuestionarnos y sancionarnos y sostenernos y criticarnos unos a otros públicamente y sin matarnos los otros a los unos.  

     18- Julio Scherer y las palabras:

     –A mí me atraen las palabras. Me importan y las temo. Las temo, sobre todo. Nunca las alcanzo… (p. 149). / La grabadora hizo su tarea. Pero fueron muchas más las horas de conversación suelta, libre la palabra. (p. 10).   

     19- Leo y releo la trilogía carcelaria de don Julio: La Reina (2008), Máxima seguridad (2001) y Cárceles (1998). Libros cincelados con la dureza de las palabras como Rodin esculpe la piedra y desvela las pasiones de sus misteriosos personajes: con fuerza y grandeza, a trozos. Por la potencia de su prosa, por sus temas, por sus testimonios, por su saber acumulado y bien decantado, pienso que la obra de Scherer resistirá el tiempo porque ha registrado y cuestionado su tiempo. Rodin y Siqueiros y Scherer. Piedra, color y palabra.  

     20- Escribo para dialogar con los otros y compartir el yo íntimo. Escribo a marchas forzadas y bajo presión. Escribo para vivir y sobrevivir y resistir, participando.  

     21- Scherer busca y encuentra los oscuros sentimientos enterrados más que las superficiales ideas. Prende fuego en el subsuelo humano. En prosa cortada a bisturí.  

     22- El doctor Carlos Tornero Díaz en Cárceles:

     –Sólo en la vida secreta que llevamos adentro nos enfrentamos con la verdad. Ahí matamos, ahí cobramos venganza, ahí destruimos, ahí levantamos un ego tan alto como ningún otro, ahí y sólo ahí nos atrevemos con nuestras traiciones y cobardías (p. 59).

     –Los teólogos hablan del pecado original para explicar las caídas de la criatura de Dios. A mí me atrae la fragilidad del hombre para acercarme humilde y soberbio a sus faltas, que son las mías. Endebles todos, semejantes la mujer insustituible y la aborrecida, el padre amado y el despreciado, el hijo que cuenta y el que está de más, el amigo amargo y el que ni eso es, nadie escapa a su propia debilidad. (pp. 59-60).

     –Me atrae el mundo de los infractores y los enfermos porque lo habito. Tengo mi propio testimonio, el que vale: mi vida secreta, los jugos que eyacula y que sólo yo huelo. Todos caemos y no hay quien termine ileso. (p. 60).  

     23- Julio Scherer quiere saber del hombre a través de sus emociones y sentimientos profundos que lo hacen actuar, como Enrique Krauze quiere saber de la historia a través de las ideas rectoras que mueven y precipitan a los individuos. Los hechos y las acciones, las ideas y las pasiones, Scherer y Krauze. Los dos marcados por el conocimiento, por el deseo de saber, preguntar, interrogar, indagar, tratar de responder las preguntas sin respuesta, las fundamentales.  

     24- Creo que algunos lectores de Scherer querrían más carne y verdades explosivas en sus libros. Yo creo que sus huesos bien pulidos y mondos son más esenciales y nutritivos que un kilo de carnitas nadando en manteca.  

     25- Seco. Sin humedades. Sin grasa. Es cierto, Scherer no maneja teorías. Tiene preguntas y respuestas precisas, punzantes, y un montón de sentimientos y emociones hirviendo en su tinta de colores. Pienso en Gabriel García Márquez y sus imágenes-mariposas-amarillas revoloteando en la panza. Veo la fuerza y el misterio de las esculturas de Rodin. Siento los trazos fuertes y violentos, rápidos y precisos de Siqueiros. Cierto, el mejor Scherer es impertinente y desvergonzado. Cortado por una prosa bisturí.  

     26- ¿Y su vida sexual, señora? Cuénteme, sus encuentros con su esposo, su marido, su novio, sus amigos. La vida sexual humana, ¿no es acaso la mitad de la vida?  

     27- Hasta donde sé de lejos, Julio Scherer sigue trabajando, sigue leyendo, sigue escribiendo, cincelando las pasiones con palabras. Ya sin las prisas del periódico o la revista y sin las pausas del satisfecho. El tiempo se agota. Letra a letra, palabra por palabra, se ha ganado con hechos su silencio.  

     28- Todavía nos debe sin embargo su libro de Dublín, su encuentro y entrevista con Carlos Salinas de Gortari a fines del siglo pasado. ¿Acaso no le ha interesado todo el tiempo Salinas? Escribe en su Terca memoria (2007): “Siempre he querido saber algo más de Salinas, de quien tantos males se han derivado para el país”. ¿Qué ha pasado con el personaje fuera del poder y después de Estos años (1995) y Salinas y su imperio (1997)? Yo espero su testimonio de Dublín y de estos veloces años 2000. “Por razones de cercanía, porque los tiene enfrente, nadie puede observar como un reportero a los hombres y mujeres que viven para el poder, para hacer lo que les da la gana, hasta apropiarse de lo que no necesitan y hasta desprecian” (Julio Scherer, La terca memoria, México, 2007, Debolsillo, 2008, pp. 176-177).   

     29- Julio Scherer García y Luis Echeverría Álvarez. Tengo a la vista dos Procesos con su fotografía en la portada (núms. 1665 y 1598). Sabemos qué siente Scherer de Echeverría; ¿qué piensa Echeverría de Scherer y de Proceso? Julio Scherer, Luis Echeverría y las enseñanzas de don Juan:

     –La vida es demasiado corta para todos. Al final llegamos a la encrucijada del camino y la muerte nos iguala, víctimas y victimarios, tiranos y críticos, poderosos y gente común. ¿Tiene corazón tu camino? Es lo único que importa. Todos vamos de ningún lado a ninguna parte. Los incontables caminos que uno recorre en la vida son todos iguales. El mundo es un desatino sin fin y sólo la muerte templa el espíritu. Los opresores y los oprimidos se encuentran al final, y lo único que sigue valiendo es que la vida fue demasiado corta para ambos. Por eso un guerrero vive de actuar, sabiendo que la muerte es el toque definitivo. No hay tiempo para tonterías, odios ni resentimientos. El espíritu está en la lucha y cada lucha es la última batalla. (Así hablaba don Juan en Una realidad aparte, y hablaba de sus padres indios asesinados por los yoris).

     ¿Cómo sería hoy un encuentro entre Echeverría (86 años) y Scherer (82 años)? ¿Es posible? ¿Es deseable, es necesario?   

     30- La enseñanza de Goethe citada por Pessoa y citado por Christopher Domínguez Michael:

     –Debería escribir menos y trabajar más (El Ángel de Reforma, 20-I-2008).

     Eso hace Julio Scherer García.  

     31- Hacer lo que nos toca hacer. No hay otra felicidad. ¡Eureka!   

¿Estás ahí, SS, mujer de luz secreta?      

 Qro. Qro. CC Gómez Morín.Domingo 2-Nov-2008.

juliofime@hotmail.com

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