El Príncipe Maximiliano en México

La República y la Iglesia frente a la intervención francesa

Maximiliano jura ante el papa.

Foto Diario de Querétaro.

Diario de Querétaro

Patricia Galeana

Desde que México surgió a la vida independiente, las potencias de la época trataron de tomar el lugar de la antigua metrópoli. Condicionaron el reconocimiento de su independencia a la firma de tratados ruinosos para el país. Como España no reconoció la independencia hasta un cuarto de siglo después de su consumación, la amenaza de una reconquista -que finalmente se intentó en 1829- y el acoso de las potencias extranjeras contribuyó a dificultar la consolidación del estado nacional.

Todos los grupos políticos buscaron la estabilidad política para lograr el desarrollo económico. Ante el dilema de la organización nacional, se planteó la dicotomía monarquía o república desde la insurgencia. Caído el Imperio se debatió entre la república unitaria y el régimen federal. No obstante subsistió el ideal monárquico que aparecía con más fuerza ante los conflictos de los regimenes republicanos. El fracaso de Iturbide se atribuyó a su improvisación, se necesitaba un príncipe de verdad y estos sólo existían en Europa. Hubo el poryecto de una monarquía indiana que no tuvo mayores adeptos. También Antonio López de Santa Anna quizo emular a Napoleón III y coronarse como Antonio 1º, pero la Revolución de Ayutla se lo impidió. De esta manera solo quedó la opción de establecer un imperio con la intervención extranjera.

Al triunfo de Ayutla, los liberales tomaron el poder con el objetivo de reformar al Estado suprimiendo las supervivencias coloniales que habían impedido la consolidación del estado -nacional-. Había que acabar con el estado estamental corporativo, con la supremacía de la Iglesia y del Ejército sobre el Estado. La Reforma principió con una serie de leyes reformistas de corte moderado en 1855 (la Ley Juárez hasta Lerdo e Iglesias).

Estado e Iglesia disputaban su soberanía. Como estado soberano, el mexicano no podía aceptar una autoridad superior a él, debía ser la última instancia del poder. Después de la Guerra Civil de Reforma y la Intervención francesa, México dejaría de ser un Estado confesional para convertirse en un Estado laico.

El país se escindió en dos gobiernos. El liberal o constitucional que defendía a la Constitución de 1857, se estableció en Veracruz. El conservador se autodenominó Supremo Gobierno y ocupó la capital de la república durante toda la guerra, que duró tres años. En julio de 1859, ante la urgencia de recursos para la guerra, en el momento más cruento de la lucha civil, el gobierno liberal con Juárez a la cabeza, decretó la legislación que conocemos como las Leyes de Reforma. La legislación estableció:

Ley de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos, 12 de julio de 1859. Quitó a la iglesia su poder económico, con la finalidad de que el enemigo no contara con esta fuente de recursos, indispensable para la precaria situación monetaria del ejército liberal.

Ley de Matrimonio Civil (23 de julio de 1859). Estableció el matrimonio como contrato y la independencia de los negocios civiles y eclesiásticos.

Ley orgánica del Registro Civil, 28 de julio de 1859. Estableció el control de registro de los ciudadanos por parte del Estado, quitándola de manos de la iglesia,

Decreto para la secularización de los cementerios, 31 de julio de 1859. Quedaron bajo la autoridad civil los cementerios, panteones, camposantos y bóvedas antes en manos del clero.

Decreto sonre días festivos y prohibición de asistencia oficial de la ihlesia, 11 de agosto de 1859. Prohibió a los funcionarios públicos asistir oficialmente a las ceremonias eclesiásticas, respetando las festividades religiosas del pueblo.

Ley sobre Libertad de Cultos, 4 de diciembre de 1860. Expresamente legalizó la libertad de cultos que se encontraba implícita en la tolerancia religiosa de 1857, protegiendo el ejercicio del culto católico y los demás que se establecieran en el país.

Decreto para la secularización de los hospitales, 2 de febrero de 1861. El gobierno tomó en sus manos el cuidado y dirección de estos establecimientos.

Decreto para supresión de comunidades religiosas, 2 de febrero de 1861. Ante la intervención francesa, los conventos se conviertieron en hospitales.

En una medida de guerra se dio la nacionalización de los bienes del clero para quitar al ejército enemigo su principal fuente de financiamiento.

También se decretó la separación del Estado y de la Iglesia, con lo que se dio un paso adelante respecto de la Constitución de 1857. La independencia de los asuntos políticos de los eclesiásticos, la separación entre las cuestiones civiles y las religiosas, fue indispensable para la consolidación del Estado nacional.

En MAYO DE 1859, santos Degollado intercepto un correo de Gutiérrez Estrada en el que se daba cuenta de que las negociaciones para traer un emperador iban por buen camino. En septiembre tuvieron la confirmación, lo que desencadenó la firma del Tratado McLane-Ocampo. Andrés Oseguera informó desde París que «José maría Gutiérrez Estrada y el padre Francisco Miranda han aprovechado su relación con Metternicj para hacerse escuchar por napoleón y que no será un Borbón a quien se traerá a México, sino un Habsburgo para desinteresar a Austria en Tocana y Módena». Oseguera conminó al gobierno liberal a detener la intervención exhortando a Estados Unidos que hiciera valer la doctrina Monroe.

Cabe destacar que Oseguera era íntimo amigo de Ocampo, él le enviaba las novedades bibliográficas que enriquecieron su biblioteca y la mantuvieron actualizada. Por tanto, así como avisó a Mata en Washington, con mayor razón le informó a Ocampo en Veracruz. Tomando en cuenta que las comunicaciones tardaban un mes en promedio, la información se recibió a principios de octubre de 1859.

Confirmada la información sobre que la intervención francesa estaba en curso, el gobierno aceptó firmar el Tratado McLane-Ocampo, que había diferido todo el año (éste aceptaba el paso de Estados Unidos por Tehuantepec). La convención adjunta al Tratado implicó una alianza militar con Estados Unidos para enfrentar a los franceses.

Gracias a haber firmado el Tratado McLane-Ocampo, la escuedra norteamericana detuvo a los barcos que había contratado Miguel Miramón en La Habana para atacar Veracruz por tierra y por mar, con lo cual habría desaparecido el gobierno liberal.

Después de este suceso, los liberales avanzaron hasta recuperarla ciudad de México y ganar con ello la guerra. No obstante, 1861 fue un año difícil para el gobierno constitucional. Los conservadores seguían en pie de lucha y se carecía de recursos para lo más indispensable. Por lo que el gobierno constitucional declaró una moratoria de dos años, para pagar deudas.

Este fue el pretexto que Napoleón utilizó para que se reunieran en Londres LA Convención en que se constituyó la alianza Tripartita de Gran Bretaña. España y Francia, para cobrar deudas a México. Ante los informes de su representante en Europa, José de Jesús Terán, el presidente Juárez suprimió la moratoria, pero la maquinaria intervencionista ya estaba en marcha.

Napoleón III escribió el 9 de octubre de 1861, que hacía años que se le había pedido que interviniera en México, pero no tenía pretexto para hacerlo. El decreto de suspensión de pagos del gobierno mexicano y la de Guerra de Secesión de Estados Unidos le dieron las condiciones propicias para ello. Era el momento ideal para actuar antes de que «una devastación indígena o una invasión estadounidense» impidiera sus planes

Cuando las tropas de la alianza tripartita desembarcaron en Veracruz, se pudo llegar a acuerdos bilaterales con España e Inglaterra, pero Francia, de acuerdo al proyecto napoleónico, invadió al país.

El 31 de mayo de 1863, ante el ejército francés hacia la ciudad de México, Juárez clausuró las sesiones del Congreso y salió rumbo a San Luis Potosí donde estableció su gobierno. El Congreso otorgó facultades extraordinarias al presidente, vigentes hasta 30 días después de la próxima reunión de la Cámara en sesiones ordinarias o antes en caso de terminarse la guerra con Francia. Dichas facultades establecían que lo relativo a tratados, convenios o convenciones diplomáticas que el gobierno celebrase, debía ser sometido a la aprobación del Congreso.

Frente a la ocupación inminente de la ciudad de México, el gobierno republicano invitó al cuerpo diplomático para que se trasladara a San Luis Potosí. Los diplomáticos se rehusaron esgrimiendo razones entendibles. «La dificultad de entenderse con sus respectivos gobiernos desde la nueva capital y considerando que en los primeros tiempos de la ocupación de la ciudad de México por las fuerzas francesas pueden prestar servicios eficaces a sus respectivos nacionales y en especial a los verdaderos intereses de México y considerando, por último, la necesidad de pedir nuevas instrucciones a sus respectivos gobiernos sobre el cambio de residencia.

El gobierno republicano se avocó a organizar la resistencia, para la cual requería armamento y, desde luego, el lugar para adquirirlo era Estados Unidos. Los trámites para comprarlo se dificultaron, pues el gobierno norteamericano declaró su neutralidad respecto a los asuntos de México, para no entrar en conflicto con Francia.

En ese sentido, el Secretario de Estado William H. Seward, manifestó el respecto de su gobierno por la autodeterminación de los mexicanos: «Los Estados Unidos profesan respecto a México los mismos principios que respecto a la demás naciones. No tienen derecho ni tampoco voluntad de intervenir con la fuerza en los negocios interiores de dicha república, ya sea para establecer y sostener el sistema republicano y otro gobierno de carácter nacional o bien para derribar una administración imperial o extranjera, si es que México llega a establecerla o aceptarla. Los Estados Unidos no tienen derecho ni voluntad de intervenir en esa lamentable guerra entre Francia y México. Por el contrario, practican, respecto a México, en todas las fases de dicha guerra, la no intervención que exigen de las potencias extranjeras en los negocios de Estados Unidos».

Por otra parte, los mexicanos residentes en San Francisco ofrecieron al gobierno de Juárez «promover el envío de armas y también gente a nuestra patria, nos hemos reunido creyendo en esto hacer un servicio a la América y a la noble causa de México».

El 7 de agosto de ese mismo año de 1863, el ejército francés ocupó Tampico, privando al gobierno republicano de una importante fuente de recursos. Ahí se recaudaban los derechos aduanales producidos por la actividad comercial con el exterior, ya que el puerto de Veracruz se encontraba bloqueado desde enero de 1862.

En el mismo mes de agosto, Juárez declaró traidor a la patria a todo aquél que colaborara en cualquier forma con la intervención, con sueldo o sin él, así como a los funcionarios y empleados públicos que permanezcan sin permiso del supremo poder correspondiente a los lugares sometidos a la intervención. Condenaba asimismo, a los extranjeros que quebranten en daño a la república, o de su legítimo gobierno, la neutralidad a que están obligados.

Además de todos los males ocasionados por la guerra de intervención, el gobierno republicano enfrentó también crisis internas. En septiembre de 1863, Juárez tuvo que integrar un nuevo gabinete: en Relaciones y gobernación quedó Manuel Doblado; en Justicia y Fomento, Sebastián Lerdo de Tejada; en Hacienda, José Higinio Núñez, y en Guerra, Ignacio Comonfort. El ex presidente había regresado del exilio para luchar al lado de los liberales contra la intervención, murió el 4 de noviembre en una emboscada en la población de Chamacuelo, Guanajuato.

Empujado por el avance del ejército francés, el presidente Juárez se refugió en el norte del país. De San Luis pasó a Monterrey en diciembre de 1863. Durante su estancia en Saltillo, un grupo de gobernadores le pidió que renunciara, con la idea de conseguir par. Pero el presidente respondió con razón que napoleón no buscaba la destrucción de una persona sino de la república. Por lo que su separación empeoraría las cosas para la nación, que caería en un caos político. Mientras tanto, las tropas francesas seguían conquistando diferentes plazas. El 22 de enero de 1864, se apoderaron de Campeche y un mes después de Yucatán.

Al tiempo que el ejército francés controlaba una gran porción del territorio mexicano, surgían nuevos pronunciamientos contra la Constitución de 1859 y a favor de un nuevo gobierno que supuestamente venía a proteger a la religión católica, como el de Juan ortega en San Cristóbal de las casas, Chiapas.

La república parecía desvanecerse, el cuerpo del Estado se adelgazaba por la persecución extranjera, sus precarios recursos y sus luchas internas. El presidente Juárez ya solo contaba con tres ministros: José María Iglesias quedó encargado de Hacienda, Justicia e Instrucción Pública; Sebastián Lerdo de Tejada de Gobernación y Relaciones Exteriores; y Miguel Negrete que sustituyó a Comonfort en el Ministerio de Guerra. No obstante, el gobierno de la república hacía esfuerzos extraordinarios para explicar al mundo lo perjudicial que resultarían, tanto para México omo para Francia, la intervención y el imperio.

Desde el 3 de noviembre de 1863, el presidente Juárez había nombrado a Jesús Terán enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante los gobiernos de España e Inglaterra. Aunque iba con el carácter oficial de representante de México, en algunos casos, Terán actuó como particular, pues consideraba que de esta manera su misión podría ser más productiva.

Jesús Terán tuvo una misión confidencial en Europa. Con discreción logró concertar una entrevista con Maximiliano, antes de que éste aceptada la Corona de México. Le hizo ver el error que cometería viniendo a gobernar un país que tenía autoridades legales ya establecidas.

Terán informó al presidente Juárez que en entrevista con el archiduque austriaco le había dado una visión pormenorizada de la verdadera situación de México: «en mi conversación pdocuré dar una idea del estado pasado y presente del país que, en general, no se tiene en Europa, para deducir de ahí la imposibilidad de sostener un trono en México, al efecto le expliqué la naturaleza, fin e historia de nuestra revolución, las dificultades generales para gobernar hoy en México y las particulares que al archiduque se han de presentar tanto dentro como fuera de la nación.

TEXTO FALSO

Confirmada la información sobre que la intervención francesa estaba en curso, el gobierno aceptó firmar el Tratado McLane-Ocampo, que había diferido todo el año (éste aceptaba el paso de Estados Unidos por Tehuantepec). La convención adjunta al Tratado implicó una alianza militar con Estados Unidos para enfrentar a los franceses.

Gracias a haber firmado el Tratado McLane-Ocampo, la escuedra norteamericana detuvo a los barcos que había contratado Miguel Miramón en La Habana para atacar Veracruz por tierra y por mar, con lo cual habría desaparecido el gobierno liberal.

Después de este suceso, los liberales avanzaron hasta recuperarla ciudad de México y ganar con ello la guerra. No obstante, 1861 fue un año difícil para el gobierno constitucional. Los conservadores seguían en pie de lucha y se carecía de recursos para lo más indispensable. Por lo que el gobierno constitucional declaró una moratoria de dos años, para pagar deudas.

Este fue el pretexto que Napoleón utilizó para que se reunieran en Londres LA Convención en que se constituyó la alianza Tripartita de Gran Bretaña. España y Francia, para cobrar deudas a México. Ante los informes de su representante en Europa, José de Jesús Terán, el presidente Juárez suprimió la moratoria, pero la maquinaria intervencionista ya estaba en marcha.

Napoleón III escribió el 9 de octubre de 1861, que hacía años que se le había pedido que interviniera en México, pero no tenía pretexto para hacerlo. El decreto de suspensión de pagos del gobierno mexicano y la de Guerra de Secesión de Estados Unidos le dieron las condiciones propicias para ello. Era el momento ideal para actuar antes de que «una devastación indígena o una invasión estadounidense» impidiera sus planes

Cuando las tropas de la alianza tripartita desembarcaron en Veracruz, se pudo llegar a acuerdos bilaterales con España e Inglaterra, pero Francia, de acuerdo al proyecto napoleónico, invadió al país.

El 31 de mayo de 1863, ante el ejército francés hacia la ciudad de México, Juárez clausuró las sesiones del Congreso y salió rumbo a San Luis Potosí donde estableció su gobierno. El Congreso otorgó facultades extraordinarias al presidente, vigentes hasta 30 días después de la próxima reunión de la Cámara en sesiones ordinarias o antes en caso de terminarse la guerra con Francia. Dichas facultades establecían que lo relativo a tratados, convenios o convenciones diplomáticas que el gobierno celebrase, debía ser sometido a la aprobación del Congreso.

Frente a la ocupación inminente de la ciudad de México, el gobierno republicano invitó al cuerpo diplomático para que se trasladara a San Luis Potosí. Los diplomáticos se rehusaron esgrimiendo razones entendibles. «La dificultad de entenderse con sus respectivos gobiernos desde la nueva capital y considerando que en los primeros tiempos de la ocupación de la ciudad de México por las fuerzas francesas pueden prestar servicios eficaces a sus respectivos nacionales y en especial a los verdaderos intereses de México y considerando, por último, la necesidad de pedir nuevas instrucciones a sus respectivos gobiernos sobre el cambio de residencia.

El gobierno republicano se avocó a organizar la resistencia, para la cual requería armamento y, desde luego, el lugar para adquirirlo era Estados Unidos. Los trámites para comprarlo se dificultaron, pues el gobierno norteamericano declaró su neutralidad respecto a los asuntos de México, para no entrar en conflicto con Francia.

En ese sentido, el Secretario de Estado William H. Seward, manifestó el respecto de su gobierno por la autodeterminación de los mexicanos: «Los Estados Unidos profesan respecto a México los mismos principios que respecto a la demás naciones. No tienen derecho ni tampoco voluntad de intervenir con la fuerza en los negocios interiores de dicha república, ya sea para establecer y sostener el sistema republicano y otro gobierno de carácter nacional o bien para derribar una administración imperial o extranjera, si es que México llega a establecerla o aceptarla. Los Estados Unidos no tienen derecho ni voluntad de intervenir en esa lamentable guerra entre Francia y México. Por el contrario, practican, respecto a México, en todas las fases de dicha guerra, la no intervención que exigen de las potencias extranjeras en los negocios de Estados Unidos».

Por otra parte, los mexicanos residentes en San Francisco ofrecieron al gobierno de Juárez «promover el envío de armas y también gente a nuestra patria, nos hemos reunido creyendo en esto hacer un servicio a la América y a la noble causa de México».

El 7 de agosto de ese mismo año de 1863, el ejército francés ocupó Tampico, privando al gobierno republicano de una importante fuente de recursos. Ahí se recaudaban los derechos aduanales producidos por la actividad comercial con el exterior, ya que el puerto de Veracruz se encontraba bloqueado desde enero de 1862.

En el mismo mes de agosto, Juárez declaró traidor a la patria a todo aquél que colaborara en cualquier forma con la intervención, con sueldo o sin él, así como a los funcionarios y empleados públicos que permanezcan sin permiso del supremo poder correspondiente a los lugares sometidos a la intervención. Condenaba asimismo, a los extranjeros que quebranten en daño a la república, o de su legítimo gobierno, la neutralidad a que están obligados.

Además de todos los males ocasionados por la guerra de intervención, el gobierno republicano enfrentó también crisis internas. En septiembre de 1863, Juárez tuvo que integrar un nuevo gabinete: en Relaciones y gobernación quedó Manuel Doblado; en Justicia y Fomento, Sebastián Lerdo de Tejada; en Hacienda, José Higinio Núñez, y en Guerra, Ignacio Comonfort. El ex presidente había regresado del exilio para luchar al lado de los liberales contra la intervención, murió el 4 de noviembre en una emboscada en la población de Chamacuelo, Guanajuato.

Empujado por el avance del ejército francés, el presidente Juárez se refugió en el norte del país. De San Luis pasó a Monterrey en diciembre de 1863. Durante su estancia en Saltillo, un grupo de gobernadores le pidió que renunciara, con la idea de conseguir par. Pero el presidente respondió con razón que napoleón no buscaba la destrucción de una persona sino de la república. Por lo que su separación empeoraría las cosas para la nación, que caería en un caos político. Mientras tanto, las tropas francesas seguían conquistando diferentes plazas. El 22 de enero de 1864, se apoderaron de Campeche y un mes después de Yucatán.

Al tiempo que el ejército francés controlaba una gran porción del territorio mexicano, surgían nuevos pronunciamientos contra la Constitución de 1859 y a favor de un nuevo gobierno que supuestamente venía a proteger a la religión católica, como el de Juan ortega en San Cristóbal de las casas, Chiapas.

La república parecía desvanecerse, el cuerpo del Estado se adelgazaba por la persecución extranjera, sus precarios recursos y sus luchas internas. El presidente Juárez ya solo contaba con tres ministros: José María Iglesias quedó encargado de Hacienda, Justicia e Instrucción Pública; Sebastián Lerdo de Tejada de Gobernación y Relaciones Exteriores; y Miguel Negrete que sustituyó a Comonfort en el Ministerio de Guerra. No obstante, el gobierno de la república hacía esfuerzos extraordinarios para explicar al mundo lo perjudicial que resultarían, tanto para México omo para Francia, la intervención y el imperio.

Desde el 3 de noviembre de 1863, el presidente Juárez había nombrado a Jesús Terán enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante los gobiernos de España e Inglaterra. Aunque iba con el carácter oficial de representante de México, en algunos casos, Terán actuó como particular, pues consideraba que de esta manera su misión podría ser más productiva.

Jesús Terán tuvo una misión confidencial en Europa. Con discreción logró concertar una entrevista con Maximiliano, antes de que éste aceptada la Corona de México. Le hizo ver el error que cometería viniendo a gobernar un país que tenía autoridades legales ya establecidas.

Terán informó al presidente Juárez que en entrevista con el archiduque austriaco le había dado una visión pormenorizada de la verdadera situación de México: «en mi conversación pdocuré dar una idea del estado pasado y presente del país que, en general, no se tiene en Europa, para deducir de ahí la imposibilidad de sostener un trono en México, al efecto le expliqué la naturaleza, fin e historia de nuestra revolución, las dificultades generales para gobernar hoy en México y las particulares que al archiduque se han de presentar tanto dentro como fuera de la nación.

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