Los Misquitos de Nicaragua
Es fácil aislarse en los problemas de la propia nación, pero un obispo que trabaja con los pobres en Nicaragua afirma que es importante que recordemos que vivimos en una comunidad global y que formamos parte de la Iglesia universal.
El obispo capuchino David Zywiec es el obispo auxiliar del Vicariato de Bluefields, que abarca casi toda la mitad este del país, incluyendo lo que se conoce como la Costa de los Mosquitos.
El prelado de 62 años nació en el este de Chicago, Indiana, y ha hablado recientemente sobre la vida de la Iglesia en Nicaragua en el programa de televisión “Dios llora en la Tierra” de la Catholic Radio and Television Network (CRTN) en cooperación con Ayuda a la Iglesia Necesitada.
– Usted aprendió la lengua misquita, ¿cuánto tiempo le llevó?
Monseñor Zywiec: ¡Todavía la estoy aprendiendo! Se dice que aprender una lengua lleva cerca de 1.000 horas. Una de las dificultades que encuentro es que hay que estar inmersos en ella o hablando la lengua todo el tiempo. Y una de las cosas que encuentro difícil en esto es que estoy un tiempo en la zona misquita y otro tiempo en la zona española.
– Usted es uno de los pocos misioneros que hablan actualmente esta lengua.
Monseñor Zywiec: Es verdad y lo cierto es que tenemos la bendición en el vicariato de tener cinco sacerdotes misquitos, y también hay algunos jóvenes misquitos en el seminario. Creo que Dios nos está bendiciendo de manera que se construya una iglesia nativa.
– ¿Cuál sería su petición? ¿Qué pediría para su trabajo, para la diócesis, para el vicariato?
Monseñor Zywiec: Una cosa, por supuesto, sería la oración, porque estamos llamados a orar. Nicaragua es uno de los países más pobres de Latinoamérica. Hemos pasado guerras civiles, huracanes, y por eso la oración es importante. Muchas veces siento que leo un periódico en Nicaragua y apenas habla de Nicaragua… te lleva a Estados Unidos, habla de Estados Unidos. Somos parte de una comunidad global; somos parte de la Iglesia católica. Por eso creo que esto también es algo importante. Y también tenemos hermanamientos con diversas parroquias lo que creo que es una forma para no quedarse sólo en: “Bien, rezamos por Nicaragua”. Conozco a esta persona allí, o a aquella familia, de manera que no sólo ayudo a una cierta persona o zona anónima, sino a esta persona en particular, a esta familia en particular con sus necesidades. Creo, que esto hace que a uno le llegue al corazón… y creo que esta es una forma de vivir la fraternidad que Dios nos pide… que Jesús nos pide vivir, como seguidores de Él.
– Estamos hablando de una zona en la que está usted que es verdaderamente rural: pantanos, grandes zonas pantanosas, montañas. ¿Cómo caracterizaría usted el desarrollo social de la gente? ¿Son todavía muy tradicionales en sus prácticas o se han modernizado, por así decir? ¿Cómo lo caracterizaría?
Monseñor Zywiec: Diría que han cambiado un montón de cosas en las zonas rurales. Cuando trabajé por primera vez allí, trabajaba con los colonos de habla española – los campesinos de habla española – y conocí a antiguos misioneros que decían que, cuando estaban en la misión, cuando el sacerdote iba una vez al año, una vez cada seis meses, había mujeres que no entendían cuando otro hombre les hablaba porque vivían tan aisladas que la única voz de hombre que la mujer escuchaba era la voz de su marido. Y ahora en algunas de aquellas mismas áreas no sólo tienes radios, radios de pilas, sino que con paneles solares tienes televisión. Y así las cosas han cambiado… lentamente, no de repente… no durante la noche… pero otra cosa que también he notado es que, cuando vine hace 30 años, los niños en señal de respeto cruzaban las manos y decían “santito” y ahora ya no lo hacen y esto se podría decir que es sólo una pequeña muestra de cómo han cambiado las cosas.
Pero, por otro lado, ha habido algunos cambios buenos. Encuentro que la gente está muy dotada para hacer canciones. Cuando llegué por primera vez, si íbamos a una capilla y allí había un hombre que tocase una guitarra, ¡aquello era grande! Ahora hay capillas en las que tienen una guitarra, un guitarro – una pequeña guitarra – un acordeón y una trompeta, o puede que incluso un teclado; así que las cosas han cambiado… una mezcla de cosas buenas y malas, pero creo , pero creo que estas cosas dan más vida a nuestras celebraciones en las zonas rurales.
– Usted mencionaba antes algunos desafíos sociales – en particular las escuelas. Usted ha trabajo duro para desarrollar un sistema escolar para los niños de las zonas rurales que de otra manera no tendrían acceso a la educación. ¿Por qué ve usted esto como una prioridad?
Monseñor Zywiec: Si uno va a vivir en el mundo de hoy, necesita saber leer y escribir. Y otra cosa que encontramos es que, muchas veces, hay emigración, desde el campo a las ciudades. Por ejemplo, uno de nuestros seminaristas vienes de una familia rural – es uno de los 16 hijos. Ahora muchos se trasladan a las ciudades y, si no sabes leer ni escribir, ¿qué vas a hacer? Sólo vas a tener malos trabajos, o incluso puede que te sientas tentado a robar. Así por lo menos, si una persona tiene la capacidad de leer y escribir, esa persona puede conseguir un trabajo más fácilmente y vivir de una forma honesta y digna.
– ¿Qué otras prioridades, qué otros proyectos consideraría como muy importantes para este vicariato?
Monseñor Zywiec: Creo que todo este asunto de la educación, dado que ha pasado tanto tiempo sin que el gobierno se haya implicado en esta área – así nos podemos remontar a 40, 50 años – que la Iglesia se ha tenido que implicar en la educación. Ahora mismo hay un sistema escolar de 400 colegios con más de 20.000 niños. Creo que otro paso es lograr algún tipo de instituto, aunque sea un instituto técnico de manera que la gente sea capaz de trabajar en la agricultura…
– ¿Tener capacidades, preparación profesional…?
Monseñor Zywiec: Cierto, una preparación profesional… Otro desafío en la línea de la promoción humana es la sanidad, porque hay muy pocos médicos. Los médicos quieren quedarse en las ciudades. No quieren salir al campo, y así tenemos, muchas veces, pequeñas clínicas… esto también es un desafío. Como ya mencioné, nuestra labor de evangelización – esta es una prioridad importante, y nuestros líderes laicos, que estén cada vez mejor preparados, para que se eduque más a la gente, que nuestros líderes laicos sean capaces de tener un liderazgo de calidad y sean capaces de explicar la fe con más capacidad, y creo también que una de las cosas que tenemos que hacer es trabajar por el bien común, el sentido de comunidad.
Muchas veces pienso que la gente llega a ciertas situaciones en la política, en los negocios o incluso en la iglesia, en que piensa: “Bien, tengo este trabajo concreto, veamos que puedo sacar de él para mí mismo”, en vez de decir, “estoy aquí como un servidor público, como un servidor de Dios”, Como Jesús dijo: “No he venido a ser servido sino a servir”. Este espíritu de servicio es uno de los grandes desafíos que tenemos. Se puede decir que tener una mentalidad de servicio… una actitud de servicio como Jesús, es parte de la evangelización. Creo que éste es un desafío importante que tenemos en Latinoamérica y en el vicariato de Bluefields.
Quizá, otra cosa también, como usted mencionaba, en la zona misquita, es la total inculturación de la fe, ser capaces de expresar la fe que tenemos en misquito. Por ejemplo, ahora tenemos una Biblia en misquito, tenemos un cancionero, y ser capaces de ayudar a los misquitos a expresar su fe, sus sentimientos, su amor a Dios a su manera y que esto forme parte de la estructura de su Iglesia – también en las zonas rurales – con la música y otras cosas, se convierte en su forma de expresar su fe y su amor a Dios.
Esta entrevista fue realizada por Mark Ridermann para «Dios llora en la Tierra», un programa semanal radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network (CRTN) en cooperación con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.