«La casa sin texas» de Mario Rodríguez

“AQUELLOS TIEMPOS”.-

Mario Rodríguez Estrada.-(Mario RE).-

“UTIL ES TODO LO QUE NOS DA FELICIDAD”.-Augusto Rodin.-El Escultor francés.-

Apenas regresé de un largo periplo por las bellas tierras Texanas…aquellas de las que decían los rancheritos emigrantes mexicanos, que nos quitaron los “chinches” gringos, que se quedaron con las mejores carreteras, las mejores ciudades, los mejores trabajos y sobre todo las más bellas gringas…y mire usted compadre lo que nos dejaron (¿?)…Pues sí para admirar todo eso, lástima que mi pobre y añosa humanidad cada oportunidad me deja baldado por largos y lastimosos días, efectúo dicho viaje usando el democrático turimex, que sin tanto sobresalto, excepto las malhadadas pasadas por las respectivas adustas y severas aduanas americana y mexicana que nos hacen perder, entre ambas, más de 11 horas…y no se diga si no cuenta usted con el permiso, a la ida, de internación al “oveder”, los mexican-gringos, paisanos convertidos en agentes aduanales, nos examinan hasta de las muelas y revisan papeles que demuestren fehacientemente nuestra permanente residencia en México…como ya me las sé cómo se las gastan, cargo con mi archivo completo, en la que solamente falta mi correspondiente acta de defunción, y como de rayo les muestro cada uno de los documentos que me piden…como ya soy su “cliente”, pues los visito de tres a cuatro veces en el año, y no tengo un solo “tache” malo, prontamente me permiten que les obsequie las huellas de mis diez deditos y les regale la mejor de mis sonrisas al sacarme la foto, creo que para sus álbumes personales …los otros pasajeros, aquellos que no tienen problemas de permisos o son residentes o “citizens” se desesperan adentro del camión y los choferes dan vueltas y vueltas para preguntarnos, “¿cómo vamos?”…ya que ellos serán cambiados en la terminal de Laredo…y el tiempo  del relevo se les escapa…esta vez “solo” tardamos cuatro horas y media..Total,  arribo a la bellísima Austin ya con las primeras sombras de la noche, mi querido hermanito acude por mi junto con su familia, ya que hoy descansa de su arduo trabajo relojeril  y tiene tiempo para echarme porras y cariñosos saludos de bienvenida.

  Ya en su cálida casita (afuera hace un frío endemoniado), desempaco y les muestro todos los queretanos presentes que tanto les gustan y añoran, dulces de la mariposa, botellinas de tequila para repartir a sus cuates, mazapanes, quiebramuelas del mercado “Escobedo”, rebozos tipo Santa María para bailar algunos bailes mexicanos, gorditas de trigo, los periódicos queretanensis del día anterior, para ellos ver cómo andan las cosas por acá, las nuevas obras de Pepe Calzada y de Pancho Domínguez, etc. y etc….mis antes repletas maletas quedan tristemente vacías…por ahora, ya que en los subsecuentes días, poco a poco van engordando con las múltiples compras efectuadas en las variadas tiendas de segunda, que a mí me parecen de primera, pues los texanos, apenas algún objeto tiene una pequeña raspadita, lo desechan…con gran alegría personal, pues me encuentro cada cosa, que viera usted,  de gran utilidad por estos andurriales, a veces con gran enojo de mi querido hermanito, pues él es muy práctico, pues ya le entró al “american way of life” (¿que tal mi inglés, he?…ya voy superando mi etapa de “spanglish”), y le parecen solo basura, lo que él no sabe que todo aquello que nos es útil, nos da felicidad.

 La cosa se complica un poco cuando visito las “Half Price book”…pues agarrando un carrito tipo tienda departamental, lo voy llenando poco a poco con bellos e interesantísimos libros de historia americana y mundial, de arte y de música, a veces un tanto cuanto voluminosos…sin perder de vista alguno nuevo sobre mi adorada Marilyn Monroe, otros sobre historia de México, la mayoría en inglés, lo que me da un buen punto de aprecio sobre la perspectiva gringa…esta vez si me pasé, pues rellené dos maletas de buen tamaño, una cajita de cartón y dos bolsotas de mano, que a mi hermano le causaron gran preocupación, pues a lo mejor no me dejarían viajar, lo que no me causó problema al subirlas al camión de regreso,  este se presentó al llegar a la aduana mexicana, pues me hicieron bajarlas, la mayor pesaba unos setenta kilos, la menor cincuenta y la cajita unos veinte…lo que hice fue pedirles a los aduaneros me permitieran efectuar varios viajes, me aventé tres, después de esperar a que nos tocara el turno casi cinco horas, me pidieron las fuera apilando en un lugar, las pasé por las cámaras de rayos X y al finalizar me entregan un papelillo, para que pasara a pagar los derechos aduanales, me vale, me dije, y pasé a la oficina de cobro…pagué el equivalente a veinte dólares…y lo bueno vino cuando intenté llevar mis pertenencias al camión, recibiendo ayuda de una persona, la cual tuvo que hacerles un lugar en la bodeguita del “bus” y con un poco de esfuerzo, apretadamente quedaron bien colocadas, entregándole al inesperado ayudante unos dólares por el efectivo servicio.

 Ya lo demás fue dormir y leer en las doce horas que separan Laredo de mi querido Queretarín, el camión ya no entró a Matehuala ni a San Luis Potosí, tan solo paró en el restaurant “San Pedro”, muy caro por cierto, y como llevaba tortas, le saqué la vuelta a los mega precios, llegando a la Central camionera queretana ya entrada la noche, un señor con diablito me dio la manota con mis maletas, abordé un taxi y ¡Por fin!…llegué a la amabilidad y tranquilidad de mi modesta casita…todo esto se los comento por si ustedes desean seguir mis pasos por el “más allá”…¡perdón!…por el “oveder” (el otro lado)…y se preparen mentalmente para ello…se despide de ustedes su cansado y fatigado amigo viajero…Mario RE.-