Libro-homenaje al historiador, compilado por Emilio Kourí y el presidente del Colmex
Katz podía ver las hojas y el bosque, dice Javier Garciadiego
Antes de fallecer preparaba un volumen sobre la presidencia de Madero y otro acerca de los Científicos del porfiriato
Invitan a los jóvenes a conocer el legado del autor de Pancho Villa
Mónica Mateos-Vega
La Jornada
Con la muerte de Friedrich Katz, ocurrida el 16 de octubre de 2010, el mundo académico perdió a un investigador que todavía tenía, al menos, otros 10 años de proyectos para compartir con colegas, alumnos y un sinnúmero de personas que sin ser especialistas en historia son admiradoras de su obra.
Así lo consideran Javier Garciadiego y Emilio Kourí, compiladores de los casi 50 textos que conforman el libro Revolución y exilio en la historia de México: homenaje a Friedrich Katz, coeditado por El Colegio de México, Ediciones Era y el Centro Katz de Estudios Mexicanos de la Universidad de Chicago.
“Perdimos a uno de los más grandes historiadores del siglo XX mexicano, tanto por la amplitud de su obra como por su influencia y su carácter magisterial. Aunque lo tenemos a través de su legado, perdimos en concreto un par de obras: Katz estaba escribiendo un libro sobre la presidencia de Francisco I. Madero y otro sobre el grupo de los Científicos durante el porfiriato”, señala en entrevista con La Jornada, Kourí, director del centro Katz.
El autor de Pancho Villa (Era, 1998) “fue el más completo, en términos temáticos, de los historiadores mexicanistas; sabía del mundo prehispánico, del problema de la tierra que atravesaba toda la historia de México, del porfiriato, de la dimensión internacional de la Revolución Mexicana, de su experiencia regional en Chihuahua”, añade Garciadiego, presidente de El Colegio de México (Colmex).
Una de las facetas más generosas de Katz fue la de docente, continúa: “fue un magnífico profesor y de los pocos historiadores que trascendió al gran público, sus lectores no son puramente académicos. Luego de su muerte, supe de un par de altares que se montaron en su honor el 2 de noviembre, uno en el Colegio Madrid y otro en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Él estaba trabajando en los proyectos ya mencionados con ganas de avanzar, pero a su estilo, con una densidad documental tremenda y un rigor en la interpretación; no hacía trabajos apresurados. Además, había un tercer tema del que hablaba: una segunda versión de La guerra secreta en México (Era, 1982), enfocada en los asuntos internacionales del país que a él le tocó vivir, como las complejidades del mundo internacional alrededor de Lázaro Cárdenas, la llegada de León Trotsky, el exilio español, los exilios y la Segunda Guerra Mundial, pero no sabía si iba a ser memoria o una investigación histórica como a él le gustaba. No sé si tenía avanzado algo.”
Los textos de Katz, interviene Emilio Kourí, “son obras maestras de la investigación y del análisis, no le piden nada a nadie y sin embargo son eminentemente legibles. Era un gran narrador y siempre nos recuerda a los historiadores que la buena historia no tiene que ser difícil, cerrada o para los iniciados”.
Rigor documental y analítico
Los compiladores de Revolución y exilio en la historia de México: homenaje a Friedrich Katz, libro que ayer se presentó en el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, consideran que cualquier obra de Katz puede ser una buena puerta de entrada para que los jóvenes conozcan el enorme legado que dejó el historiador.
El volumen incluye ensayos de Cuauhtémoc Cárdenas, Enrique Florescano, Adolfo Gilly, Claudio Lomnitz, Jean Meyer y Enrique Semo, entre otros.
El presidente del Colmex considera que “todos sus libros son muy útiles para los alumnos porque se dan cuenta del rigor documental y analítico que hay detrás. Katz era un hombre erudito, pero ese cúmulo de información lo tenía perfectamente organizado y digerido, y lo compartía. A mí me parece magistral su ensayo La servidumbre agraria en México en la época porfiriana. No se perdía en las hojas del árbol, él podía ver las hojas y el bosque”.
Por su parte, Kourí siempre recomienda a sus alumnos Pancho Villa, “un libro que no es sólo sobre ese personaje; incluye excelentes discusiones acerca del zapatismo, el carrancismo, es un libro lleno de luz. Ninguno de sus libros es malo ni requiere un doctorado en historia para disfrutarlo”.
Como un ejemplo de la pasión que Katz tenía por su profesión, sus también discípulos comentan que, no obstante estar jubilado, el historiador acudía a la Universidad de Chicago para conversar con los alumnos e investigadores, para quienes siempre tenía tiempo y comentarios enriquecedores.
Además, cuando se iba de vacaciones familiares, por ejemplo a París, se escapaba de los ratos de esparcimiento para ir a buscar a los archivos algún documento o simplemente volver a revisar un dato.
El director del centro Katz de Chicago comentó que durante el funeral del historiador efectuado en Filadelfia, Estados Unidos, la familia colocó en la entrada de la sala una ampliación de la portada de La Jornada del 17 de octubre de 2010, con la cual este diario despidió al maestro. En ella aparece una caricatura realizada por El Fisgón donde se ve al investigador vestido como Pancho Villa, “es un cartón precioso que le encantaba a Friedrich”.