Valentín Campa, hombre ejemplar
Marcos Leonel Posadas*
mlposadas2001@yahoo.com.mx
Para comenzar reitero la propuesta que hace tiempo hicimos varios centenares de ciudadanos de dar el nombre de Valentín Campa a las estaciones Buenavista del metro y del metrobús.
Y les comparto unas reflexiones: El pueblo trabajador de la ciudad de México siempre se ha caracterizado por ser luchador por la libertad, por los derechos para todos, por la independencia nacional, por ser solidario con otros pueblos.
Esta ciudad se gobierna a nombre de la izquierda pero los funcionarios de este gobierno aplican políticas que difícilmente pueden ser calificadas de izquierda.
Parecen de una izquierda desarraigada de las tradiciones de lucha forjadas en la vida de la ciudad. Hace falta que tomen conciencia de este hecho y que se ocupen en hacer muchas cosas que son necesarias a la población trabajadora a cuyos votos deben sus cargos y carreras.
Menciono un asunto que no es central, aparentemente poco importante como es la nomenclatura de las calles y de muchos sitios públicos. Este podría ser un medio de educación cívica y de difusión de conocimientos sobre la historia de la ciudad, recordando a decenas y centenas de hechos importantes; menciono un solo ejemplo: recordar los sitios y los hechos del rechazo y el combate popular en los viejos barrios del centro de la ciudad a las tropas yanquis invasoras en 1847, cuando el gobierno había abandonado la plaza –de eso ya hay investigaciones históricas–; y reconociendo a centenares de personas, especialmente trabajadores, obreros, artesanos, profesores, mujeres y jóvenes, intelectuales y estudiantes, comerciantes y animadores de la comunidad en los pueblos, barrios y colonias quienes con sus vidas sencillas y sus hechos cotidianos hicieron destacadas contribuciones para mejorar la vida de la ciudad.
Es un asunto secundario pero importante y los funcionarios tampoco se ocupan de esto.
En cambio la derecha, sea clerical, política o empresarial, y desde luego los dirigentes del viejo régimen autoritario, desde el PNR hasta el PRI sí utilizan este medio para honrar a sus personajes: Vemos que individuos que fueron presidentes ladrones, represores y asesinos, y hasta sus llamadas primeras damas prolongan su presencia al darse su nombre a viaductos, avenidas, calles, escuelas, plazas y colonias; y son cientos los politiqueros cuyo mérito fue hacer carrera y amasar fortuna con cargo al erario y al mal uso de puestos en la administración pero que su nombre se impuso a sitios públicos; personas que no son causa de orgullo cívico sino de lo contrario.
El pueblo de la ciudad de México no merece el escarnio de perpetuar esos malos recuerdos.
Que contraste con Campa y con cientos de luchadores de izquierda que ayudaron a mejorar la sociedad de la capital de la nación, pero cuyos nombres y obras tratan de ser borrados de todo recuerdo y que no lleguen al conocimiento de los jóvenes y los ciudadanos.
Campa encabezó la Marcha por la Democracia en 1976, esto fue el hecho decisivo que llevó en 1977 al inicio de una reforma política que dio registro al PCM, registro cedido después al PSUM, al PMS y al PRD y con el cual muchos han escalado posiciones y hecho carrera.
Valentín fue un hombre ejemplar, un obrero que desde muchacho dedicó su vida a luchar por los intereses y el bienestar de los trabajadores y el pueblo, por los ideales comunistas de libertad e igualdad, por una vida sana, de armonía con la naturaleza; sin explotación ni opresión y con condiciones sociales para que los individuos y la especie humana superen la lamentable situación en que los hunde el capitalismo, en los órdenes económico, intelectual, moral. Campa es un prototipo real, de carne y hueso de los luchadores por conquistar condiciones que hagan posible el trabajo libre, y el uso y desarrollo de las potencialidades del hombre y la plena humanización de la especie.
Campa ingresó al PCM por invitación de Sotero Valdés, trabajador electricista, dirigente sindical, de los tranviarios y de los comunistas de Tampico. Desde 1925 Campa fue organizador y líder sindical, la formación de los mayores sindicatos y varios episodios importantes de la historia reciente tienen que ver con sus actividades.
Era combativo, insobornable, de rara rectitud; estudioso, y también obstinado, terco.
Aquí hablarán compañeros que informarán más sobre la vida y obra de Valentín Campa Salazar, yo solamente quiero recordar algunos momentos que me tocó vivir en relación con él: Conocí el nombre de Campa desde mi juventud, cuando aún vivía en Tampico.
Mi primer noticia de Valentín fue indirecta, un conocimiento de rebote: Entonces, a la mitad de 1957 se había iniciado en el PCM una lucha interior que se prolongó hasta 1960; había dos bandos principales, uno era la dirección que tenía de su parte a la mayoría del pequeño partido; el otro bando estaba aún en formación en el DF y no existía en Tampico, en algunos viajes que hice a la capital conocí a algunos compañeros de esa incipiente oposición pero para mí no era claro lo que estaba en juego ni formaba parte de esa corriente.
No obstante luego de uno de esos viajes recibí un fuerte regaño del secretario general del partido en Tampico quien me increpó por algo que yo no sabía: “hacerle el juego a Campa”; yo apenas tenía año y medio de haber ingresado pero ya pertenecía al Comité Regional.
Campa había sido expulsado del PCM en 1940, fue readmitido hasta mayo de 1960.
En febrero de 1958 el PCM y el POCM, Partido Obrero y Campesino de México, lanzaron juntos un candidato a la Presidencia (sin registro pues no teníamos derechos electorales).
Quizá en abril el candidato, un antiguo combatiente zapatista, el general Miguel Mendoza López y su pequeña comitiva, que viajaba por el país sin recursos y sin noticias ni publicidad en los medios, nos visitaron. Hicimos mítines en Tampico (en la Plaza de la Libertad) y en Madero (en la esquina de Obregón y Primero de Mayo, frente a la Sección Uno del sindicato petrolero; en cada caso reunimos algunos centenares de personas que escuchaban los discursos.
No obstante la unidad de acción, había tensión entre los dos pequeños partidos comunistas; a los compañeros del POCM les decían los “poquitos” pero los del PCM tampoco eran muchos. Valentín Campa era dirigente del POCM y llegó con la comitiva, por líos que hubo esa misma tarde Campa se negó a hablar en el mitin de Tampico, sí lo hizo la tarde siguiente en Ciudad Madero; el discurso, con su voz aguda,tipluda me pareció muy bueno, hablaba de lo que nos pasaba a los pobres, a los trabajadores; por su parte la voz del general Mendoza era formidable, solo oírlo daba idea de honestidad, de integridad, pero lo dicho por Campa me gustó más, así lo comenté con algunos compañeros. En esos primeros encuentros quizá cruzamos algunas palabras pues estábamos en el grupo que presidía los mítines.
Campa fue preso y perseguido muchas veces, desde marzo de 1930 estuvo en Lecumberri; una vez lo condenaron a ser fusilado, no se le ejecutó por intervención del gobernador de Tamaulipas.
A final del 59 o inicio del 60 Campa fue arrestado con motivo de las huelgas ferrocarrileras, esta ocasión pasó más de 11 años continuos en prisión (éste fue uno de los muchos miles de abusos criminales de los gobiernos del PRI).
Salió hasta 1971; ya entonces yo era miembro de la dirección del PCM y trabajé en relación con Valentín también en las direcciones del PSUM y el PMS hasta 1989.
Después, aunque ya no trabajamos en el mismo partido, le encontré algunas veces hasta meses antes de su muerte en noviembre de 1999.
La última vez fue en febrero de ese año, en un homenaje que se le hizo en la delegación Venustiano Carranza al cumplir 95 años, lo llevaron en silla de ruedas y no podía hablar, al parecer si lo hacia en algunos ratos del día. Saludaba y sonreía a todos de forma tal que hasta me imaginé que me reconoció. No lo sé.
Una forma de trabajo en los organismos del PCM era la discusión para ponerse de acuerdo en conclusiones políticas y definiciones de qué hacer.
El debate casi siempre tenía posiciones divergentes o encontradas, la polémica, sobre todo en la dirección solía ser fuerte y en sesiones de muchas horas (algunos desacuerdos y debates duraron años).
Campa era implacable en la exposición y defensa de sus posiciones, se formó en un tiempo en que la discusión, más que convencer buscaba ganar, le era normal chocar y atacar bruscamente, pero luego de la votación, resuelto el tema a discusión, al segundo después, se volvía a la cordialidad y la camaradería, y en el caso de Valentín se volvía al trato amable y dulce, el era así casi siempre.
Campa fue uno de los principales líderes del PCM desde los años 30, entonces el primero entre iguales era Hernán Laborde.
En la segunda parte de los 30 el PCM creció y era importante, tenía alrededor de 30 mil miembros, dirigía sindicatos y movimientos campesinos; tenía influencia entre intelectuales y artistas, y en la educación era una fuerza con peso social y político.
Campa tuvo un papel activo por la expropiación petrolera, y luego en su defensa, él informó al presidente Cárdenas de los preparativos de rebelión del general Saturnino Cedillo por cuenta de las compañías expropiadas (la fuente fueron trabajadores de la Huasteca potosina), informado a tiempo el general Cárdenas actuó para frustrar un levantamiento y una guerra.
Desde 1937 León Trotski, jefe bolchevique perseguido por Stalin, recibió asilo en México por gestiones de Diego Rivera. En el ambiente previo a la Segunda Guerra Mundial Stalin ordenó el asesinato de Trotski, un enviado de Moscú propuso a Laborde que se apoyaran esos planes pero él y el Secretariado, órgano de dirección más reducido donde participaba Campa, rechazaron esa demanda de la autoridad máxima del comunismo mundial. El argumento contundente: Los revolucionarios no somos asesinos.
A consecuencia de eso, dirigentes de la III Internacional, que era un partido mundial del cual el PCM era una Sección, actuaron para derrocar a la dirección del PCM y “depurar” al partido, se expulsó a muchos compañeros y se apoyó a una nueva dirección y una línea política errónea. Desde entonces hubo una larga serie de crisis que casi liquidó al partido.
Muchos años Valentín guardó silencio al respecto, en 1977 escribió un libro de memorias y recuerdo que en una reunión del Comisión Ejecutiva pidió autorización para hacer público aquel episodio que consideraba “secreto de partido”.
* Palabras pronunciadas en un salón de la Cámara de Diputados, el 27 de junio de 2011, durante el homenaje Valentín Campa, una trayectoria ejemplar de izquierda.