¿Qué clase de mexicano soy? reflexiona lider de obispos mexicanos

Mes de la patria, ¿qué clase de mexicano soy?

de Eugenio Andrés Lira Rugarcía

Obispo Auxiliar de Puebla y Secretario General de la CEM

 

Hemos comenzado el mes de la “Patria”, oportunidad para pensar: “¿Qué clase de ciudadano soy?” Esta no es una pregunta poco importante, sino todo lo contrario, ya que Dios nos ha llamado a la existencia en un espacio de tierra muy concreto, que es nuestro país, con una historia específica y una cultura que nos da identidad. Vivimos rodeados de personas cuyo trato, a pesar de los roces y dificultades, va labrando día a día nuestra personalidad.

 

Es en este México nuestro, muy nuestro porque de él formamos parte, en el que vivimos y somos, tanto en lo personal, como en lo familiar y social. Es aquí donde se labran nuestros sueños, que procuramos hacer realidad con nuestro esfuerzo y trabajo de cada día, unido al esfuerzo y trabajo de millones de mexicanos que, como nosotros, anhelan una vida cada vez mejor.

 

Por eso, es preciso entender que haber nacido en este país es un don de Dios, que debe suscitar en nosotros gratitud y responsabilidad para ayudar a su desarrollo, mediante nuestra contribución personal y concreta al bienestar de todos, ya que sólo así podremos realizarnos plena y verdaderamente.

 

¿Por dónde comenzar? Recordando que nadie ama lo que no conoce. Para amar a nuestro México debemos conocerlo. A esto nos ayuda el estudio de la geografía y de la historia, con una actitud objetiva, libre de aquellos prejuicios que nos hacen ver las cosas como en realidad ni fueron ni son.

 

Así estaremos en condiciones de valorar lo que somos, de cuidar nuestro medio ambiente y de ofrecer un servicio a la reconciliación de México con sus orígenes, sus valores y tradiciones. Apreciaremos nuestra cultura, entendiendo que, sin ser algo cerrado, nos ayuda a vivir con identidad.

 

Cuando se conoce a fondo algo, se valora. México es, ante todo, su gente; gente con capacidades, sueños y necesidades de educación, respeto, alimentación, justicia, salud, vivienda, seguridad, trabajo y otras más. Por eso, el valor del patriotismo debe conducirnos a poner lo que esté de nuestra parte, con creatividad, generosidad y valentía, para remediar esas situaciones, procurando hacer “equipo” para lograr cada vez mejores resultados. Hagámoslo así, sabiendo que contamos con la ayuda de Dios y la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe y de los santos mexicanos.