Un recuerdo a doce años del Oficio De Historiar

Por José Félix Zavala

 

“Mi condición de Obispo Emérito me apremia a sentirme como tal y para la Iglesia, me impulsa a estar ante la solicitud de los cristianos de todas las iglesias, me exige compartir mi fe y ser alimentado por las comunidades y por el proceso histórico del que somos parte.” Dice Samuel Ruiz García, cuando habla de “Esta hora de gracia”.

Añade: “Como obispo emérito hablo en otra dimensión, la causa de la paz, que no es solo asunto nacional, sino global y recuerda la urgencia de un cambio en el sistema político y económico dominante”

“Percibo con otros muchos pastores las señales de una nueva etapa de la humanidad y me urge sumarme a su clamor en estos signos de los tiempos y de este paso del Señor sobre el nuevo pueblo de Dios”.

“No puedo dejar de señalar que trae consigo el sistema neoliberal dominante. La globalización se enseñorea de la economía y de la política, que sin ética agudiza la desigualdad y profundiza la injusticia, trayendo para los pueblos frustración, exclusión y muerte para la mayoría de los pueblos”.

Este 26 de octubre al cumplirse 100 años del natalicio de don Sergio Méndez Arceo, séptimo obispo de Cuernavaca, el actual prelado don Florencio Olvera Ochoa, ofrecerá una misa en su recuerdo.

Entre los muchos recuerdos que se tienen de estos dos grandes mexicanos, hombres de su tiempo y obispos de la Iglesia Católica, está; El uso que hicieron de sus respectivas catedrales: Una verdadera Cátedra.

La Catedral de Cuernavaca siempre a reventar los domingos por la mañana, de fieles, de seguidores, de fan, la prensa, para escuchar la voz libre de un obispo que marcaba rumbo, era don Sergio Méndez Arceo.

Por otro lado cientos de indígenas reunidos en la Catedral, después llamada de “La Paz” en San Cristóbal de Las Casas, son los mesoamericanos que humillados por siglos retomaban su lugar para escuchar al Pastor que si los conocía y los congregaba, don Samuel Ruiz García. Ya no eran los ladinos, los propietarios de ese espacio.

“No llegué para ser dueño de la diócesis, tengo un límite de edad, de salud, de vida. Me voy para no estorbar, la mía es una desición personal”, lo dijo en su momento, a la hora del retiro, J a Tatic Samuel.

Mientras don Samuel Ruiz García, ordenado sacerdote, el 2 de abril de 1949 en la ciudad de Roma, este próximo 3 de noviembre cumplirá 83 años de edad y 47 de obispo y 57 de presbítero, declaró a su salida como titular del obispado de San Cristóbal de Las Casas: “Yo no implanté nada, fue el proceso el que me generó a mi. Yo soy el resultado de una situación y conmigo y sin mi esta diócesis seguirá su camino”

Palabras que contrastan con el gran ceremonial que en 1960 se llevara acabo en ocasión de la toma de posesión del entonces obispado de Las Chiapas, por Bula pontificia del Papa Juan XXlll, ante obispos y la sociedad cristobalense, “los coletos”, de Don Samuel Ruiz García. “Yo no evangelicé a los indígenas, ellos me evangelizaron a mi”. Dijo al término de 40 años de obispo de esa iglesia local, donde advirtió “todo lo que aquí suceda, repercutirá a nivel nacional”.

En esa Catedral construida en el siglo XVl convergen todos los caminos de la Diócesis de San Cristóbal. Aquí tomo posesión como obispo Bartolomé de Las Casas, que soñó con liberar a los indígenas, en 1821 se proclamó y se formó la independencia de Chiapas, el 25 de enero de 1960 tomó posesión como obispo de Chiapas Samuel Ruiz García, en 1994 se dio el diálogo entre el gobierno y los Zapatistas y el sínodo diocesano..

Samuel Ruiz crea la diócesis dialogante, ya que es el interlocutor de 13 gobernadores y en 1974, 14 años después de su llegada, ya creada la diócesis de Tuxtla Gutiérrez y la de Tapachula, con el Congreso Indígena empiezan las acciones con los creyentes, ya había creado la infraestructura territorial.

Samuel Ruiz García advierte del deterioro de los derechos humanos, acrecentamiento de las migraciones, alejamiento de la disminución de la pobreza, acrecentamiento de la dependencia de los países pobres respecto de la de los poderosos.

“El neoliberalismo se contradice y se adivina una contaminación ambiental a favor del consumismo, la disminución de empleos, la concentración del poder económico, causando desequilibrio y una oposición masiva, el adelanto de la tecnología en forma dehumanizada, aumentando el rechazo general”.

El 28 de octubre próximo se cumplen 100 años del nacimiento de don Sergio Méndez Arceo, quien fuera obispo emérito “en activo”. Entre reclamos de “queremos más obispos al lado de los pobres”, que brotaban de miles de gargantas plurales, su cadáver fue sepultado en la catedral de Cuernavaca el 6 de febrero de 1992.

Como hombre visionario y carismático, ya como obispo emérito después de su renuncia a la diócesis de Cuernavaca –que le fue admitida sin tardanza– continuó su labor pastoral, dedicando su vida a la promoción y a la práctica de la solidaridad a través del Secretariado Internacional Cristiano de Solidaridad con América Latina, que hoy honoríficamente preside monseñor Samuel Ruiz, y de la Red de Comités de Solidaridad Óscar Arnulfo Romero, de los que durante una década fue presidente.

A finales de los años 80 ya había más de 40 comités de solidaridad en 15 países de América, Europa y Asia. En México acompañó además varios procesos solidarios, iniciados por grupos eclesiales y civiles.

“Un mexicano con conciencia histórica de su país; un latinoamericano de mente y corazón; un hombre liberado en su edad madura por su conversión a la fe cristiana, y escrupulosamente respetuoso de la conciencia y la libertad de los demás; un compañero desde el Evangelio con las luchas por la liberación de los pueblos; un eclesiástico fiel a la reforma del Concilio Ecuménico Vaticano II” Dice el domiico Miguel Concha, abanderado de los derechos humanos.

Con ocasión del centenario del natalicio del obispo Sergio Méndez Arceo, es fecha propicia para recuperar oportunamente la memoria de su vida y pensamiento, para poder aquilatar así con mejor perspectiva la trascendencia de su personalidad. Dijeron en el Club de periodistas, los organizadores de la conmemoración.

Por este motivo, varias organizaciones sociales y eclesiales de defensa y promoción de los derechos humanos y de educación para la paz, convocaron hace un año a la celebración de un jubileo, junto con la Fundación Méndez Arceo y la Red de Grupos y Comités de Solidaridad Internacional Óscar Arnulfo Romero.

“Un obispo corresponsable de toda su Iglesia; un cristiano universal; un padre de la Iglesia latinoamericana; un hombre auténtico que siempre se midió con la altura de su vocación en Cristo el “patriarca de la solidaridad liberadora”, como resumió el día de sus exequias el obispo de Sao Félix de Araguaia, Brasil, don Pedro Casaldáliga.

En otro orden, aludiendo al anillo que el papa Pablo VI entregó a los obispos al final del Concilio Vaticano ll, como símbolo de sus desposorios espirituales con cada una de las iglesias locales, el actual obispo de Saltillo, don Raúl Vera, recordó que don Sergio Méndez Arceo, para explicar con honestidad su libertad de palabra al interior y al exterior de su Iglesia –donde no faltan los arribistas, que a costa de sus responsabilidades, quieren ser arzobispos, cardenales y hasta papas–, solía repetir que él, como ordena uno de los 10 mandamientos, “no deseaba la mujer de su prójimo”.

De hecho sólo fue durante 30 años, y eso en medio de incomprensiones y conflictos, el séptimo obispo de Cuernavaca. Ello le bastó para dejar un recuerdo imborrable entre creyentes y no creyentes, cristianos de otras iglesias y religiosos de otras confesiones, a quienes siempre convocó para construir otra historia, en beneficio de los excluidos.

En San Cristóbal se dejaba por parte de Samuel Ruiz García, 31 sacerdotes, 24 religiosos, 173 religiosas, 102 diáconos, 8 mil catequistas y el inicio de una iglesia autóctona.

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