El de Carranza, un centenario deslucido

Judiht  A Telles

Proceso

 

Para el historiador Javier Garciadiego, al jefe constitucional se le “minimizó” en su centenario luctuoso y se dio prevalencia a Leona Vicario, “un personaje fascinante”. Pero por tratarse del fundador del Estado mexicano moderno, 2020 debió ser su año a nivel nacional, aunque no fue sino hasta 1942 en que entró al panteón de los héroes, pese al asesinato de Zapata. El biógrafo del revolucionario traza aquí la dimensión de su papel histórico y la tragedia de su asesinato.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Como en un relato shakesperiano –con su dosis de suspenso, traición, lucha por el poder y crimen–, el historiador Javier Garciadiego describe la lluviosa y oscura madrugada del 21 de mayo de 1920, en la cual, perseguido por sus adversarios y obligado a trasnochar en un inhóspito lugar de la sierra de Puebla, en medio de la nada, el presidente Venustiano Carranza fue asesinado.

Al recordar esta tragedia, el director de la Capilla Alfonsina, expresidente de El Colegio de México, director de las Academia Mexicana de la Lengua y miembro de la de Historia, pone los puntos sobre las íes a las opiniones del presidente Andrés Manuel López Obrador acerca de la existencia de grupos “golpistas” conspirando contra su gobierno. Precisa:

“Me gusta que al presidente le interese la historia, pero no es lo mismo oposición legal –es decir, uno tiene derecho a asociarse con quien sea, a agruparse en cualquier organización política y a participar pacíficamente en elecciones– que golpe”.

En entrevista telefónica con Proceso, recuerda que en América Latina ha habido una tradición golpista identificada con los ejércitos, “que han terminado en asesinatos horribles”. Cita el caso del presidente Salvador Allende, en Chile. Pero en México sólo hay dos casos: el asesinato de Francisco I. Madero por Victoriano Huerta, vinculado al ejército porfirista, y el de Carranza perpetrado por militares revolucionarios.

Álvaro Obregón también fue asesinado “por un católico exaltado (Miguel León Toral), pero antes de asumir la presidencia, recién pasadas las elecciones”.

Con perceptible pasión, el especialista en la Revolución mexicana y en la vida misma de Carranza, considera que su muerte es un acontecimiento literario, novelable. Menciona que Martín Luis Guzmán “le dedicó unas páginas preciosas en Muertes históricas. Francisco L. Urquizo, autor de Tropa Vieja y además testigo de los hechos por ser parte de su Estado mayor, escribió México-Tlaxcalantongo, y Fernando Benítez El Rey Viejo.

Es literario, enfatiza, porque todos los acontecimientos, desde que debe salir de la Ciudad de México hacia Veracruz (con todo su gobierno, como Benito Juárez, según escribió el historiador en la revista Letras Libres), están plagados de traición. Ahí lo que hay sí es “una rebelión militar, una asonada militar, porque los que participan son entidades gubernamentales que traicionan al presidente”.

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