El Silencio de Los Agraviados

El silencio de los agraviados

José Blanco

La pobreza y la desigualdad social extrema de México han es­tado presentes por un tiempo sin principio ni final; pero su conceptualización, su alcance –inimaginable para los de arriba–, sus orígenes y causas, sus impactos en la vida y la muerte de los más han permanecido recluidos en los estrechos espacios de la academia, en unos pocos medios de comunicación y no mucho más allá, como cuidadosamente alejados de las víctimas. Sigue siendo tema para iniciados y enterados, al que permanecen ajenos los agraviados con sus vidas destrozadas.

Su silencio habla de la distancia sideral entre su presente aterrador y su conciencia reducida sobre el carácter del problema y el lugar desde donde manan las causas de lo que les ocurre. Con las pequeñas excepciones de siempre, prevalece la imagen de que los pobres son pobres porque son pobres. Es así para los de arriba y también para los pobres mismos. La pobreza, sin embargo, no es un modo de ser, sino un modo de estar; en español tenemos bien diferenciados y entendidos ambos verbos. Están pobres porque la historia de un sistema depredador de relaciones sociales entre los mexicanos construyó la riqueza y la pobreza existentes, creó a un tiempo a los incluidos y a los excluidos, y montó las condiciones de reproducción del sistema que los crea. En este sentido, importa más el sistema y sus formas de su reproducción, que el alcance actual de la inmensa brecha de la desigualdad. Los pobres no dejarán de estar pobres, porque el gobierno les allegue las ayudas que, de otra parte, les son vitales cada día.Los pobres dejarán de estar pobres, aun prevaleciendo una desigualdad morigerada, cuando todos tengan techo y vestido dignos, alimentación suficiente y correcta, educación hasta los grados máximos, salud igual a la de cualquier otro mexicano. Con el Covid-19, a los pobres les espera lo peor en todas partes. Según el informe del Banco Mundial para su reunión semestral, este año la pandemia arrojará a la pobreza extrema entre 88 y 115 millones de personas, que el banco define, patéticamente, como vivir con menos de 1.90 dólares al día. No hay lucha social tan indispensable como la que deben dar los desposeídos, pero necesitan saber más sobre su propia condición.

No existe problema mayor ni asunto más importante para la República y su futuro inmediato y de largo plazo que la suma pobreza existente, la desigualdad de la que forma parte, y el sistema que las reproduce. Asunto sobre el que sería necesario informar con suficiencia y persistencia a los excluidos. Debiera hacerlo el gobierno que surgió de ese pueblo excluido; debiera ser motivo de debate permanente en Morena, algunos de cuyos miembros están interesados en este problema.

Debe alterarse de modo significativo la distribución funcional del ingreso nacional: salarios, de un lado, y ganancias del capital, de otro lado; es esa la determinante básica del grado de desigualdad. La participación de la masa salarial en el ingreso nacional de México cayó desde 39 por ciento en 1981 hasta ubicarse en 29 por ciento en 2013; en tanto las ganancias del capital treparon a cerca de 70 por ciento del ingreso nacional en el mismo lapso (https://bit.ly/34vWvKh). Desde entonces las cosas pudieron haberse agravado. Ese aumento en la explotación del trabajo, por cierto, ha ocurrido en todo el mundo.

Ese es el problema económico y social fundamental para la 4T y para Morena y su futuro. Alterar ese curso es su responsabilidad a fin de posibilitar justicia social en crecimiento y, de paso, incidir en el mayor crecimiento del producto. Es una enorme necesidad nacional implementar una política de alza sistemática de los salarios que incluya un aumento anual salarial medio por el cual la masa salarial absorba la mayor proporción de los aumentos de la productividad general, si es que ésta un día los empresarios pueden reactivarla. Más importante aún, la organización de los trabajadores asalariados tiene que recuperar y superar su desastre actual y, libre de bridas, buscar el poder social y político que están llamados a jugar para bien de todos en México. Si Morena no construye en ese camino, no puede haber vida digna para nadie.

La desigualdad no cesa de avanzar, causando estragos sociales implacables en todo el orbe. Conviven en la misma casa-mundo el poderoso puñadito de los milmillonarios y los parias del planeta. Según el informe de Oxfam de enero pasado, los 2 mil 153 hiperricos del mundo poseían en esa fecha una riqueza superior a todo lo que poseen los 4 mil 600 millones de abajo, 60 por ciento de la población planetaria. Desde entonces la riqueza de la pandilla hiperrica ha crecido más durante la pandemia, mientras el ingreso planetario cae verticalmente.

El silencio de los agraviados debe ser des­plazado por mucho ruido. Ruido como sa­bles / ruido enloquecido / ruido intolerable / ruido incomprendido. Ruido para acompañar la vida hecha añicos, ruido para superarla.

 

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