La lima, una fruta exótica rica en vitamina C y potasio
Está presente en nuestra gastronomía desde la Edad Media y resulta ideal para aportar un toque ácido a las elaboraciones culinarias. Es apetitosa y además tiene muchos nutrientes
Asimismo, de la lima, perteneciente a la familia de las rutáceas, existen más de 1.500 variedades, si bien es cierto que la mayoría es fruto de la hibridación entre el cidro o la toronja, el pomelo y la mandarina. Las más comunes en el mercado son la lima mexicana, con un aroma muy pronunciado; la persa, similar al limón y cuyo cultivo está muy extendido en Brasil; y la dulce, que suele cultivarse en algunos países de América Central, Oriente Medio y la India. Quienes la hayan saboreado habrán comprobado que regala un sabor refrescante con un toque ácido, más dulce que el limón. La pulpa de su interior es sumamente aromática y luce un color verde intenso que la hace muy vistosa.
Lo que aporta a la salud
El 80% de su composición es agua, por lo que su aporte calórico es muy discreto. De hecho, no supera las 30 kcal por cada 100 gramos de producto, siendo ideal para los que están a dieta o tienen problemas de retención de líquidos. Sin embargo, por lo que despunta es por su elevado contenido en vitamina C, en tanto que atesora el 33% de la ingesta diaria recomendada. Dicha vitamina, también conocida como ácido ascórbico, es un potente antioxidante y combate el daño ocasionado por los radicales libres, ayuda a fortalecer el sistema inmunológico, siendo un aliado para plantar cara a los resfriados y las infecciones; favorece la absorción del hierro y contribuye a la creación de colágeno. Incluso es beneficiosa para la salud cardiovascular, como así lo indica la Fundación Española del Corazón en su portal oficial.
Este organismo explica que un estudio reciente, presentado en la Reunión Anual de la Asociación Americana del Corazón, concluye que «los niveles bajos de vitamina C se asocian con un empeoramiento de la insuficiencia cardiaca. Quienes mantienen niveles bajos de ingesta de vitamina C son 2,4 veces más propensos a tener niveles más altos de la proteína C reactiva, un marcador de inflamación y un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular».
La lima tiene pocas calorías y es rica en vitamina C, pues aporta el 33% de la ingesta diaria recomendada
No obstante, la lima también contiene interesantes cantidades de vitamina A, coadyuvante de la formación de los huesos, los tejidos blandos, las membranas o las mucosas, y encargada de velar por la salud ocular. Asimismo, incluye vitamina B9 o ácido fólico, especialmente importante para la producción del ADN, la formación de los glóbulos rojos y el crecimiento celular. Junto con la vitamina C, ayuda al organismo a la descomposición y la creación de nuevas proteínas. Por lo que respecta a su contenido en minerales, aporta cantidades generosas de calcio, fósforo y, sobre todo, potasio, cuya labor se centra en garantizar la óptima transmisión nerviosa, la contracción muscular, el buen funcionamiento del corazón y el riñón, y el equilibrio hídrico.
Por otra parte, el ácido cítrico que reside en la lima tiene propiedades antisépticas y alcalinizadoras de la orina. Según la Fundación Española de la Nutrición, «tomar el jugo de limón o de lima diluidos beneficia a quienes tienen cálculos o litiasis renal, hiperuricemia o gota, ya que facilita la eliminación de ácido úrico por la orina». Y añade que «el contenido de sustancias astringentes, le confiere propiedades beneficiosas en caso de diarrea». Además, presenta un bajo índice glucémico, por lo que ayuda a mantener los niveles de glucosa estables y, por lo tanto, a evitar los ‘picos’ de azúcar a quienes padecen diabetes. De hecho, se encuentra en la lista de alimentos aconsejados por la Asociación Americana de Diabetes.
Su papel en la cocina
Podemos incluir la lima en la cesta de la compra durante todo el año. No obstante, hay que tener en cuenta que es más delicada que el limón, por lo que su tiempo de vida es más reducido. A la hora de escoger los mejores ejemplares, debemos comprobar que lucen una piel firme, carente de arrugas y manchas, y un color verde intenso. Además, deben pesar más de lo que aparentan. Para alargar su vida útil, lo adecuado es conservarlas en la nevera a una temperatura que oscile entre los 8ºC y los 10ºC.
En la cocina, regala un sinfín de posibilidades. Podemos hacerla al vapor, utilizarla como aliño sustituto del vinagre en las ensaladas, como ingrediente en pasteles, salsas y mermeladas e incluso para sazonar pescados, arroces y carnes, principalmente blancas. Otra opción es transformarla en zumo, el cual constituye una alternativa refrescante para disfrutar de las bondades nutricionales que regala. En algunos países asiáticos se aprovechan también las hojas para aromatizar las elaboraciones culinarias; mientras que otras veces las secan, las conservan en sal y las usan como aderezo para conferir un toque agridulce. Es, por lo tanto, una fruta de lo más versatil y con multitud de beneficios nutricionales.