Carta de Tomás Segovia a Santiago Genovés

Carta de Tomás Segovia a Santiago Genovés

Transcripción y nota de José María Espinasa

La primera publicada íntegramente por el Fondo de Cultura Económica y la segunda en proceso por Ediciones Sin Nombre –han aparecido cuatro tomos de los siete previstos.
Su narrativa, notable, espera a sus lectores, y sus traducciones de poesía están en proceso de edición. Otra de las facetas, la hasta ahora menos explorada, es su escritura epistolar. Segovia hizo de la carta un recurso en varios poemas, como sus epístolas a Juan Vicente Melo y Antonio Alatorre, en verso. ‘Cartas de un jubilado’, su novela epistolar, muestra el interés por esa forma más allá de la forma.
Y sus ‘Cartas cabales’ para ‘La Jornada Semanal’ y otros periódicos desarrollaron un curioso diálogo con sus lectores. Pero su correspondencia aún se encuentra inexplorada casi en su totalidad. Existen algunos extensos epistolarios, con Antonio Alatorre y Luis Fernando Lara, de carácter amistoso, y algunos otros de sesgo amoroso. Son lecturas pendientes que revelarán otros rostros del escritor y a la vez lo precisaran más en nuestra mirada.
Como una manera de recordarlo se publica esta cara a Santiago Genovés, amigo de juventud, antropólogo con el que compartió vivencias de juventud y aventuras intelectuales en diversos momentos de su vida. En ella se percibe el mundo en gestación de la época –las revistas, Cuadernos Americanos, Arreola y su proyecto con la colección Los presentes, el ambiente teatral, los amigos, los parientes: un retrato de un momento de gran importancia para la cultura mexicana.

0 de febrero de 1954

Querido Santiago:

Espero que me perdonarás por haber estado tanto tiempo sin escribirte. Verdaderamente no tengo casi nada de tiempo. Han empezado las clases en el ifal y este año doy 9 horas por semana. Además tengo otras cuantas horas de clases particulares, la oficina y el trabajo para el Fondo de Cultura. Allí, aparte de las correcciones de pruebas, han empezado a encargarme artículos sobre los libros que publican. Esto es casi un horror, pero casi nada más que eso. Me pagan muy mal, pero en cambio me han hecho “el favor” de insinuarme que tengo la obligación moral, se entiende, de hacer varios artículos magníficos, ya que me han llamado precisamente para demostrar qué es lo que se puede hacer en un artículo. Total, que he hecho dos hasta ahora y me han llevado más de una semana cada uno de trabajo bastante duro. Espero que el primero saldrá el domingo en Novedades. Es sobre Villaurrutia y me gusta bastante cuando reúna en un libro mis artículos sobre poesía, crees que incluiré este.

Preparo para el Fondo un libro grande de poemas, con 120 o 130 poemas, de 1944 a 1954. Esto también me lleva mucho trabajo desde hace casi un mes dedico casi todo mi tiempo libre a corregir y seleccionar poemas –y también a escribir algunos. Este libro se publicará probablemente a principios del año que viene. Yo tendría que pagar una parte de la edición, pero mi padre me ha prometido regalarme el papel que le sobró de su Técnica quirúrgica y parece que aceptarían eso a cambio de mi inversión. Mientras tanto. Mientras tanto, es posible que una colección llamada “Los presentes” me publique las décimas en una plaquette. Tiran 100 ejemplares para los suscriptores y 25 para el autor, de modo que la edición está agotada al salir. Esto me conviene pues el librito iría incluido en el libro grande, que se llama Luz de aquí.

Ahora te escribo todavía bajo la impresión de algo que es bastante nuevo para mí, una especie de éxito. Ayer, en casa de Gironella vinieron Juan José Arreola (cuentista muy conocido y que dirige la colección donde tal vez se publiquen las décimas) y Álvaro Arauz, que edita una colección de teatro y que está en contacto con todo en el mundo teatral (entre paréntesis, es tontísimo). Yo llevé mis décimas y Zamora bajo los astros. Leí la obra de teatro, y –por primera vez desde que la escribí –salvo el caso de Teresa, vi con mis propios ojos cómo aquello acababa por apoderarse de los que escuchaban. Al final Arreola estaba entusiasmado y empezó a tutearme bruscamente. Estuvo más de media hora hablándonos de la obra como si los demás no la hubiéramos escuchado. Arauz al principio no sabía bien que pensar, pero –como casi todos los tontos– se contagió del entusiasmo de los otros y dijo que había que ver cómo se podría montar. Tal vez a fin de cuentas se ponga o tal vez, por lo menos, se edite en la colección de Arauz. Después, como a las 10 de la noche, salimos Arreola y yo y nos fuimos andando. Por el camino hablamos del pecado, de Dostoievski, de la sumisión a la materia, de la melancolía. Todavía no sé quién es él, pero sí sé por lo menos que el clima en el que se mueve no es el clima irrespirable al que estoy acostumbrado. Si vieras qué maravilloso fue para mí, que tan mal resisto la soledad y que tan condenado estoy a ella, aquel paseo por las calles desiertas de la colonia Juárez, con un aire frío y limpio, un silencio sedante y hablando “en mi propio terreno”. Tanto, que no me atreví a pedir demasiado, no hice las últimas preguntas, no dije las frases definitivas, por miedo a mi ansia, por miedo a romper el hechizo.

Espero que el Sr. Trend habrá recibido ya el primer número de Cuadernos. A decir verdad, me lo fiaron, pues resulta que Silva Herzog –como es su deber– está en la luna, y me había dicho mal el precio. De todas formas son muy buenas personas y enviaron el número con mi promesa de pagar al cabo de unos días. Lógicamente me gasté los 50 pesos, pero por fin logré reunir lo necesario y a principios de este mes fui a pagar. Creo que es mejor que conserve yo el recibo, pues si hiciera falta reclamar (que es para lo único que sirve), habría que volvérselo a mandar (está a mi nombre).

Creo recordar que tú no fuiste a aquella conferencia, ni leíste el artículo. Si te lo puede prestar el Sr. Trend, me gustaría que lo leyeras.

Supongo que, el no escribirme tú, no será porque yo no lo hago. Estoy seguro que ni los ingleses pueden hacerte entrar hasta ese punto en las reglas –o las convenciones si así lo prefieres. De lo cual deduzco que, o están estudiando mucho o están pasando una crisis pavorosa– lo segundo es lo más probable. De cualquier modo ¿podría saberse algo de ti? También he pensado que a lo mejor tu silencio se debe a que están viviendo algo muy importante: un gran amor, un gran descubrimiento, o algo así. Qué curioso que cueste tanto trabajo imaginarte así a ti. Yo siempre que te imagino te imagino “en crisis”. Sea como sea, pienso que seguramente tiene que haber cambios en ti, y me gustaría saber qué aspecto tienen esos cambios.

Chismes: Rafa parece que se está separando de Ana María y Nacho y se dedica a estudiar como fiera. Jaime va a tener coche. Carmen y Redondo volvieron a regañar y volvieron a hacer las paces. En el intermedio nos visitó un par de veces. A Valencia ya no lo veo: “sentó cabeza” (creo que ya te lo conté) y ahora es muy de su casa. Retes y cía. van mucho al café; no los aguanto. A Ramón también hace más de una semana que no lo veo. El día de nuestro aniversario vinieron él y Esteban a comer tamales de Sinaloa, luego fuimos a ver La discreta enamorada, destrozada con Custodio (hay una magnífica actriz en su grupo; me gustaría para mi obra). Van a estrenar el Calígula de Camus. Teresa esta soliviantada porque el niño tiene novia. La niña (ahora se llama “la gorda”) lo está muchísimo, es una maravilla.

Hasta pronto

Tomás

Esta entrada fue publicada en Mundo.