42 años, hace que fue asesinado Mons. Óscar Arnulfo Romero, obispo de San Salvador

Monseñor Romero: verdad, justicia y dignidad
Luis Gerardo Moro Madrid y José Francisco Méndez*
Hace 42 años, el 24 de marzo de 1980, fue asesinado monseñor Óscar Arnulfo Romero, obispo de San Salvador, un día después de que en su homilía dominical –transmitida por radio– exigiera al ejército, en nombre de Dios, no obedecer a los que los obligan a matar sino a seguir la Ley de Dios: No matar y cesar la represión contra el pueblo.

“Hermanos –dijo Monseñor Romero– son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y, ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: ‘no matar’ […] la Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre […] En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión…!”.

La labor no sólo como obispo y pastor del pueblo de El Salvador, sino como humanista, defensor de la dignidad de toda persona humana, por sus constantes llamados al diálogo, a la reconciliación y a la paz con justicia en medio de la guerra en su nación (1979-1992) ha sido reconocida internacionalmente. En vida, le fueron otorgados nombramientos como doctor honoris causa, por algunas universidades de América y Europa y fue nominado al premio Nobel de la Paz en 1979.

En memoria de ese compromiso de monseñor Romero con los derechos humanos, al denunciar activamente crímenes contra los más vulnerables de su país, en un contexto de guerra civil, Naciones Unidas decidió dedicar en su honor el Día Internacional del Derecho a la Verdad en Relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas.

Este Día, instaurado en la Asamblea General de la ONU en diciembre de 2010, tiene como propósito primordial promover la memoria de las víctimas de violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos, así como rendir tributo a quienes han dedicado su vida a la lucha por promover y proteger los derechos humanos y a quienes la han perdido en su labor, como monseñor Romero.

Las víctimas y los parientes de víctimas de ejecuciones, desapariciones forzadas o torturas requieren, para encontrar paz y entrar en procesos de reconciliación, saber qué sucedió, explica Naciones Unidas. El derecho a la verdad implica tener un conocimiento pleno y completo de los actos que se produjeron, las personas que participaron y sus circunstancias específicas, en particular de las violaciones perpetradas y su motivación.

Desde la Compañía de Jesús en México, reconocemos a San Romero de América, quien ante el asesinato de su gran amigo, el hoy beato, Rutilio Grande, se convirtió en la voz de los sin voz. En el funeral de Grande, en marzo de 1977, monseñor Romero dijo: la liberación que predicaba el Padre Grande estaba inspirada por la feCuando vi a Rutilio mientras yacía muerto ahí, pensé: Si lo han asesinado por hacer lo que hacía, entonces yo también tengo que recorrer el mismo camino.

Los jesuitas en México somos testigos de que monseñor Romero quería promover la reconciliación, siendo enérgico y nombrando por su nombre las injusticias, incluso frente a la Constitución que impedía a los campesinos organizarse, de cara a la profunda desigualdad y ante el endurecimiento de las estrategias militares. Siempre priorizó la verdad y la justicia, así como su compromiso por un orden social más equitativo y digno.

Mientras haya madres que lloran la desaparición de sus hijos, mientras haya torturas en nuestros centros de seguridad, mientras haya abuso de sibaritas en la propiedad privada, mientras haya ese desorden espantoso, no puede haber paz, y seguirán sucediendo los hechos de violencia y sangre. Con represión no se acaba nada. Es necesario hacerse racional y atender la voz de Dios, y organizar una sociedad más justa, más según el corazón de Dios, dijo monseñor Romero y hoy sus palabras, en este contexto de conflictos y guerras, son un llamado a la verdad, a la paz y la reconciliación. 

Provincial y socio, respectivamente, de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús.

Twitter: @Jesuitas_Mexico

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