La productora, guionista y directora Elisa Miller

Cinexcusas

Luis Tovar

 

Nacida hace cuatro décadas en Ciudad de México, la productora, guionista y directora cinematográfica Elisa Miller egresó del Centro de Capacitación Cinematográfica en 2008, donde se tituló con el cortometraje Roma, que ese mismo año fue reconocido en el Festival de Cine de Morelia y, al siguiente, ganó en el guanajuatense Expresión en Corto (hoy GIFF) y recibió el Ariel al mejor cortometraje de ficción. No era nueva en esto de ganarlo todo: su debut como realizadora tuvo lugar dos años atrás, en 2006, y resultó aún más notable: Ver llover, otro corto, fue igualmente premiado en Morelia y con el Ariel en idéntica categoría en 2008, pero más todavía, para ese entonces Elisa era la primera mexicana en haber obtenido, en 2007 y precisamente por Ver llover, la Palma de Oro en Cannes al mejor cortometraje.

A sus veintisiete años de edad y apenas con un par de cortometrajes en su haber, Elisa gozaba de un prestigio que a muchos de sus colegas tarda en llegarles o de plano nunca lo hace. Con antecedentes así, no cabía esperar sino grandes cosas de su primer largometraje de ficción; empero, lo que se verificó fue más bien decepcionante, incluso a pesar de los –ya no tantos– reconocimientos también obtenidos: Vete más lejos, Alicia, de 2010, llamémosle un casilargometraje por sus apenas sesenta y siete minutos de duración, el cual una vez más Elisa escribió, produjo y dirigió, es uno de los ejemplos más acabados de esa inercia fílmica, esa moda de los primeros años dos mil que soñaba con ser tendencia y no llegó ni a estilo, que algunos denominamos “cine de nuca contemplativa”, esencialmente caracterizado por dos elementos: un moroso y soporífero preciosismo visual, un argumento claramente anémico y una trama que no alcanza a merecer el nombre.

Lo siguiente en la filmografía de Elisa fue su segundo largo de ficción, titulado El placer es mío (2015), de su autoría guionística pero ya no producido por ella. Para decirlo de manera sucinta, sin ser otro ejemplo de nuca contemplativa y aun teniendo algo más de miga argumental –centrada en la sexualidad medio enfermiza y claustrofóbica de una pareja heterosexual–, el filme tiene más afinidad con eso que todavía suele considerarse cine de autor o “de arte” que con aquello claramente identificado con su opuesto, es decir, el cine llamado comercial, finsemanero o “de palomitas”.

 

El caballo y el burro

Si esa división entre dos tipos de cine todavía tiene validez y se traslada metafóricamente a la imagen de una calle, es como si de plano Elisa se hubiera pasado a la banqueta de enfrente, pues sus cuarenta años de edad y dieciséis como realizadora está cumpliéndolos con un filme que, vistos sus antecedentes creativos, nadie diría que fue dirigido por ella: ¿Qué culpa tiene el karma?, escrita por Fernanda Eguiarte y Marcelo Tobar, adaptada –o, como a veces y chocantemente se dice, “tropicalizada”– a partir de una producción previa hecha en otro país, no es sino un catálogo absoluto y sin fisuras de crasa estolidez fílmica, se le vea por donde se le vea.

Jamás será lo mismo, por ejemplo, dirigir a una actriz como Sofía Espinosa –Ver lloverVete más lejos, Alicia–, que lidiar con la ególatra obsesión por su propia imagen de personas como Aislinn Derbez y Renata Notni; nunca será lo mismo ir a la Patagonia e intentar –que se logre y cómo es otra cosa, pero al menos intentar– plasmar en imágenes el mundo interior de una mujer solitaria de pensamientos reconcentrados, o los conflictos de pareja de un hombre y una mujer desesperados de sí mismos, que desgajar, a punta de cancioncitas de romanticismo pueril e ideas manidas de lo que el amor es, el muy retrógrada convencionalismo según el cual la “realización” de toda mujer, sea farandulera famosa, sea diseñadora de modas discreta, sensible y tímida, o mujer madura, consiste ¡en tener pareja y casarse!

Para su fortuna, fílmicamente a Elisa le queda mucho margen, al menos cronológico, para dejarse de extremismos y no cuadrar perfectamente en un dicho de mi abuela: “tiene salir de caballo y llegar de burro”

 

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