Bajo la dirección de Sandra Félix, Luis de Tavira interpretó al protagonista de ‘La última cinta de Krapp’

Samuel Beckett, Krapp y la desolación escénica

Alejandro García Abreu

Del 13 de agosto al 11 de septiembre de 2022, bajo la dirección de Sandra Félix, Luis de Tavira interpretó al protagonista de ‘La última cinta de Krapp’, de Samuel Beckett, obra en la que el personaje encuentra una antigua cinta que contiene la grabación de una noche decisiva en su vida.

 

Historia de una obra

Las acotaciones escénicas de Samuel Beckett (Dublín, 1906-París, 1989) constituyen el comienzo:

 

Andar penoso./ Sobre la mesa, un magnetófono con micrófono y numerosas cajas de cartón que contienen bobinas con cintas grabadas./ Mesa y alrededores inmediatos bañados por una luz intensa./ Resto de la escena en la oscuridad./ Krapp permanece un momento inmóvil, suspira profundamente, mira
su reloj…

 

Bajo la dirección de Sandra Félix, quien se basó en la traducción de Jenaro Talens, Luis de Tavira interpretó magistralmente al protagonista de La última cinta de Krapp, de Samuel Beckett, en el Foro La Gruta, del Centro Cultural Helénico en Ciudad de México. Se sumaron a una tradición iniciada en 1958. Escrita en inglés a principios de ese año y publicada en Evergreen Review, la obra fue estrenada en Londres, en el Royal Court Theatre en octubre, bajo la dirección de Donald McWhinnie e interpretada por Patrick Magee. El estreno en Nueva York ocurrió en 1960, en el Provincetown Playhouse. El intérprete fue Donald Davis y el director de escena, Alan Schneider. La versión francesa de Pierre Leyris en colaboración con el autor, La dernière bande, fue publicada en 1959. La versión en libro apareció en el sello Les Éditions de Minuit y fue estrenada en el Théâtre Récamier de París en 1960, bajo la dirección de Roger Blin e interpretada por R.J. Chauffard. Las puestas en escena continúan mundialmente.

Tras mi asistencia al Centro Cultural Helénico releí El cuerpo del personaje en el cuerpo del relato teatral. El teatro de Eugene O’Neill como referente para la experimentación teatral de Samuel Beckett, de Ignacio Escárcega (Libros de Godot, Ciudad de México, 2013). En él su autor asevera:

 

El circuito alternativo en el que fueron estrenadas las primeras obras de Beckett fue clave para encontrar un público propicio para sus propuestas, pero también para comenzar a relacionarse con una serie de autores con los que iría estableciendo una afinidad inmediata. Por ejemplo, La historia del zoológico, de Edward Albee, compartiría estreno en programa doble con La última cinta de Krapp, de Beckett, a quien gustaba el texto del estadunidense. […] Beckett detectaba a los actores que en particular le interesaban para participar en sus proyectos y buscaba la manera de insistir en ello […]. La última cinta de Krapp tuvo como primera inspiración la voz del actor irlandés Patrick Magee, para quien escribió la obra.

 

El escenario beckettiano

Entre múltiples títulos de Libros de Godot, la editora Natalia Palma coordinó el repertorio al que pertenece este primer volumen, sobre O’Neill y Beckett –la colección llamada Biblioteca de estudios teatrales–, y diseñó la majestuosa portada.

Palma condensó –en el formato y en la cubierta delantera del primer libro del conjunto– la esencia del escritor dublinés: una especie de minimalismo que conduce a la difuminación del ser en un cuadrado. El diseño cuadrangular y, a la vez, cúbico, resulta el escenario en el que Beckett se desempeñó como genio del teatro. La editora capturó, a la perfección, la idea del espacio beckettiano.

 

La conclusión de Krapp

Sandra Félix se adentra en la mente del dramaturgo y desentraña la vida de uno de los personajes más tristes del creador dublinés:

 

Refugiado en la soledad de su oscuro aposento, Krapp celebra su cumpleaños número sesenta y nueve. De pronto, siente la necesidad de escuchar una vieja grabación que hizo treinta años atrás cuando celebraba su cumpleaños número treinta y nueve; busca ansiosamente en el desorden de sus cosas la cinta precisa que contiene la memoria de una noche decisiva en su vida. Localiza la cinta, la coloca en la grabadora, escucha, detiene, adelanta… escudriñando recuerdos que despiertan una interlocución de su memoria en tres planos temporales: su juventud, su adultez y su vejez.

Beckett, explorador de la incertidumbre existencial, concluye:

 

Aquí termino esta cinta. Caja… (pausa)… tres, bobina… (pausa)… cinco. (Pausa.) Quizá mis mejores años han pasado. Cuando existía alguna probabilidad de ser feliz. Pero ya no querría vivirlos otra vez. Y menos ahora que tengo este fuego en mí. No querría vivirlos otra vez.

 

La última acotación escénica de Beckett dice: “Krapp permanece inmóvil, con los ojos fijos en el vacío…” Con los ojos fijos en el escenario, el espectador también expresa la angustia: “Jamás experimenté silencio semejante. Como si la tierra estuviese deshabitada.” Se trata de la elocuencia del silencio, representado por las pausas dramáticas y por la mirada desoladora de un hombre cuya mente está fracturada.

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