El Museo de HISTORIA DE QUERÉTARO

Germán Patiño. El rescate

Eduardo Loarca. La restauración.

Manuel Oropeza. La museografía

«El rey destronado» se recupera 

El Museo de Historia en Querétaro

José Félix Zavala  

«Serán castigados con toda severidad, previos juicios sumarios, los que substraigan o destruyan, cuadros, retablos, altares, esculturas, muebles y demás objetos de arte existentes en iglesias, capillas y demás edificios que sean de propiedad del país». 

Con  la protección del patrimonio arqueológico y cultural, iniciado desde principios de este siglo en Querétaro por Germán Patiño y la formación del Museo Regional, de Querétaro, en el antiguo Colegio Pío Mariano, ex Claustro del Convento Grande de San Francisco, se da por iniciado el proceso de restauración y embellecimiento, de lo que llamó Guillermo Prieto, «Un Rey destronado», en referencia a la grandiosidad de la ciudad. 

El crecimiento de Querétaro, comienza veinte años después de la llegada de los invasores españoles a este valle de Tlachco o Queréndaro o Nda Maxei, con motivo del redescubrimiento de las minas de Zacatecas. 

En la zona plana y baja, lado poniente de la ciudad, se asentaron los españoles, en la Loma del Sangremal, los Chichimecas y en la Otra Banda y en el extremo poniente, Los Otomíes. 

En medio de todos quedaron las casas Consistoriales, la plaza de armas y el convento grande, a la usanza española y destruyendo las formas de vida de los antiguos pobladores de este valle y sometiéndolos a las encomiendas. 

A los Chichimecas se trató de exterminarlos, por su rebeldía contra los invasores españoles, mientras Los Otomíes aliados, llegaron junto con los conquistadores. 

Estos habitantes inmemoriales de Mesoamérica, con una cultura milenaria, en todas las ramas del saber humano,  contribuyeron  a desbrozar las tierras para la agricultura, para la apertura de los canales de riego del río y a la construcción de edificios religiosos, civiles y a las obras de arte que hoy forman el patrimonio cultural de Querétaro. 

Su civilización mesoamericana milenaria, los hacía diestros en estas artes, dejando a la posteridad una hermosa ciudad como es la nuestra. Ha faltado un reconocimiento a su labor, en el terreno del arte y la cultura tan fundamentales en Querétaro y en su devenir histórico. 

Querétaro fue algo más que la sede del poder político, social y económico del Bajío, fue centro de una gran riqueza, demostrada en la construcción y amueblamiento de la ciudad, en sus catorce monumentales conventos, en sus palacios, en sus casonas, en sus plazas, en sus fuentes y en todo el esplendor contenido durante el siglo XVll y XVlll, mucho de él, conservado hasta nuestros días. 

Germán Patiño, con paciencia de santo, tenacidad de visión y amor por su Matria, logra el rescate de colecciones arqueológicas, pinturas, muebles e inmuebles. 

Con la fundación de la Academia de Dibujo y la colaboración con Manuel Gamio, pionero de la antropología en México, se propone salvaguardar y encontrar, tanto en anticuarios, coleccionistas y en la vigilancia de los valores culturales locales, un patrimonio testimonial de la cultura local. 

Logra formar un acervo suficiente para empezar a dar vida, a lo que será el Museo Regional de Querétaro en 1936 y alcanza su labor para otros museos del país. 

Con Eduardo Loarca Castillo, en la dirección, el Museo Regional entra en una segunda etapa, la de catalogar, inventariar y  restaurar, el cuantioso y maravilloso acervo patrimonial de la ciudad y su entorno, sobresaliendo la restauración del edificio, continuando con la catalogación de pinturas y piezas precolombinas, dejando a su paso por el museo una de las mejores pinacotecas existentes en México. 

El edificio que alberga el Museo de Historia o Museo Regional de Querétaro,  era una parte del Convento Grande de San Francisco, en el corazón de la ciudad, fundado al inicio de Querétaro y con varias reconstrucciones y modificaciones en su haber, a través de los siglos. 

El Museo  de Historia de Querétaro o Regional, mantiene la significación para la ciudad, que mantuvo el Convento Grande, ya que la museografía, creada a partir de la llegada a la dirección de este museo, de Manuel Oropeza, a 50 años de la fundación, esta dando magníficos resultados. 

Entre ellos el de mantener la  relevancia en la vida social de la ciudad y de la región, sobre todo con la apertura de las salas de etnografía y  la sala acerca de la presencia de los mesoamericanos en resistencia, Chichimecas, Pames y Otomíes, en el museo. 

Hoy de esa gran ciudadela y fortaleza, como lo fue el convento grande de San Francisco, construida con manos indias, se aprecia a la fecha, el templo, una parte pequeña que ocupan los frailes, como convento actual,  la fracción importantísima, donde se encuentra el Museo Regional. 

El atrio, el panteón y las capillas destruidas, a principios de siglo, ahora son ocupados  por el Gran Hotel y el Jardín Zenea. La Huerta, esta sustituida por La Plaza Constitución. 

El Cementerio de los frailes, en la actualidad es el Jardín del Arte y la parte de La Enfermería, es el precioso edificio que abarca desde el callejón de Cabrera hasta los portales de Independencia, convertido, en comercios y centros de vicio. 

Con la ley de protección de monumentos coloniales de 1936, expedida por el presidente Lázaro Cárdenas, el gobernador de Querétaro, Ramón Rodríguez Familiar, abrió el Museo Regional de Querétaro, inaugurado por Jorge Enciso, quién lo pone en las manos de quien llevaba un largo período conservando y rescatando el arte, la cultura y la historia de la ciudad y su entorno, Germán Patiño Díaz. 

El Museo regional de Querétaro, tuvo sus primeros acervos arqueológicos de materiales procedentes de la zona pre hispánica del Pueblito, El Cerrito, esculturas y lápidas de la era Tolteca.

Lo mismo fueron llegando de la zona de San Juan del Río y de Huimilpan y por colecciones donadas por particulares, posteriormente llegaron de la Sierra Gorda y del semi desierto queretano. 

La riqueza de la resistencia de la cultura mesoamericana, con la fiesta de La Santa Cruz de los Milagros y Los Concheros de Querétaro, han tenido ya un lugar en el Museo Regional, dando oportunidad de ver esta manifestación cultural, como acervo patrimonial de esta ciudad, a los visitantes y sus nuevos moradores, ya que sus ritos, costumbres y vestido, son parte de la riqueza de un pueblo negado y al mismo tiempo constructor de la ciudad donde ahora habitamos. 

En los años ochenta, durante el gobierno de Rafael Camacho Guzmán, se da el apoyo a la reestructuración del edificio que alberga el Museo Regional y se comienza el rescate monumental de la ciudad comenzando con La Plaza de Armas y los edificios que la conforman. 

A partir de entonces se da en la ciudad un movimiento de restauración sin precedentes, quedando y recuperando a Querétaro, su belleza perdida y descuidada por mas de ciento cincuenta años de turbulencias nacionales. 

Se embellece y restauran Las Casas Consistoriales, el bellísimo convento de San Agustín, ahora Museo de Arte, la casa del Diezmo, El Convento de San Felipe Neri, rebautizado como palacio Conin, el antiguo obispado, ahora como Palacio Municipal, el convento de santo Domingo, La Plaza de la Fundación y el Colegio de Propaganda Fide, el Beaterio de Santa Rosa de Viterbo y su Claustro, el cerro de Las Campanas, se levantan monumentos a sus héroes, benefactores y de arte por diferentes rumbos. 

Se remodela el jardín Zenea, La Plaza Constitución, La Alameda, el jardín Guerrero, El Río Querétaro, se limita el tráfico de vehículos en el centro, con los llamados «Andadores», se restaura el claustro del Colegio Jesuita de San Ignacio de Loyola. 

La ciudad se recupera en su centro histórico y en sus barrios y se equipa en su crecimiento con todos los servicios urbanos de una gran ciudad.