Alimentación e identidad

Itacate

Cristina Barros y Marco Buenrostro

Ante la globalización, casi siempre entendida como un concepto mercantil, es indispensable reflexionar sobre las identidades de los pueblos. La Comisión Nacional para el Conocimiento y el uso de la Biodiversidad (Conabio), a través de los programas Corredor Biológico Mesoamericano-México y Recursos Biológicos Colectivos, junto con el Universitario de Medio Ambiente (PUMA) y la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, organizaron un interesante simposio sobre alimentación e identidad.

 

El conjunto de trabajos que se presentaron mostró la importancia de este tema y la necesidad de tratarlo con un enfoque interdisciplinario. La biología, la filosofía, la antropología y la historia, entre otras áreas, tuvieron un espacio en ese encuentro con investigadores cubanos, españoles y mexicanos.

En la inauguración, José Sarukhán mencionó que los alimentos, aunque marcan diferencias, también estrechan vínculos entre los que nos reconocemos en algunos ingredientes y formas de consumirlos. Estos vínculos culturales forman parte fundamental de la identidad.

También señaló que los alimentos involucran todo lo que tiene importancia para el ser humano; de las diversas manifestaciones culturales, la única que hacemos parte de nuestro cuerpo es la comida, comentó. Esta visión tiene expresión en la visión mesoamericana, que une de manera indisoluble al hombre con el alimento, y en particular con el maíz: se dice que él es el que camina, él es el que ríe, el alimento. Sin él no existiríamos.

En la transmisión de conocimientos, como la recolección y la preparación de alimentos, la mujer tiene un papel preponderante, como evidenció Montserrat Gispert, quien coordinó este simposio con Antonio Garrido, de la Universidad de Córdoba, España. Presentó diversos casos en que la abuela, la madre y la nieta de distintas comunidades indígenas,hacen perdurar conocimientos ancestrales mediante el lenguaje y las actitudes.

En su exposición acerca del intercambio de tres productos mediterráneos y tres de América: vid, trigo y olivos en un caso, y maíz, frijol y calabaza, en otro, Antonio Garrido analizó las interesantes rutas que siguió cada uno, cuando cruzaron el Atlántico.

Se trataron además dos temas en relación con el maíz: sus principales ejes de domesticación y las aportaciones de la milpa como sistema agrícola y fuente de alimentos, así como las celebraciones en torno a este grano sagrado. El maíz estaría presente en los otros dos días del encuentro, junto con otros temas a los que nos referiremos pronto.

marcri44@yahoo.com.mx

 

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