«Los pasos de un activista» visto por Efraín Mendoza

Jerónimo

Efraín Mendoza

Porque he seguido sus pasos como activista y organizador, me resulta alarmante que el profesor Sergio Jerónimo Sánchez Sáenz haya tenido que abandonar la ciudad para no caer, nuevamente, en manos de la policía y los carceleros. Las acusaciones son lo de menos, lo relevante es que estamos ante un caso típico de criminalización de la lucha social.

Observé su primera causa allá por 1985, cuando fue injustamente despedido como obrero en Fertilizantes Mexicanos (Fertimex, hoy Agrogen). Era desde entonces un hombre de una sola pieza, informado y de ideas claras, peligroso para la patronal por la contundencia de sus argumentos y la plena congruencia de sus actos. Después, desde su liderazgo en el Comité de Defensa Popular, uno de los frutos de su activismo fue la creación de Vista Alegre Maxei, la primera colonia autónoma en Querétaro, un proyecto de autoconstrucción que por contraste permitió evidenciar cómo parte de los recursos que administra el gobierno se quedan embarrados en intermediarios y corrupción.

La historia de Jerónimo, sin embargo, ha quedado atada al 5 de febrero de 1998. Querétaro experimentaba los primeros días de alternancia política, tras 70 años de dominio priísta, y se sentían aquí los vientos que soltó el alzamiento indígena del sureste. Al quedar en medio de la trifulca que apedreó el camión en que viajaba el gabinete presidencial, el líder del Frente Independiente de Organizaciones Zapatistas fue hecho prisionero. Aunque procesado por otras imputaciones permaneció en la cárcel durante todo el gobierno de Ignacio Loyola, que intentó con ello desbaratar la organización de los grupos que se movían al margen de las corporaciones oficiales. Cuando el subcomandante Marcos tocó Querétaro en su itinerario hacia la ciudad de México, la liberación de Jerónimo y de los otros dos presos políticos, Anselmo Robles y Pascual Lucas Julián, figuró entre las demandas centrales.

Al comienzo del gobierno de Francisco Garrido fue liberado pero quedó atrapado en la maraña burocrática que le regateó su reinstalación como profesor. Querétaro está nuevamente bajo la conducción del PRI y la promesa de reinstalación sigue sin cumplirse. Esa es una de sus luchas, hoy entreverada con su resuelta determinación a continuar con la reconstrucción de los movimientos sociales.

Desde algún lugar del país, Jerónimo, uno de los motores del Frente Estatal de Lucha, formula una denuncia nítida: “La máquina priísta de fabricación de delitos para encarcelar, someter y desterrar a los luchadores sociales del estado empieza a caminar” y los que operan la máquina no están dispuestos a tolerar el menor “borlote” que dañe la imagen del gobernador, a quien el dirigente social hace responsable de lo que pueda ocurrirle, a él y a su familia.

Es necesario que la administración estatal encare y resuelva el problema de vivienda que padecen miles de familias queretanas; es necesario que se aparte de la obsesión de los imagólogos y es necesario que deje de verse como enemigos a las organizaciones y a sus dirigentes. Será más fácil ganar elecciones ofreciendo auténticas soluciones a los problemas que criminalizando la lucha social. Jerónimo debe volver a Querétaro sin condición alguna.