Rafa deja sin guarida a Nole

 

Nadal asalta la guarida de Djokovic

El español derrota 6-4, 3-6 y 7-6 al serbio sobre cemento por primera vez desde 2010

Juan José Mateo

Madrid

 

Solo la muerte súbita consiguió separar a dos rivales atados por una rivalidad tremenda. Tras 2h 28m, el tie-break del set decisivo coronó 6-4, 3-6 y 7-6 (2) a Rafael Nadal sobre Novak Djokovic en las semifinales del Masters 1000 de Montreal. Antes de medirse este domingo al local Raonic en la final (21.00, C+ y Tdp), el mallorquín domó un cruce que se jugó con corazón, raqueta, colmillos y hasta un pelotazo sin querer de Nadal a la cara de Djokovic, del que el español se disculpó repetidamente. Fue un encuentro a la altura de dos animales competitivos con las garras de los leones y el hambre de los depredadores. Un duelo que le dio al español su primera victoria sobre el serbio en cemento desde 2010 y que volvió a retratarle como un caníbal. En el momento supremo, el tie-break final, Nadal arrolló a Djokovic a pelotazos. En esos intercambios, el número cuatro tomó las riendas con la decisión de los elegidos. Cada uno de los nueve puntos se disputó bajo su mando y según sus agresivos términos. El número uno solo sumó dos tantos.

Djokovic: “Siempre que jugamos entre nosotros es un ‘thriller”

 

«Dije ayer que la única posibilidad de vencer contra Novak, la única táctica era jugar muy bien. Para jugar muy bien tengo que jugar agresivo. Si no, no puedo jugar bien en este tipo de superficie. Y lo hice. Yo creo que jugué a un gran nivel esta noche», comentó Nadal tras clasificarse para la final.

 

«Tomé decisiones correctas en los momentos importantes. Tanto el servicio como los golpes desde la línea de fondo funcionaron muy bien durante toda la noche. Intenté estar cerca de la línea de fondo, entrando dentro de la pista cuando tuve la posibilidad», continuó.

 

El mallorquín habló de la importancia de esta victoria ante Djokovic. «He comenzado esta parte importante de la temporada con un gran resultado para mí. Estar en la final de un Masters 1000 es alucinante. Especialmente batiendo al mejor jugador del mundo, Novak; es un gran resultado para mí. Estoy muy feliz por ello», señaló.

 

«Siempre que jugamos entre nosotros es un ‘thriller’ por toda la afición. Somos ambos competidores del máximo nivel y queremos ganar estos partidos», manifestó por su parte Djokovic tras el encuentro. «Fue un partido muy cerrado. Hubo algunos puntos que decidieron el ganador. Realmente no puedo escoger un momento en concreto. Tuve mis posibilidades y él las suyas. Supongo que al final él jugó mejor», finalizó.

 

El partido se compitió entre grandes tensiones. Djokovic firmó cinco dobles faltas solo en la primera manga. Nadal perdió el servicio cuando sacó para abrochar ese parcial por primera vez (5-2) y concedió el break decisivo en el segundo desde un 40-0 a favor. Presionados ambos por el resto contrario, ninguno tuvo respiro. Solo la agresividad actuó como escudo. Cada vez que uno de los dos rivales levantó el pie, cada vez que dejó una pelota corta o golpeó un tiro sin intenciones dañinas, pagó el precio del punto perdido. Con el Abierto de Estados Unidos como telón de fondo (desde el 26 de agosto), los dos tenistas compitieron a pelotazos. Sin entrar en diálogos. Atados a la dinamita de sus raquetas. Dispuestos a pagar el tributo del riesgo con tal de no pagar el impuesto de perder la iniciativa y correr sin premio por la pista: 44 errores no forzados de Nole por 36 de Nadal.

 

Pese a que se jugó según sus términos (rápido, a toda mecha) y en una pista hecha a su medida (no solo de cemento, sino también rápida; había ganado los dos últimos años), el número uno mundial tuvo problemas para controlar la pelota. Nadal, un hombre que ha hecho carrera destruyendo el revés de sus rivales, percutió contra su derecha (56% de sus tiros contra el drive de Nole en la primera manga). Consciente de que el serbio es el tenista que mejor domina su derecha alta con el revés, el español matizó una de sus señas de identidad para crecer en otras: estuvo notable al resto, ambicioso al saque y decidido en el juego de fondo, donde le acompañaron las piernas y perseveró en su plan de pelotas centradas y profundas para negarle a su contrario la posibilidad de abrirle ángulos.

 

Ahí, sobre la línea de fondo, se decidió el duelo. Llegados a la tercera manga, Nadal fue capaz de borrar los errores con los que había perdido la segunda y de empezar a generarse oportunidades tirando y tirando sin medianías: tras desaprovechar bola de break cuando Djokovic servía por el segundo parcial, tuvo dos pelotas que le dejaban sacando por el duelo en la tercera (4-6, 6-3, 3-4 y 15-40) y restó dos veces para ganar el encuentro (4-5 y 5-6).

 

Sometido a esas presiones, Djokovic acabó perdiendo su patrón de juego y la templanza que exigía el momento. Su tie-break fue el de un tenista maniatado, presa de las decisiones de su contrario y de los nervios, precipitado y fallón. Su derrota llegó en un escenario menor. Sin embargo, marca un punto de inflexión en la rivalidad entre ambos tenistas. Nadal ha ganado cinco de los últimos seis cruces contra Djokovic, el campeón de las dos últimas ediciones del torneo canadiense. El español no se imponía al serbio sobre pista rápida desde 2010. Nole, un tenista tremendo, el favorito para el Abierto de EEUU, ya no tiene refugio en el cemento.