Carlos Septién García: Periodista queretano ilustre

Carlos Septién García, Un queretano ilustrado

    

Con cariño, respeto y gran admiración para Rosita Septién de Vázquez Mellado.

  Porque en el cuartel “J”  de la fosa 666 del Panteón Español, esta escrito su nombre, lo mismo que en la escuela de periodismo más importante del país, que  en la escuela primaria de San Roque, como la biblioteca  de la crujía “H” en el antiguo presidio de Lecumberri, que también lo llevó, lo mismo que lo lleva la redacción del «Diario Noticias”, y otros muchos lugares. Carlos Septién García merece ser llamado un queretano ilustre e ilustrado. 

Por qué desde su niñez fundó los periódicos escritos a mano, como “El Tiliche”, “El Chinito” y “El  Escolapio”, con un precio de un centavo. Porque nació periodista, se hizo periodista; porque vivió intensamente su profesión, porque murió siendo centro de la noticia, porque sigue presente en el periodismo actual, por las ideas visionarias de sus escritos sobre esta profesión. Carlos Septién García es un queretano ilustre e ilustrado. 

Porque hizo un compromiso con la verdad y se apegó a su frase: “Un Estado se hallará en mejores condiciones de decidir sobre sus pasos, si el pueblo que lo sustenta esta enterado”. 

Porque es una raya en el agua entre los periodistas honestos, porque era pobre y su lujo fueron dos carros viejos, llamados “El bien común” y “La barca de oro”, porque murió en el cumplimiento de su deber. Carlos Septién García es un queretano ilustre e ilustrado. 

Porque fue fundador de la primera escuela de periodismo en México, porque la UNAM lo distinguió al crear la segunda escuela de periodismo, por ser periodista estrella de los mejores diarios de este país, por ser un gran cronista taurino, Carlos Septién García es un queretano ilustre e ilustrado. 

Porque al amparo de su nombre el Instituto de Cooperación  Iberoamericana alentó con becas a más de cuarenta periodistas del continente, Carlos Septién García debe ser reconocido por todos los queretanos como un queretano ilustre e ilustrado. 

Su muerte: 

Carlos Septién García, falleció en el cumplimiento de su noble oficio,  siendo un destacado periodista, político e intelectual, cuya desaparición física estremeció al país entero.  

“Carlos Septién García era un hombre de gran tamaño físico y moral, de imponente personalidad y de gran elegancia”. 

La partida de Carlos Septién García, ocurrió en 1957, siendo director de la escuela que lleva su nombre, es a la fecha la institución más reconocida de la enseñanza del periodismo en México, la actual escuela de periodismo “Carlos Septién García.  

”Una mañana brumosa de 1957, cuando el sol todavía no salía en el aeropuerto de la ciudad de Monterrey, un intenso tráfago nos traía y nos llevaba a un grupo de reporteros y a todo el personal de la Presidencia que acudimos a cubrir la inauguración de la presa Falcón en la frontera mexicana con Estados Unidos”. 

”Toda esta gente se trasladó a bordo de la flota con que contaba el mundo oficial del gobierno de México, compuesta por aviones grandes, chiquitos, nuevecitos, viejitos, desde Monterrey hasta la presa Falcón. Aquello era como una colmena. Íbamos de un lado para otro, con nuestras cámaras y nuestros aparatos a cuestas, para encontrar el avión que nos habría de transportar, como si fuera una operación del tipo del Desembarco en Normandía, al final de la Segunda Guerra en Europa, con todas las proporciones guardadas”.  

La inauguración del simbólico embalse, que pretendió ser una muestra de las buenísimas relaciones con el buen vecino, no lo fue tanto. Cuando hizo su arribo la comitiva norteamericana, encabezada  por  su presidente entonces el general Eisenhower.  

”Después de los honores a los jefes de Estado y de escucharse el himno estadounidense, interpretado por la orquesta norteamericana Start, se hizo un momento de tensa espera para escuchar los acordes del himno nacional mexicano. Pero el tiempo pasaba y esto no sucedía. A medida de que se fue haciendo más insoportable la expectación y la ansiedad, empezaron a correr voces y rumores increíblemente alarmantes de que los miembros de la orquesta sinfónica de México habían sufrido un terrible accidente al estrellarse el avión en que viajaban en una de las montañas que rodean a Monterrey”.  

La pompa y platillos de que iba a estar revestida la inauguración de la presa Falcón se vio empañada a pesar de que se llevó a efecto la ceremonia y también el almuerzo posterior.  

”Al terminar el acto, algunos reporteros decidimos buscar el sitio del terrible accidente, donde también perdió la vida el ilustre Carlos Septién García.Conforme llegábamos al aeropuerto de Monterrey, nos organizamos para salir al rescate de los posibles sobrevivientes y de lo que encontráramos”.  

“Empezamos a hacer cuentas de qué era lo que debíamos hacer. Intentar sobrevolar y encontrar el sitio del funesto accidente era bastante peligroso. El general a cargo de todo este evento ordenó que sólo algunos aviones ligeros volaran sobre las crestas de la sierra de Mamulique, por lo que los enviados de los diferentes periódicos y otros medios  emprendimos el camino hacia las montañas”. 

”Luego de una travesía de largas horas y después de que muchos extraviaron el camino, finalmente encontramos los restos del aparato y de sus ocupantes, regados en las faldas y en lo alto de la sierra de Mamulique. Yo llegué al sitio después de un día y medio de recorrido y el espectáculo era sencillamente aterrador.  

Los restos del avión y todos los elementos que transportaba estaban esparcidos, semiquemados, lo mismo que las partituras del himno nacional mezcladas con los rollos de películas de diferentes instituciones. Después de tomar fotografías y ver todo lo que estaba por ahí, emprendimos la caminata de retorno, como un ejército vencido.  

Luego de una agobiante travesía, estaba hambriento y prácticamente descalzo, pues destrocé unos zapatos Florshame que me habían durado ya 10 años. De pronto, vi a lo lejos una fogata y junto a ella a un pastor que estaba rostizando a uno de sus borreguitos. Como un ente fantasmal, desesperado, sin pedir permiso, me arrojé sobre el asado, que el pastor me compartió con generosidad, además de darme agua para finalizar el regreso”. 

Escribir e informar a una sociedad no es cosa fácil, ya se sistematizó a través de las escuelas de periodismo. Gracias a Carlos Septién García. Lo recuerdo solo en el  homenaje que le rindiera el Instituto Fray Luis de león, cuando recibió y veló sus cenizas al ser traídas de la ciudad de México, del panteón Español y a la familia Septién Urquiza por la amable atención para estar con ellos en el presidium, de un día memorable para el periodismo queretano.